Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. 
Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 
En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno 
(Job 1:21-22).

Cuando un desastre financiero golpea, las personas suelen preguntarse si es alguna especie de juicio de parte de Dios: “¿Hizo Dios que perdiera mi trabajo porque yo no estaba teniendo mis devocionales matinales diarios?”. Los que rodean a esas personas tal vez sugieren que esos problemas son el resultado directo del pecado en sus vidas. “Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?” (Job 4:7).  Los falsos maestros de nuestro tiempo afirman que si tienes suficiente fe, la prosperidad es inevitable; y que la pobreza es consecuencia de la incredulidad.

No obstante, la Escritura dice que Job era “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Dios le permitió a Satanás que le quitara todo a Job, pero no porque Job fuera el peor de los hombres sino porque era el mejor. El Señor estaba demostrando la calidad de la fe de Job al permanecer este fiel aun después de sufrir una pérdida abrumadora (ver vs. 20-22).

Job no era consciente de la batalla que estaba desarrollándose entre Satanás y el Señor. Cuando enfrentamos grandes pruebas —incluidas las dificultades con nuestro dinero—, no seremos conscientes de los propósitos secretos de Dios en relación con nuestro sufrimiento. “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre” (Dt. 29:29). Pero podemos estar seguros de que Dios es glorificado cuando reaccionamos ante nuestras pruebas de manera sabia y con fe. 

Hay muchos casos en los que un creyente puede sufrir económicamente debido a errores ajenos a él. Tu empleador puede, injustamente, dejar de pagarte el salario que te ganaste (ver St. 5:4). Tal vez seas víctima de robo o defraudación. Quizá pierdas tu trabajo debido al mal comportamiento de tu empleador. Un amigo mío fue despedido por un jefe que odia a los cristianos.

Es probable que sufras también los efectos generales de vivir en un mundo caído, tales como hecatombes económicas que golpean a tu comunidad mediante sequías, plagas, guerras, desastres naturales o una recesión o depresión económica global. Hay muchos ejemplos en la Biblia sobre el pueblo de Dios que fue afectado por extensas hambrunas y desastres económicos (ver Gén. 12:10; Rut 1:1; Hch. 11:28-30).

Muchas personas vienen de hogares pobres donde la sabiduría financiera no se ponía en práctica y las oportunidades educacionales eran limitadas, y se ven influenciadas negativamente por estos trasfondos familiares.

Independientemente de la sabiduría con que actúes, no siempre pueden protegerte de las dificultades económicas. No obstante, Dios te ofrece en su Palabra consuelo y esperanza. El Señor está en control (ver Sal. 115:3; Ef. 1:11), tal como Job lo reconoce en Job 2:10. También podemos confiar en que Dios tiene un buen propósito con respecto a nuestras pruebas, aunque nosotros —como Job— no entendamos en este momento el bien que el Señor está llevando a cabo (ver Romanos 8:28). Por último, nos consuela saber que, un día, nuestras pérdidas terrenales parecerán intrascendentes en comparación con la segura herencia celestial que poseeremos para siempre (ver Mt. 6:20; Ro. 8:18; 1 Pe. 1:4-5).

Reflexiona: ¿Tú u otras personas que conoces han sufrido pérdidas financieras debido a errores ajenos? ¿Cómo puede tu fe ayudarte a atravesar tus pruebas financieras? ¿Cómo puedes reaccionar sabiamente ante las circunstancias difíciles?

Actúa: Dedica un tiempo para dar gracias a Dios por la forma en que ha usado tus pérdidas financieras para tu beneficio y su gloria.


Dinero

Este artículo es una adaptación del libro “Dinero, buscando la sabiduría de Dios”. Devocional de la serie 31 días con Dios. Conoce más acerca de la serie.


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