¿Cómo te desconectas del teléfono cuando la otra persona habla sin pausa y tienes trabajo que hacer? ¿Alguna vez te has escuchado diciendo “sí” y ya te arrepientes de haberlo dicho?

¿Qué son límites sabios? Alguna versión de esta pregunta es la más común que recibo como instructor de CCEF (Christian Counseling & Educational Foundation). Los estudiantes toman cursos de consejería porque aman a las personas y quieren cuidarlas aún mejor. Sin embargo, la mayoría de ellos ya están sumergidos en el ministerio; durante un curso, profundizan algunas de esas relaciones y añaden algunas más. Y se preguntan si la tendencia hacia conversaciones más frecuentes y profundas puede continuar por mucho tiempo.

Ya conoces algunas de las preguntas que hacer: ¿Creo que soy tan necesario? ¿Tengo miedo de decepcionar a la gente? ¿He podido establecer prioridades en cómo uso mi tiempo? ¿Sé que cada  es un no a algo o alguien más? ¿He aprendido del costo de mis “sí” en el pasado?

Estas preguntas son importantes y nos orientan en una buena dirección, pero decir “no”, al igual que todo lo que requiere sabiduría, es complicado. La idea de amor sacrificial crea una de esas complicaciones: Cristo se sacrificó por nosotros; deberíamos estar dispuestos a sacrificarnos por otros. La Regla de Oro es compañera del amor, siempre lista para convertir un no en un . ¿Cómo te gustaría que te trataran? Como resultado, tan pronto como tenemos nuestras pautas establecidas, encontramos razones para hacer excepciones. ¿Si establezco una regla para dormir siete horas, no la violaría inmediatamente por las personas que amo?

A veces, el amor será incómodo o tendrá un costo. Esperamos eso. El problema es cuando parece ser implacablemente costoso para nosotros o para otras personas. Entonces, algunas decisiones podrían estar en orden.

Así que buscas consejo de otros. Aquí hay tres piezas de sabiduría que recibí de algunos amigos:

  • Apunta a simplificar tu estilo de vida. Si se siente caótico, busca partes que se puedan eliminar (por ejemplo, las redes sociales).
  • Cuando alguien te pida tiempo, no digas “sí” inmediatamente, a menos que sea obvio. Podrías decir: “Permíteme consultarlo primero con _______”. O, “Permíteme verificar que no haya nada más programado”. Lo mejor es que estas no sean mentiras.
  • Cuando no hayas tenido tiempo para orar durante un par de días, di que no.

Buenos consejos, que ocasionalmente sigo, en cierto modo.

Decir que no es más desafiante de lo que parece, así que adéntrate más en esa cuestión de los límites humanos y la sabiduría.

  • ¿Cuánto tiempo paso en entretenimiento y redes sociales? Cuanto más tiempo pases aquí, más agitado te sentirás en el resto de tu vida.
  • Si limitara mis conversaciones en el ministerio, ¿qué haría con el tiempo extra? Una condición para esta pregunta es esta: siempre podemos ser más eficientes con nuestro tiempo. Sin embargo, la eficiencia no siempre es un objetivo loable. ¿Realmente quieres reducir diez minutos de la cena o aumentar el ritmo de la vida de un paseo a un trote?
  • ¿Cómo pienso sabiamente en el ritmo de mi vida? ¿El ritmo de un día, una semana y un año? ¿Es bueno para mí tener secciones con un ritmo más lento en mi día o semana? ¿Es sabio para mí tener tiempo que no esté ocupado por otras personas? ¿Hay limitaciones que tengo ahora —hijos pequeños, padres ancianos, salud física— que me obligan a decir no más veces en esta temporada? Nuestra vida debería tener ritmos que alternen entre ocupación y descanso.
  • ¿Es esta una temporada en la que debo aprender a pedir ayuda yo también, además de aprender a decir que no?
  • ¿Cómo distingo entre inconveniencias, personas que me vuelven loco, personas que no paran de hablar y decisiones tontas? Cada uno se maneja de manera diferente.

¿Es la verdadera pregunta: “Cómo puedo tener conversaciones más breves cuando no estoy tan seguro de que sean fructíferas”? La mayoría de las personas están felices de tener conversaciones “buenas”. Estas son un deleite; rara vez son una carga. El problema es cuando otras personas parecen estar atrapadas en sus quejas o enojo, o simplemente hablan tanto y no parecen llegar a ninguna parte, o sientes que te utilizan más como un accesorio que como un amigo. ¿Cómo podemos redirigir una conversación agotadora y extenuante? ¿Cómo podemos interrumpir a alguien en medio de una oración muy larga? ¿Cómo podemos poner fin a una conversación? Todas estas son preguntas importantes para otro momento.

Puedes estar seguro de esto. Los límites y ritmos siempre serán un tema importante para ti, y rara vez sentirás que finalmente lo has dominado. Los consejos pueden ayudar, pero lo que funciona para tus amigos puede que no funcione para ti. Hacer las preguntas correctas te ayudará, e inspirarán a orar y seguir aprendiendo de las Escrituras y otras personas.


Esta traducción tiene concedido el Copyright © (14 de abril de 2021) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original tituladoMinistry, Personal Limits, and Saying “No”, Copyright © 2021 fue escrito por Ed Welch. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por José Luis Flores, Editorial EBI. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor. 

This translation is copyrighted © (april 14, 2020) by the Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). The original article entitled Ministry, Personal Limits, and Saying “No”, Copyright © 2021 was written by Ed Welch. All content is protected by copyright and may not be reproduced in any manner without written permission from CCEF. Translated in full with permission from the Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) by José Luis Flores, Editorial EBI. Sole responsibility of the translation rests with the translator.


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