¿Puede cualquier hombre de Dios servir como pastor de la iglesia local? Es decir, ¿es la capacitación académica un requisito necesario para el ministerio?
Mientras que respuestas específicas a dichas preguntas son complicadas y deben ser contestadas según las circunstancias particulares de cada individuo, el espíritu de la pregunta se centra en la importancia del rigor académico en la preservación y proclamación de las verdades bíblicas.
El movimiento de bautistas independientes del cual formo parte es notoriamente anti-intelectual. Ciertamente, eso no es verdad para todos en dicho grupo. La historia recuerda a algunos teólogos bautistas de renombre (John Gill, August Hopkins Strong, Bernard Ramm, John Albert Broadus y Millard J. Erickson). Tristemente, el espíritu del anti-intelectualismo permea mucha de la predicación del evangelio entre los hispanos incluyendo a los círculos bautistas.
Samuel Rodríguez, presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispánico (NHCLC) ha observado, “en la iglesia Católica eres un miembro, pero en la iglesia evangélica, puedes convertirte hoy y dentro de un año puedes ser un pastor” (Puga 2013).
Aun entre aquellos que estudian en institutos bíblicos y seminarios pocos son entrenados en idiomas de la Biblia. Pocos captan los principios de la hermenéutica bíblica para saber cómo aplicarlos de manera consecuente a la exégesis y exposición. Pocos son hábiles en la tarea de la teología. Mientras que muchos puedan recitar verdades teológicas (la memorización por repetición es un método pedagógico predominante en Latino América [Ratliff 2003]), ¿cuántos pueden explicar claramente su postura teológica y luego sostenerla con un apoyo exegético?
Un estudio hecho por el Concilio Mundial de Iglesias que se presentó en Edinburg 2010 declara lo siguiente en cuanto a la proliferación de escuelas en los países en desarrollo, “Muchas de esas escuelas ofrecen apenas una educación leve ‘al estilo de comida rápida’; no tienen bibliotecas, ni un currículo desarrollado y ninguna infraestructura coherente” (WCC 2010, 124).
Las Escrituras siempre han llamado a los líderes en el ministerio a un estudio más profundo la verdad. La Biblia aboga claramente por un modelo riguroso de capacitación para el ministerio.
La Biblia aboga claramente por un modelo riguroso de capacitación para el ministerio.
Lee y medita
Antes de la invención de la imprenta, los métodos literarios eran primitivos. Los documentos se escribían en barro [polvo, arcilla] (Jer. 17:13; Ez. 4:1); tablas de piedra (Éx. 24:12; 31:18; 32:15, 16; 34:1; Dt. 5:22; 27:2, 3), rollos de piel y papiro (2 Juan 12; Ap. 5:1) y pergamino (2 Ti. 4:13). Durante la era del Antiguo Testamento, el texto bíblico fue escrito principalmente en rollos de piel y papiro usando tinta y pluma.
La reproducción, el cuidado y la interacción con tal literatura junto con el costo de la mano de obra hicieron que copias individuales fueran escasas. La interacción personal con documentos era limitada a unas personas selectas. Dicha situación hace que el mandato frecuente de leer y meditar en la ley sea aun más asombroso.
En Deuteronomio 17:18-20 al rey de Israel se le mandó, al principio de su reino, que se hiciera una copia personal de la Ley. Ciertamente, el propósito del mandato fue promover el conocimiento íntimo de la Ley de Dios. Del original se dice, “y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida…” (Dt. 17:19). Dios propuso que el rey fuera un alumno diligente de la Ley para que viviera y reinara sabiamente.
A Josué, el sucesor de Moisés y líder de Israel durante la conquista, se le mandó meditar sobre la Ley “de día y de noche” (Jos. 1:8). La palabra hebrea meditar “sugiere un murmullo apenas audible” (Woudstra 1981, 63). Las palabras “día y noche” sugieren una recitación personal y constante del contenido de la Ley con el propósito de memorización y contemplación. Asimismo, el libro de los Salmos empieza con una bendición para aquellos cuyo deleite se encuentra en la Ley de Dios (Salmo 1:2). El deleite escritural se evidencia por una meditación de “día y noche” en la Ley, lo cual resulta en obediencia y bendición.
Esdras
Esdras era un dinámico líder espiritual y cívico en Israel después del exilio. Como escriba, su responsabilidad principal era copiar, conocer y enseñar las Escrituras del Antiguo Testamento. Durante el segundo período del templo “el oficio de escriba como alumno y maestro del Torá aumentaba en prominencia. A Esdras se le ve como el primer y gran ejemplo de dicha clase” (Williamson 1985, 94). Tres veces el texto declara que “la mano de Dios estaba sobre él” (Esd. 7:6, 9, 28).
La Biblia claramente atribuye su éxito a un estudio riguroso, una aplicación personal y una proclamación pública de la Ley declarando, “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10). También se le describe a él como “diligente [versado] en la ley de Moisés” (Esdras 7:6).
Eclesiastés
Eclesiastés forma parte de la literatura de sabiduría. Junto con Job, Salmos, Proverbios y Cantar de los Cantares, Eclesiastés provee instrucción sobre cómo poner en práctica los principios moral, relacional y espiritual de la Ley y los Profetas. “En su forma nominal o verbal el término ‘sabiduría’ ocurre cincuenta y dos veces en el libro” (Murphy 1992, lxi).
La búsqueda de la sabiduría bajo Dios se identifica como el tema principal del libro. Salomón escribe, “Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él” (Ec. 1:13,14). En otras palabras, su búsqueda era desafiante, desalentadora, y le rindió pocos resultados.
El testimonio de Salomón, “y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia” (Ec. 1:16) revela, “no una observación pasiva, sino una consideración crítica” (Murphy 1992, 12). Este énfasis sobre la búsqueda coherente y obstinada por sabiduría se repite a través del libro (1:13, 16, 18; 2:12, 13, 21; 7:23, 25; 8:16; 10:10) revelando que la sabiduría no es fácil de obtener; se tiene que buscar rigurosamente.
Epístolas Pastorales
En 1 Timoteo 4:6 a Timoteo se le encomienda a una vida de lectura, reflexión y estudio. Mientras que Pablo había estado hablando a la iglesia en general, el cambio al pronombre personal “tú” claramente dirige su atención otra vez hacia Timoteo.
En medio de la enseñanza falsa y la oposición, Pablo se preocupa de que Timoteo permanezca fiel en su vida y enseñanza. “‘Piedad’” emerge como el interés central en la subdivisión, y el reflejo sobre ella ayuda a afirmar su importancia dentro del punto de vista de la auténtica existencia cristiana que Pablo procura desarrollar” (Towner 2006, 302). La clave para mantener dicha piedad (1 Ti. 4:6-10) y una vida de fiel servicio (1 Ti. 4:11-16) es “la saturación en la enseñanza apostólica” (Tower 2006, 303-304). El participio presente “nutrido” en el v. 6 denota la necesaria y continua acción de auto nutrimento.
Así como nuestros cuerpos requieren de una fuente constante de nutrición sustentable para habilitar la actividad y función del cuerpo, el ministro del evangelio requiere de la nutrición constante (de “las palabras de fe y de sana doctrina” para tener un ministerio espiritual que es eficiente. Más adelante, a Timoteo se le exhorta a “disciplinarse a sí mismo” en estas cosas, trabajando y luchando para alcanzar la piedad (1 Ti. 4:8, 10).
Pablo continúa su discurso en el siguiente párrafo donde rápidamente da varios imperativos uno tras otro. Lo que sobresale en este pasaje es la intensidad intencional de las acciones de Timoteo “ocúpate en” (4:13), “no descuides” (4:14), “Ocúpate en estas cosas” (4:15), “permanece en ellas” (4:15), “Ten cuidado” (4:16) y “persiste” (4:16).
En resumen, Timoteo debe meditar sobre la instrucción que antecede y “permanecer en ella”. Esta permanencia total “puede significar o estudio o práctica” (McKnight 1992, 210). Cualquiera de los significados es consecuente con el contexto; tal vez los dos se insinúan ya que Pablo aboga sinceramente por la preparación continua, la piedad personal y el ministerio eficaz. Todas son actividades que demandan un aumento en la atención y una disciplina personal rigurosa.
En 2 Timoteo 2:15 Pablo de nuevo llama a Timoteo a la diligencia. En contraste con aquellos que “han abandonado” a Pablo (2 Ti. 1:15) y aquellos que “contienden sobre palabras” (2 Ti. 2:14), a Timoteo se le manda a “ser celoso o entusiasta, tener cuidado de, esforzarse” (Bauer 1979, 763) para que pueda presentarse a Dios como un obrero aprobado, no avergonzado. Pablo hace hincapié en que los ministros del evangelio deben hacer todo esfuerzo para asegurar que su interpretación de las Escrituras, que su entendimiento y aplicación del pasaje y que su proclamación de ellas son correctas y verdaderas.
Alguien sabiamente ha dicho que “el llamado a predicar constituye un llamado a la preparación”. Esto es consecuente con el mensaje de la Biblia. Cuando Dios dirige a hombres a servir en su Iglesia, los llama a una capacitación adecuada y amplia.
El llamado a predicar constituye un llamado a la preparación