Se ha dicho que los latinos, en general, no son lectores entusiastas. ¿Es verdad eso? ¡Esperamos que no! EBI tiene una pasión para animar la lectura de libros de calidad sobre todos los aspectos de la vida y el ministerio cristianos. Más que cualquier otra persona, los pastores y líderes cristianos deben ser lectores. El apóstol Pablo ilustró la importancia de la lectura cuando le pidió a Timoteo, “Trae, cuando vengas, el capote… y los libros, mayormente los pergaminos”. Sin duda, la lectura debe comenzar con un estudio diligente de la Palabra de Dios, sin embargo, los pastores también deben leer comentarios bíblicos, libros de teología, historia cristiana, liderazgo, ministerio y cultura. La lectura beneficia a los pastores y líderes cristianos en las siguientes maneras:
1. La lectura nos recuerda cuánto no conocemos.
La verdad es que muchos de nosotros (y me incluyo en esta declaración) nos beneficiaremos de una buena dosis de humildad. Como pastores y líderes, a menudo nos admiran como “el hombre de la Biblia con todas las respuestas”, o como “el sabio erudito que provee consejos piadosos a todos”, pero la verdad es que no tenemos “todo el conocimiento”. Hay mucho que no conocemos. Seguimos creciendo en nuestro conocimiento, comprensión y práctica. La lectura nos recuerda esta verdad. Los buenos libros plantean preguntas difíciles. Introducen conceptos o situaciones que desafían nuestro modo de pensar. La lectura nos mantiene humildes.
2. La lectura anima a una reflexión más profunda de temas relevantes al ministerio y la piedad.
El ministerio es agotador. ¿No te parece que no hay suficiente tiempo para lograr nuestras metas? Hay visitas que hacer, reuniones que atender, servicios que planear y mensajes que preparar. Además, a menudo, los pastores deben encargarse de los aspectos físicos de las instalaciones de la iglesia. Toda esta actividad permite poco tiempo para la reflexión. Sin embargo, como pastores, somos llamados a meditar profundamente en la Palabra de Dios y sobre temas relevantes al ministerio y la piedad. La lectura anima tal reflexión. La lectura nos obliga a pensar sobre asuntos importantes que típicamente no se sacan a colación en el curso diario de eventos. Una lectura del Antiguo Testamento nos obliga a pensar acerca del contexto histórico o cultural de Israel. La lectura de un libro sobre la teología sistemática fuerza a uno a pensar profundamente acerca de la doctrina del hombre, la Trinidad o la salvación. Una lectura sobre el ministerio permite que uno piense sobre las reglas de la iglesia, el discipulado o la adoración. La lectura nos lleva a profundizar más en nuestro andar con Dios y en nuestra habilidad de ministrar eficazmente.
3. La lectura refuerza mi fe y mi andar con Dios.
¿Alguna vez ha sido conmovido hasta las lágrimas por un buen libro? Hace varios años nuestro equipo de ministerio leyó “Delighting in the Trinity” (Deleitándose en la Trinidad) por Michael Reeve, en el que el autor explica detalladamente las verdades fundamentales de la naturaleza trinitaria de nuestro Dios. Al hacerlo, el autor señaló cómo el amor y la gracia son expresiones trinitarias. Esto nos conmovió profundamente como personal de EBI. Puedo recordar haber visto muchas lágrimas de gozo mientras contemplamos esas verdades. Los buenos libros pueden hacer eso. Nos señalan a Cristo y el evangelio. Nos recuerdan la profundidad de nuestra fe y conmueven nuestros corazones.
4. La lectura promueve discernimiento.
Me encanta leer libros de diferentes posiciones teológicas, denominacionales o prácticas, porque son un reto a mi pensamiento. Me obligan a regresar a las Escrituras para asegurar que mis posiciones están basadas sobre la interpretación correcta del pasaje y no sobre mis ideas preconcebidas. Me obligan a refinar mi pensamiento y a expresar mejor lo que creo. A veces la lectura puede, aun causar que yo revalúe mi posición y reforme mi creencia para que cuadren mejor con la enseñanza de la Palabra de Dios. Discernimiento es la habilidad de analizar y evaluar la verdad y el error. Discernimiento es una aptitud que tiene que ser perfeccionada. Tiene que ser ejercitada (He. 5:14). Leyendo, podemos mejorar nuestra habilidad para discernir. La lectura nos hace evaluar las afirmaciones del autor y juzgar si son válidas.
5. La lectura me presenta a otros dentro de la esfera más amplia del reino de Dios.
Nuestros círculos típicamente son pequeños. Mientras que podamos servir dentro de una asociación de iglesias o dentro de un grupo local o aun internacional de creyentes, nuestro contacto es limitado. Por lo menos, estamos limitados a conocer a aquellos que aún vivan y que estén en nuestro círculo de compañerismo y ministerio. Pero la iglesia de Dios es mucho más grande que eso. Incluye creyentes desde el Día de Pentecostés hasta hoy y creyentes de cada rincón del mundo. Nunca tendremos la oportunidad de conocer a la mayoría de ellos. Pero los libros me permiten entrar en conversaciones verbales con esos creyentes remotos. A través de buenos libros podemos “conversar” con Agustín, Martín Lutero y Warren Wiersbe. La lectura expande nuestros horizontes. La lectura le permite a uno ver lo que Dios está haciendo a través del tiempo y en todo el mundo.
Así que, le animamos a leer. Aparte tiempo cada día para la lectura. Tome un buen libro. Compre uno de EBI. ¡La lectura cambiará su vida y ministerio!
¿Por qué muchos ministros del evangelio se muestran reticentes a leer?
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¿Qué libro recomendaría que otros leyeran?
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