¿Qué viene a tu mente cuando piensas en la Iglesia? Quizá un edificio que está frente a un parque de alguna ciudad o quizá piensas en personas reunidas o en familias que llevan a sus hijos a un lugar específico o quizá piensas en ese lugar donde tienes experiencias espirituales o una reunión donde saludas a tu hermanos y hermanas. Ahora bien, si te pregunto, ¿cuál es el propósito de Iglesia? ¿Qué responderías? Mi deseo en este articulo es recordarnos y animarnos a reconocer el propósito que Dios ha dado a Su Iglesia.

¿Qué es la Iglesia y quiénes son la Iglesia?

Muy sencillamente, la Iglesia es la comunidad de creyentes que han sido llamados por Dios a través de la fe en Jesucristo. Esta comunidad no está limitada a una estructura física o institucional específica, sino que abarca a todos aquellos que han sido redimidos por la gracia de Dios y han sido unidos a Cristo por medio de la fe. Entonces, la Iglesia son creyentes que han sido comprados a precio de la sangre de Cristo Jesús, que por la fe en Él están unidos en Él y viven bajo Su autoridad. La Iglesia es el cuerpo de Cristo sobre la tierra y Él es la Cabeza (1 Co. 12:12-27; Col. 1:18). Él enseñó que la Iglesia no es el edificio, sino que es Su cuerpo, y donde sea que Su cuerpo está reunido Él está allí. Esto fue lo que aprendieron los apóstoles cuando recibieron al Espíritu Santo en el Pentecostés (Hch. 1:8). 

Toda persona que ha puesto su fe en Cristo es parte de la Iglesia, el apóstol Pablo dice: «Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también ustedes fueron llamados en una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos» (Ef. 4:4-6). La Iglesia, entonces, es el pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo conformado por los redimidos del Padre; ahora bien, ¿qué implicación tiene en nuestra vida?

¿Cuál es el propósito de la iglesia?

El propósito de Dios para la iglesia es que esta le de gloria al vivir en santidad frente a un mundo que no cree en Dios. Jesús lo dijo así: «Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt. 28:19-20).

Jesús escogió a doce hombres débiles para compartir el plan redentor de Dios, a través de encomendarles Su mensaje a ser predicado a todas las naciones a través de la plantación de iglesias por medio de pastores fieles a la Palabra de Dios. El propósito de la iglesia es adorar y servir a Dios, predicar el evangelio y ser luz en este mundo para que otros conozcan a nuestro Dios. ¿Cómo lo hacen? Pedro dijo: «Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración» (Hch. 2:42). 

En medio de un tiempo donde ser iglesia y congregarse ya no es relevante porque en las redes sociales los cristianos escogen lo que creen que necesitan, perdemos de vista exhortarnos unos a otros para recordarnos el propósito ser iglesia. He visto con mucha tristeza cómo muchas iglesias cristianas se han desviado de este propósito. Han sustituido la prioridad de hacer discípulos por un activismo social. Es decir, han sustituido lo primero por lo segundo. Las obras que reflejan nuestra fe es el resultado de ser discípulos de Cristo.

Los apóstoles escogieron hombres aptos para la tarea de servir a las viudas y las mesas (Hch. 6:1) mientras ellos se encargaban de enseñar, cuidar el rebaño de Cristo y plantar iglesias para que otros conozcan a Cristo. Los pastores no pueden perder de vista la importancia que tiene esto, muchos falsos convertidos han surgido de llevarlos a servir en ministerios de misericordia antes de que verdaderamente comprendan las implicaciones del evangelio en sus vidas (1 P. 5:2-3). Tenemos la historia de la iglesia como ejemplo, donde las mujeres de la reforma ayudaban a los huérfanos y lo hacían a través de enseñarles a leer la Biblia. Misioneros como William Carey que apeló por leyes que devolvieron a las mujeres su dignidad al no ser usadas ni mutiladas mientras traducía y les enseñaba la Biblia.

Los pastores están llamados a enseñar, equipar y cuidar a las ovejas de Cristo, de estas Dios les pedirá cuentas. Su prioridad no es cambiar el mundo, es hacer discípulos de Cristo, así como el resto de cristianos. Su enfoque no es que la pobreza y la injusticia que prolifera en este mundo hasta que Cristo regrese se termine, sino equipar a los redimidos de Dios para que en dónde sea que estén, vivan a la luz del evangelio y sí, ayuden a su prójimo con la intención que conozcan el evangelio y sean transformados por Cristo. Por eso, necesitamos examinar nuestras motivaciones si deseamos exaltar el nombre de Cristo en medio de lo que hacemos. Es la gran comisión que todos estamos llamados a hacer para el cual Dios nos escogió y nos salvó de manera que reflejemos vidas que sean de luz en nuestras comunidades. 

Como bien dice Tim Challies: «La iglesia de Dios necesita pastores. Necesita pastores que actúen, no primeramente como sacerdotes o directores ejecutivos, sino como cuidadores de ovejas: pastores que protejan al pueblo de Dios; que lo alimenten con comida espiritual; lo guíen ejemplificando el carácter piadoso; y lo atiendan en las tentaciones, pruebas y triunfos de la vida. En definitiva, los pastores existen para «pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre» (Hch. 20:28). Dios nos guarde fieles para hacer proclamar Su evangelio, hacer discípulos y «hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe», Gálatas 6:10. ¿Cómo estás viviendo el propósito de la Iglesia?


¿Qué problema hay?

Este libro está diseñado para ayudar a borrar el estigma de los “problemas de salud mental” en la iglesia y para presentar a la iglesia como el refugio principal para encontrar respuestas a problemas humanos profundamente arraigados. Los lectores aprenderán que Dios ha diseñado cada función de la iglesia para que sea una parte integral del cuidado del alma. Dios ha provisto a la iglesia con los recursos necesarios para que nos cuidemos bien los unos a los otros. La oración, la Palabra, la obra del Espíritu Santo y la comunidad cristiana son las provisiones de Dios para guiarnos a todos a Cristo, incluso a aquellos con las luchas más profundas.


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