¿Qué es un “cristiano ateo”?

Por supuesto, las comillas del título son significativas. No podría existir un cristiano ateo, ya que eso sería una contradicción ontológica, y sería algo tan incoherente que caería en la imposibilidad de su existencia. Sin embargo, en este breve artículo querría llamar la atención a un tipo de cristianismo, en el que todos podemos caer en algún momento. Sin lugar a dudas, nadie querría ser considerado un “cristiano ateo”, ni ser identificado de esta manera. Pero, ¿es posible que, siendo cristianos, en determinadas ocasiones nos comportemos como ateos? Ese es el punto de este artículo.

Podríamos definir al “cristiano ateo” como aquella persona que tiene características de ambas identidades. Para ilustrar esto, señalaré algunos ejemplos, pero básicamente es una persona que cree en Dios, pero en la práctica se maneja de otra manera, dejando fuera sus lineamientos. Aunque cree en la existencia de Dios y le adora de muchas maneras, suele dejarlo afuera en cuestiones cotidianas. Esta conducta puede ser de alguien que tiene hábitos cristianos, como congregarse, cantar a Dios, servir, pero, fuera de lo eclesiástico Dios no tiene injerencia en su vida, más allá de una moral medianamente aceptable. Dios, en su perfecta sabiduría y gracia, nos ha concedido todo lo que necesitamos para vivir según sus parámetros.

“… nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad…” (2 P. 1:3).

Trabajador cristiano, conducta atea

Dios ha establecido al trabajo como el medio de subsistencia (Gn. 3:19). Un “cristiano ateo” podría ser aquel que no busca en la Palabra lo que Dios dice al respecto, solo se contenta con trabajar. Por ejemplo, ¿cuánto debería trabajar un cristiano? Lo suficiente como para tener para compartir con otros (Ef. 4:28). Dentro de esto mismo, debería saber que no aportar a su familia es un acto reprochado por Dios, enfáticamente grave: “… si alguien no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo…” (1 Ti. 5:8). Además, un cristiano debe trabajar como si lo estuviera haciendo para Dios (Col. 3:23).

Un “cristiano ateo” solo trabaja, pero no incorpora más instrucciones divinas al respecto. Pierde de vista la importancia de buscar la gloria de Dios en todo (Ro. 11.36), pensando que su trabajo se trata de sí mismo, y deja a Dios afuera de la ecuación. Esta persona disocia al cristianismo y a la vida laboral. Aunque tenga una buena conducta a nivel moral, no está pendiente de cómo glorificar a Dios, sino, simplemente, de cómo ser un buen trabajador (cosa a la que cualquier ateo también podría aspirar, incluso, alcanzar con más éxito).

“… Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres…” (Col. 3:23).

Un “cristiano ateo” solo trabaja, pero no incorpora más instrucciones divinas al respecto. Pierde de vista la importancia de buscar la gloria de Dios en todo (Ro. 11.36)

Padre cristiano, paternidad atea

Aunque el individuo sea cristiano, muchas veces la paternidad y la maternidad caen en una especie de ateísmo: se desarrolla como si fuese un ámbito en el cual Dios no hubiera dicho más. En la práctica, se comporta igual que un buen padre ateo, salvando algunos detalles comunes a todos los cristianos. Los padres cristianos deben aprender a tener una paternidad cristiana. La paternidad cristiana está marcada por la guía divina, establecida en la Palabra de Dios. Por ejemplo, un padre cristiano debería “entrenar” a sus hijos en la vida piadosa (Ef. 6:4). Esto exige una determinación y dedicación muy importantes. La paternidad cristiana está marcada por una saturación de la Palabra, desde los padres hacia los hijos (Deut. 6:6-9).

Un “cristiano ateo”, en este caso, sería alguien que falta a sus responsabilidades como padre cristiano, creyendo que su responsabilidad es solo procrear y “sponsorear” (mantener económicamente) a sus hijos. Es un cristiano, pero su paternidad tiene poco de diferente con la de un buen padre ateo. Pierde de vista la importancia de reflejar el carácter del Padre eterno (Mt. 5:48). Tenemos mucho por aprender de Dios como padre, para representarle cada día mejor, y la paternidad es un excelente ámbito para hacerlo.

“… padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor…” (Ef. 6:4).

Esposo cristiano, matrimonio ateo

Aunque este matrimonio esté conformado por dos cristianos, el matrimonio podría ser prácticamente ateo. Sus integrantes van a la iglesia y hacen otras actividades típicas del cristianismo, pero pierden de vista el valor especial del matrimonio. El matrimonio tiene por función y propósito, entre otros, ser una ilustración del Evangelio (Ef. 5:22-33). Es entonces, el Evangelio, un “molde” para el matrimonio. El varón debe reflejar lo que entiende como la conducta de Jesús con respecto a la Iglesia, y la mujer debe reflejar en el matrimonio lo que entiende que debe ser la conducta correcta de la Iglesia en su relación con Jesús. De esta manera, el matrimonio es impactado y moldeado por el entendimiento del Evangelio que sus miembros tienen.

Cuando los integrantes de un matrimonio cristiano solamente anhelan lo mismo que un matrimonio ateo, podemos reconocer una pérdida de perspectiva. El matrimonio es una institución sagrada, que también tiene un propósito altísimo: reflejar la relación entre Jesús y la Iglesia. Esto abarca el ejercicio de paciencia, de perdón, de respeto, de santificación, de pertenencia, de obediencia, de gracia, y de muchas otras facetas del Evangelio mismo. Si un matrimonio pierde de vista esto, no es diferente a un matrimonio ateo, aunque sea exitoso bajo la perspectiva terrenal.

“… Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia…” (Ef: 5.32).

Aunque este matrimonio esté conformado por dos cristianos, el matrimonio podría ser prácticamente ateo. Sus integrantes van a la iglesia y hacen otras actividades típicas del cristianismo, pero pierden de vista el valor especial del matrimonio.

Conclusión: Persona cristiana, cosmovisión atea.

Creo que uno de nuestros grandes problemas es que hemos fracasado en aprender, entender, enseñar, y vivir el cristianismo como una cosmovisión. Una cosmovisión es una manera de interpretar el mundo, por lo tanto, es un modo de comprender nuestra existencia en relación a todo lo que nos sucede y rodea. Por esta razón, para muchos, el cristianismo no es más que una religión “dominguera” con valores morales.

En realidad, el cristianismo, entre otras cosas, es una cosmovisión. El cristianismo bíblico busca aprender en la Palabra todo lo que Dios ha dicho al respecto de cada esfera de nuestras vidas. El “cristiano ateo” solo va a la iglesia los domingos y tiene una conducta aceptable en la sociedad que le rodea.

El cristiano bíblico, verdadero, espiritual, encuentra en la Biblia las instrucciones de Dios para la vida cotidiana, aplicable en cada ámbito. Comprende que, hasta lo más básico, debe ser hecho de tal manera que Dios sea glorificado (1 Co. 10.31). Este cristiano entiende que Dios ha hablado, y Su Palabra impacta en cada área de su vida. El cristianismo es totalmente relevante para toda la vida, y no solo para algunos aspectos de ella.

A medida que avanzamos en el camino de la fe en Cristo, avanzamos en reconocer al Evangelio como cosmovisión, totalmente trascendente para el día a día. Dios nos ha provisto todo lo que necesitamos saber para vivir como a él le agrada, que al mismo tiempo, es como a nosotros nos conviene. Te animo a revisar tu vida a la luz de la Palabra (Sal. 119:105), y ver cómo Dios ha provisto guía para cada faceta de tu vida. Serás bienaventurado al hacerlo (Lc. 11:28).

Dios nos ha provisto todo lo que necesitamos saber para vivir como a Él le agrada, que al mismo tiempo, es como a nosotros nos conviene.


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