“He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella…” (Cnt. 1:15). 

El Cantar de los Cantares no es un libro fácil de interpretar. Muchos creyentes no saben qué hacer con un libro que comienza así: “¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino” (Cnt. 1:2). Quizá por eso no se escuchan muchos sermones de Cantares. 

Si ese es tu caso, no eres el único que se siente así con respecto a este libro. Los antiguos judíos, al encontrar algunos versículos demasiado explícitos, postularon que el libro se trataba más bien del amor entre Dios y el pueblo de Israel. En los primeros siglos de la Iglesia cristiana, algunos intérpretes siguieron el mismo patrón que los judíos, y rápidamente se popularizó la interpretación alegórica del libro; es decir, que se trata del amor entre Jesús y la Iglesia. 

Sin embargo, la interpretación de este precioso libro poético es, al final, bastante sencilla en esencia. Se trata de un poema que celebra el amor entre un esposo y una esposa. Pero no pienses que esto le quita espiritualidad al libro. Por el contrario, el amor y la intimidad sexual dentro del pacto matrimonial es el plan de Dios. Y, de hecho, a lo largo del libro de Cantares se puede ver la fidelidad de Dios de muchas maneras.

…a lo largo del libro de Cantares se puede ver la fidelidad de Dios de muchas maneras. 

Dios es fiel al mostrar la belleza del amor 

Cantares 1:15-16 muestra el siguiente diálogo: “He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella; tus ojos son como palomas. He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; nuestro lecho es de flores”. A lo largo del libro, por medio de poesía, metáforas y símiles, el autor —Salomón— demuestra que el amor es bello. El esposo constantemente alaba a su esposa, y la compara con las palomas, la grana, una torre, la gacela, el aceite, el panal de miel, un huerto lleno de flores, etc. (Cnt. 4). De la misma manera, la esposa compara a su esposo con el manzano, el cervatillo, las flores, una paloma, etc. (Cnt. 2). Dios ha creado el deseo sexual para que sea legítimamente satisfecho dentro del pacto matrimonial.

En el Nuevo Testamento, Pablo usa el amor que Cristo tiene por su Iglesia para ilustrar el tipo de amor que el esposo debe tener por su esposa: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Ef. 5:25). La fidelidad de Dios se demostró en la cruz, que es la manifestación más grande del amor. Si bien nada puede compararse con el amor que Cristo tiene para con los suyos, el amor en el matrimonio debe ser un reflejo del amor de Dios.

Dios es fiel al dar el pacto matrimonial

En seis ocasiones Salomón llama “esposa” a su amada (4:8-12; 5:1). Es cierto que, por desgracia, Salomón cayó en pecado al casarse con muchas mujeres, las cuales desviaron su corazón (1 R. 11:4). Algunos intérpretes piensan que quizás Salomón escribió este poema en un momento en su vida en el cual se dio cuenta de que el amor de pacto debe ser entre un hombre y una mujer, como escribió en Proverbios 5:18-19: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”.

Las Escrituras claramente revelan que el plan de Dios es el matrimonio entre un hombre y una mujer, para toda la vida (Mt. 19:4-6). Es allí donde los seres humanos encontrarán la verdadera libertad y la belleza de ser una sola carne con su pareja. Dios mostró su fidelidad para con los seres humanos desde el principio, cuando vio que no era bueno que el hombre estuviera solo, y le proveyó una ayuda idónea (Gn. 2:18). Esa fidelidad de Dios se ve en Cantares, pues muestra la belleza del pacto matrimonial por medio de la belleza del lenguaje poético.

Dios es fiel al revelarse a sí mismo en el amor

Si bien, como dije al principio, Cantares no es una alegoría del amor entre Cristo y la Iglesia, eso no quiere decir que no podamos encontrar paralelos entre el amor en el matrimonio y el amor que Jesús tiene para con su pueblo. El amor de Jesucristo es completo y entregado (Ef. 5:25), como debe ser el amor entre los esposos. La Iglesia, la esposa del Cordero, es alabada y ataviada de manera bella para su boda (Ap. 19:7-8); de la misma manera, los esposos deben procurar alabar (de manera apropiada) a su cónyuge, y Cantares es un excelente ejemplo de ello.

Sin embargo, debes notar que al igual que hay similitudes, también hay diferencias. Mientras que el matrimonio entre Jesús y su esposa —la Iglesia— es eterno, el matrimonio en la tierra no lo es (Mt. 22:30). Eso habla de que el amor matrimonial en la tierra es tan solo una sombra que apunta al amor de pacto de Dios para con los suyos. Mientras que tu amor aquí en la tierra es imperfecto, el amor de Dios no tiene imperfección alguna. Puede que demuestres mucho amor; sin embargo, Dios es amor (1 Jn. 4:8). Al final, la fidelidad de Dios se demuestra en que “si [fueras infiel], él permanece fiel” (2 Ti. 2:13).

Conclusión

El libro de Cantar de los Cantares es una joya que habla del verdadero disfrute que hay en aquellos que siguen el plan de Dios. ¡Qué hermoso es el amor en el matrimonio! ¡Qué dolor hay para aquellos que lo niegan con sus actos! Mientras que a tu alrededor eres testigo de múltiples ejemplos de infidelidad, las Escrituras te muestran a un Dios fiel y lleno de amor que envió a Jesucristo al mundo para rescatar y presentarse a sí mismo una Iglesia gloriosa.

Para reflexionar

Gózate en saber y reconocer que Dios es amor, te ama y te amará siempre. Él es un Dios fiel que no cambiará de parecer y que no solo te ama, sino que te permite amar y ser amado.


Este artículo es un extracto del libro En ti confiaré. Meditando en la fidelidad de Dios en el Antiguo Testamento. Publicado por Editorial EBI.

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