“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Lucas 2:10-11
El nacimiento de un miembro de la realeza británica debe cumplir con ciertos protocolos, por ejemplo: La primera en enterarse es la reina, y luego los miembros de la familia real; una vez que el nuevo bebé ha nacido, un edecán real irá inmediatamente del hospital al palacio, acompañado por una escolta policial, con un boletín en sus manos, el mismo que estará firmado por los médicos que atendieron el parto.
Luego se coloca un caballete en las rejas del Palacio de Buckingham, donde el público puede leer el acontecimiento. Después de esto se divulga oficialmente la noticia a través de Twitter y Facebook. Pero no concluye allí, pues a continuación viene el saludo real, que consta de cuarenta y un cañonazos, la colocación de las banderas británicas en todos los edificios del gobierno y, finalmente, la reina mostrará al bebé desde el balcón del palacio, frente a una gran multitud[1].
Cuando nuestro Señor Jesucristo nació, no le acompañaron doctores, no hubo disparos de cañón, ni banderas desplegadas en Belén, ni miles de personas esperando ver al bebé, ninguna autoridad estuvo presente, ni siquiera hubo una habitación para recibirlo, sino un sencillo pesebre. Pero este evento no podía pasar desapercibido, su realeza y su deidad fueron dadas a conocer por medio de ángeles, y la audiencia escogida fueron humildes pastores. Miremos a continuación seis enseñanzas en el anuncio del ángel:
NO TEMÁIS
El pasaje inicia con la conjunción “pero”, lo que implica una conexión de este versículo con el contexto anterior; por lo que debemos recordar que Lucas está describiendo el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en Belén de Judea. Narra que había pastores en aquella región que velaban el rebaño, y aunque la Escritura no aclara el número de ellos, entendemos que fueron varios pastores que recibieron la inesperada visita de un ángel del Señor, teniendo este acontecimiento un testimonio válido, pues el hecho de que uno de ellos haya alucinado, sería probable; pero que todos ellos lo hayan experimentado, es irracional.
La presencia del ángel produjo que los pastores se quedaran aterrados, literalmente Lc. 2:9, en su parte final dice: “tuvieron un temor grande” [2], por ese motivo, el ángel les dijo: “No temáis”. Pero, ¿cómo no estar atemorizado al observar que todo el lugar resplandeció en medio de la noche?
Probablemente su temor fue ocasionado por la remembranza de las Escrituras respecto a la presencia de ángeles; ya que fueron ángeles los que Dios usó para destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra (Gn. 19). Un ángel también fue quien ejecutó el juicio de Dios ante el pecado de David, causando la muerte de setenta mil hombres. (1 Cr. 21:14-15).
Todo hombre debería sentirse espantado al mirar su pecaminosidad iluminada por la gloria de Dios. Pero este ángel no era portador de malas noticias, mucho menos de castigo, sino todo lo contrario; el ángel del Señor traía buenas noticias.
BUENAS NUEVAS DE GRAN GOZO
El término griego “evangelizo” o “nuevas”, y de donde nosotros obtenemos la palabra “evangelizar”, es usado en este pasaje como: “anunciar buenas nuevas”[3], por lo tanto, este mensajero venía a anunciar buenas nuevas. Ahora, estas “buenas nuevas” no sólo serían motivo de gozo, sino de “gran” gozo. El adjetivo “gran” intensifica la fuerza del sustantivo “gozo”.
Solamente aquellas parejas que esperaron durante muchos años por un bebé, viven momentos de gozo cuando reciben la buena noticia. Solamente aquellas personas que escucharon: “La operación fue un éxito”, “el tumor es benigno” o “el cáncer desapareció”, viven alegría, deleite que no tiene comparación. Pero “gran gozo”, gozo sin comparación, lo viven aquellas personas que luego de andar por este mundo con el peso de sus propios pecados, reciben las buenas nuevas que los hace libres.
PARA TODO EL PUEBLO
Ahora, las buenas noticias, tienen que ser compartidas; si la cura para una enfermedad ha sido descubierta, no puede ser guardada dentro de un laboratorio, sino compartida con todo aquel que adolezca dicho mal. De la misma manera, las buenas nuevas no podían ser solo para este pequeño grupo de pastores, las noticias que causarían gran alegría, deberían llegar a todo el pueblo, a toda nación, a toda etnia.
OS HA NACIDO HOY
El ángel anuncia que el nacimiento de nuestro Señor fue ese preciso día: “Os ha nacido hoy”. La buena noticia no fue retrasada, nunca debemos hacer esperar a nadie a que escuche las buenas nuevas, sobre todo si éstas van a librarlos de una gran carga, de una condena eterna. Ninguna persona que tenga en su poder la boleta de libertad de un reo, se quedará con ella, dilatando así el tiempo; sino más bien, la usará en seguida, para ver a su ser amado en libertad; así mismo, nuestro buen Dios dio a conocer al pueblo esta gran noticia, el mismo día del nacimiento del Redentor.
UN SALVADOR
La palabra griega “Sotér”, que es traducida por “Salvador”, o “Libertador”, es usada tanto para mencionar al Padre (Lc 1:47; Tit. 1:3) como al Hijo (Jn. 4:42; Ef. 5:23). El Padre es Dios, y el Hijo es Dios; sin embargo, en el contexto de este versículo se refiere a nuestro Señor Jesucristo. Jesús es el Salvador, Jesús es el Libertador. Sólo él puede libertarnos de la condena merecida por haber pecado, sólo él puede salvarnos de morir ahogados en nuestras inmundicias, es imposible hacerlo por nuestros propios medios.
Jesús es el Salvador, Jesús es el Libertador. Sólo él puede libertarnos de la condena merecida por haber pecado, sólo él puede salvarnos de morir ahogados en nuestras inmundicias, es imposible hacerlo por nuestros propios medios.
ES CRISTO EL SEÑOR
Durante miles de años el pueblo de Israel esperó la venida del Mesías, y aún hoy, muchos que no han creído, lo siguen esperando; pero el anuncio del ángel es claro y contundente, pues no da lugar a discusión. No tenemos que buscar ni esperar por otro Mesías, el verbo “ser” conjugado en tercera persona del singular, nos indica que Jesús “es” el Cristo, “es” el Ungido de Dios, “es” el Salvador esperado. Si él “es el Cristo”, ya la espera finalizó.
CONCLUSIÓN
Finalmente debemos meditar de este anuncio en algunas aplicaciones prácticas para nuestras vidas:
- Las Buenas Nuevas del evangelio no fueron trasmitidas a eruditos y sabios de aquellos tiempos, sino a un grupo de sencillos pastores, como muestra de que, para compartir estas noticias de gran gozo, solo se necesita disposición de corazón.
- La Buenas Nuevas del evangelio, no nos fueron dadas para que nosotros guardemos silencio, ni hablemos de ellas solo entre nosotros; sino para que compartamos esta preciosa noticia de salvación con todo el pueblo.
- La Buenas Nuevas del evangelio, no deben ser postergadas para mañana, pues “hoy es el día de salvación”.
- La Buenas Nuevas del evangelio, son el mejor regalo que podrás dar a alguien en esta Natividad, pues cualquier otro regalo, producirá una sonrisa, producirá un momento de alegría, pero solo el evangelio causará “gran gozo” a quien lo reciba, y gran gozo que perdurará por la eternidad.
[1] Keith Moore y Kathryn Westcott. “10 curiosidades sobre el nacimiento del bebé real”. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130621_kate_william_guillermo_catalina_bebe_real_curiosidades_finde Fecha de acceso: 30 de noviembre de 2020.
[2] Francisco Lacueva. “Nuevo Testamento Interlineal Griego – Español”. Barcelona. Clie. 1984.227.
[3] W. E. Vine, Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, 1999.
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