La blogosfera y los medios sociales han creado un ciclo predecible de énfasis al que estamos expuestos anualmente. Esto se aplica tanto a la vida eclesial como a otros ámbitos de la vida.

Un ejemplo es el enfoque cristiano de las fiestas culturales. A medida que se acerca el 4 de julio (día de la independencia de Estados Unidos), por ejemplo, espero que mi blog incluya artículos sobre si las iglesias debieran celebrar servicios orientados al patriotismo. Es probable que en noviembre aparezcan artículos sobre el trasfondo histórico real del Día de Acción de Gracias, quizá también algunos sobre si EE.UU. fue alguna vez una nación cristiana.

Algunos cristianos cuestionan incluso las fiestas religiosas. En primavera podría encontrarme con un debate sobre la conveniencia de celebrar la Semana de la Pasión o el Domingo de Resurrección, y en diciembre sobre si la Navidad es una buena idea. El rechazo de estas celebraciones podría estar motivado por sus supuestos orígenes paganos y/o una visión rígida del principio regulativo del culto.

¿El día de la madre o no?

Otro punto controvertido es el reconocimiento del Día de la Madre y del Día del Padre por parte de la Iglesia. A lo largo de los años probablemente he visto más artículos sobre estas festividades –especialmente el Día de la Madre– que sobre cualquier otra. ¿Cuáles son los problemas?

  • La Biblia no nos ordena concentrarnos en las madres y los padres en los servicios religiosos, ni registra un ejemplo de una iglesia primitiva que lo hiciera.
  • Por diversas razones ajenas a su voluntad, muchas mujeres no son madres y muchos hombres no son padres. La iglesia no debería hacer sentir a estos creyentes como ciudadanos de segunda clase, pero a veces lo ha hecho.
  • Muchas personas tuvieron una educación abusiva o pobre. El Día de la Madre y el Día del Padre pueden hacerles revivir recuerdos dolorosos.
  • Todos los padres viven con cierta dosis de fracaso y arrepentimiento, a menudo una gran dosis. Un día que se supone que debe animarles puede acabar teniendo el efecto contrario.
  • Muchos padres tienen el corazón roto porque sus hijos no siguen a Cristo o están tomando decisiones destructivas. También en este caso, el Día de la Madre y el Día del Padre pueden tener el efecto de echar sal en una herida abierta.
  • Hay bastante libertad en la aplicación de los principios bíblicos de la crianza de los hijos. Las madres y los padres no tienen que hacer exactamente lo mismo, y los predicadores pueden caer en una forma de legalismo al ser demasiado prescriptivos.
  • Podríamos elevar a los padres de tal manera que perdamos nuestro enfoque en Dios y su gracia como la razón detrás de todo lo bueno que vemos en los padres. Y el Día de la Madre y el Día del Padre pueden desviar la atención del Evangelio en general.

Todas estas preocupaciones son legítimas. Especialmente cuando no son planteadas por autores aleatorios de Internet, sino por los propios miembros de la iglesia, un pastor debería darles importancia y no seguir alegremente la tradición. A veces esta cuestión me ha parecido tan complicada que he tenido ganas de dejar de lado la tradición y limitarme a predicar sobre la siguiente perícopa de mi serie expositiva. Ciertamente, eso sería más fácil que encontrar una nueva forma de hablar sobre la maternidad o la paternidad, evitando las minas terrestres.

El otro lado de la historia

Por lo general, sin embargo, agonizo hasta que –por la gracia de Dios– llego a algo factible. ¿Por qué?

Para empezar, la Biblia nos insta a expresar gratitud a quienes nos han servido (p. ej., 1 Ts. 5:12-13), y tales elogios aparecen en las páginas de las Escrituras (p. ej., 1 Co. 16:15-18). Más concretamente, Dios nos ordena honrar a nuestros padres y madres (p. ej., Ef. 6:2). La propia Escritura honra públicamente a los padres fieles. Proverbios 31 termina de esta manera: “Denle el fruto de sus manos, y que sus obras la alaben en las puertas de la ciudad” (v. 31). Sin duda, la Iglesia reunida hace bien en seguir este ejemplo un par de veces al año.

El Señor ha encargado a la Iglesia que transmita Su verdad revelada en las Escrituras (p. ej., 1 Ti. 3:15). Al tiempo que evitamos el legalismo, debemos exponer las instrucciones específicas de la Biblia para madres, padres e hijos. ¿Qué mejor oportunidad para hacerlo que en un momento en que el tema de la familia está en la mente de la gente? El mundo impulsa sin descanso sus agendas en relación con la familia. Y los cristianos a veces tienen puntos de vista inexactos o desequilibrados de la enseñanza de la Biblia sobre este tema. Los padres actuales y futuros de la iglesia necesitan toda la ayuda y el aliento que puedan recibir.

Del mismo modo, la iglesia local sirve como un contexto natural y eficaz en el que abordar los problemas y dolores de la vida familiar. Los pastores pueden sacarlos a la luz con sensibilidad en el Día de la Madre y el Día del Padre, y luego iluminarlos con la luz de la Palabra de Dios. Las Escrituras tienen mucho consuelo y orientación para los que sufren a causa de sus madres, sus padres, sus hijos, su falta de hijos o sus fracasos como padres.

Por último, debemos recordar el poder del ejemplo. Además del ejemplo del propio Cristo (p. ej., Jn. 13:15), las Escrituras presentan a varios creyentes como modelos de piedad dignos de imitación (p. ej., 1 Co. 11:1; Fil. 3:17). A pesar de lo compleja e intensa que puede ser la crianza de los hijos, las ilustraciones de la vida real de la crianza de los hijos –ya sean éxitos o luchas– tienen un potencial único de inspiración.

Estas ilustraciones no tienen por qué limitarse a un sermón. El compartir testimonios personales en el Día de la Madre y el Día del Padre puede funcionar como sermones por sí mismos. A este respecto, terminaré con una parte de una carta que recibí recientemente. Confío en que la encuentren alentadora mientras cerramos el Día del Padre.

Estimado pastor Ken,

Una de las cosas que usted hace en Cleveland Park Bible Church que ha tenido un tremendo impacto en mi vida es permitir que los miembros de la iglesia den testimonio en el Día de la Madre y el Día del Padre. Escuchar cómo el evangelio ha influenciado vidas individuales y unidades familiares por una vida piadosa bien vivida es una motivación para que yo haga lo mismo. Recuerdo el testimonio de… sobre su padre. Cuando terminó, pensé: ‘Vaya, ojalá pudiera conocer a este hombre algún día’. Qué privilegio llegar a conocer a… y tener una relación con él después de que él y… se mudaron al sur…

Hay otros testimonios que también recuerdo, pero mi objetivo en esta carta no es hacer una lista de los diversos testimonios que se han dado, sino centrarme en el que más me ha impactado…


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