Hay mucho que po­demos aprender acerca de Dios y cómo conocer a Dios nos ayuda a aconsejar a otros cuando exploramos sus atributos.

¿Qué son los atributos de Dios?

Un atributo es una cualidad verdadera de alguien y la que usamos para describir a esa persona. Cuando usted dice que su esposa es hermosa, su vecino es amable o su jefe es duro, está usando atributos para describirlos. Una de las cosas más maravillosas de la Biblia es que no solo describe que Dios existe o lo que hace; la Biblia nos dice también cómo es Dios. Nos cuenta sobre lo que le agrada y lo que le desagrada, las cosas que valora y ama. Nos enseña sobre el tipo de ser que es y lo que motiva sus ac­ciones. Esto es maravilloso porque Dios no está obligado a decirnos quién es.

El hecho de que Dios nos dé tanta información sobre sí mismo es una indicación de su deseo de tener una relación con nosotros. No solo quiere que sepamos realidades sobre él. Quiere que lo conozcamos. Eso agrega entusiasmo a nuestra búsqueda de compren­sión sobre estas cosas. Permítame explicarme.

Cuando estaba en el último año de la universidad, conocí a alguien llamada Lau­ren. Pensé que era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, y aunque no lo sabía en ese momento, era la mujer que finalmente se convertiría en mi esposa. Comenzamos a pasar tiempo juntos, y luego comenzamos a pasar más tiempo juntos. Nos sentábamos y hablábamos hasta altas horas de la noche sobre nuestras familias, nuestro caminar con el Señor, lo que nos hacía reír, lo que queríamos de la vida y un millón de otras cosas. Me encantaba hablar con ella. Me encantaba escuchar lo que le interesaba. Quería saber más y más sobre esta chica que había cautivado tanto mi corazón.

Esto es algo propio del espíritu con lo que debemos también buscar alcanzar una comprensión del carácter de Dios. La única diferencia es que, aunque mi esposa sea maravillosa, ella no está en la misma categoría que el Dios del cielo y la tierra. Dios es más maravilloso que cualquier persona que hayamos visto. Debemos tratar de seguir conociéndolo con entusiasmo sin igual.

¿Cómo se clasifican los atributos de Dios?

No hay una única forma bíblicamente fiel de organizar los atributos de Dios. Los cristianos a lo largo de la historia han organizado información sobre los atributos de Dios de muchas maneras diferentes. Simplemente han hecho todo lo posible para debatir sobre el carácter de Dios de maneras que contribuyan a una comunicación efectiva y una claridad en la comprensión.

Mi propuesta es dividirlos en dos categorías:

  • Los atributos de fortaleza de Dios: la autosuficiencia, infinidad, omnipresencia, omnisciencia, omnisapiencia y omnipotencia.
  • Los atributos del cuidado de Dios: santidad, fidelidad, benignidad, amor, misericordia, gracia e ira.

¿Qué aplicaciones prácticas tiene el conocimiento de los atributos de Dios en la consejería bíblica?

Sugeriré cinco respuestas para los consejeros bíblicos.

En primer lugar, los consejeros bíblicos deben ser humildes y deben tratar de en­gendrar humildad en sus aconsejados. Dios es todo lo que no somos nosotros. Necesi­tamos ser sabios, pero no lo somos. Dios lo es. Queremos el poder para cambiar, pero no lo tenemos. Dios lo tiene. Queremos ser fieles y buenos, pero no lo somos. Dios lo es. Los mejores consejeros tendrían todas las características que solo Dios posee. ¡Por eso se le llama el “Admirable Consejero” (Is. 9:6)! Todas estas características son las que nos faltan debido a nuestro pecado o por causa de nuestras limitaciones como criaturas. El hecho de crecer en el conocimiento de quién es Dios debería hacernos sentir humildes, sabiendo que estamos lejos de poseer los atributos más cruciales para el éxito en nuestro trabajo. Esos atributos, que no nos caracterizan, describen quién es el Dios perfecto en su esencia.

En segundo lugar, los consejeros bíblicos deben ser personas que adoran y que guían a los aconsejados a la adoración. Al vislumbrar al Dios glorioso debemos sentirnos motivados para exaltarlo. El desbordamiento de esa exaltación debería traducirse en palabras que lleven a nuestros aconsejados a adorarlo también. Un consejero que considerase empezar una sesión de consejería sin apuntar a las glorias de Dios, es un consejero cuyo corazón está más lejos de él de lo que desearíamos, ya que de la abundancia del corazón habla la boca (Mt. 12:34). Todos los que vienen a recibir consejería tienen un déficit de adoración. La consejería se ocupa de restaurar a las personas angustiadas para que puedan realizar una adoración adecuada. La consejería bíblica existe porque la adoración no existe. El trabajo de los consejeros es trabajar para perder su trabajo, restaurando así la ado­ración en los corazones de las personas que sufren.

Todos los que vienen a recibir consejería tienen un déficit de adoración. La consejería se ocupa de restaurar a las personas angustiadas para que puedan realizar una adoración adecuada.

En tercer lugar, los consejeros bíblicos deben ser personas que confíen en Dios y guíen a los aconsejados a confiar en él también. Organizar los atributos de Dios de acuerdo con su fortaleza y su cuidado nos permite ver algo de enorme significado en el carácter de nuestro Dios. Dios tiene un poder sin igual. A muchos cristianos les encanta enfatizar el atributo de la fortaleza de Dios, diciendo que motiva nuestra confianza en él. Pero la fortaleza de Dios por sí sola no motiva la confianza. Así como el peso imponente de un esposo abusivo inspira terror, la fortaleza de Dios podría ser un obstáculo para nuestra confianza en lugar de una ayuda. A otros cristia­nos les encanta enfatizar el atributo del cuidado de Dios alegando que motiva nuestra confianza en él. Pero el cuidado de Dios por sí solo no motiva la confianza. Una rela­ción cercana con una persona muy amable que no tiene poder para ayudarnos cuando lo necesitamos puede disminuir la confianza. Para confiar en Dios necesitamos que sea un Dios poderoso en su fortaleza y gentil en su cuidado. Podemos confiar en Dios y alentar a nuestros aconsejados a que hagan lo mismo precisamente porque Dios es poderoso y amoroso.

En cuarto lugar, los consejeros bíblicos deben ser personas que orienten su con­sejería alrededor de la gratitud hacia ese Dios, que es tanto fuerte como cariñoso. La consejería tiene que ver con el cambio. Los atributos de Dios señalan que, al ser pecadores, los consejeros y aconsejados a menudo carecen del nivel de cuidado re­querido para participar en tales esfuerzos. Incluso cuando contamos con algún nivel de cuidado, siempre nos falta la fuerza para lograr el cambio requerido. Cada vez que ocurre un cambio en la consejería, tenemos que agradecerle a nuestro Dios, quien es bueno y fuerte. A la luz de la doctrina de Dios, uno de los objetivos de la consejería es engendrar un profundo agradecimiento por Dios tanto en el consejero como en el aconsejado.

Por último, Dios establece el plan de trabajo de la consejería. Cuando los conse­jeros hablan sobre el plan de trabajo de la consejería, están hablando del tipo de cosas que se discuten en el proceso de consejería. La doctrina de Dios nos enseña que Dios es quien tiene el derecho de establecer ese plan para la consejería. Es Dios quien nos hizo operar de ciertas maneras y nos las reveló. Son las normas de Dios las que están sobre el tapete para crear las dificultades que conducen a la consejería. Es el santo carácter moral de Dios el que sirve como estándar para el cambio en la consejería. Son la fortaleza y el cuidado de Dios los que hacen posible este cambio requerido.

Durante décadas, los cristianos no han estado de acuerdo sobre si Dios es un tema legítimo en la consejería. Demasiados cristianos piensan que el Dios de la Biblia es un tema negociable en las conversaciones que llamamos consejería. Demasiadas personas creen que las normas éticas seculares pueden obligar a Dios a abandonar la oficina de consejería. Como consejeros, todos necesitamos incrementar nuestra fidelidad a Dios. Mi oración es que podamos coincidir en que una de las formas más centrales en las que podemos crecer, es incluir más, no menos, del carácter de Dios en nuestra consejería. Solo conociendo a Dios, su carácter y su Palabra, podremos saber qué es la fidelidad.


Este artículo es un extracto del libro Teología de la Consejería Bíblica, publicado por Editorial EBI.

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