Hace años, noté un patrón con una persona en nuestra casa (que permanecerá sin nombre). Era conocido por las compras de Navidad de último minuto. Esto a menudo significaba salir unos días antes de Navidad a buscar regalos, hacer pedidos de última hora, y quedarse despierto hasta tarde para envolver los regalos en cualquier papel para envoltura que sobrara.
Uno podría preguntarse cuán cuidadosamente pensados son tales regalos o molestarse cuando solo encuentras una foto del regalo al abrir la caja. ¿Las compras de última hora son un reflejo de la falta de interés del comprador? La realidad es que, en el caso de esta persona, no reflejaba las escasas intenciones o el nivel de interés que ponía en sus regalos.
Aún así, me llevó un tiempo aceptar estas tendencias a comprar de última hora y los posibles resultados que las acompañaban, y no verlas como un desaire personal (Por cierto, ¡Él es, alguien que en verdad sabe dar regalos!). Más bien, era importante recordarme a mí misma que el verdadero regalo era el cariño de una relación con alguien que me importa, y a quien le importo. Llegué a entender lo que era más valioso, así que sin importar los regalos que recibiera o no, estaba agradecida de tener al “dador de los regalos”. Con el paso de los años, descubrí que incluso mi lista de deseos se alejó de las “cosas” y se dirigió hacia la interacción personal y hacia los momentos o eventos juntos. He llegado al momento en que me importan menos los regalos y más aquellos cuyo tiempo y presencia disfruto.
Esto me hizo reflexionar sobre mi relación con el Señor. ¿Cuán a menudo deseo los regalos que Dios puede darme (niños sanos, estabilidad financiera, ministerio fructífero) más que mi relación con él? ¿Qué tanto más estoy tentada de orar para que él me bendiga de una manera específica que por el regalo de su presencia? ¿Doy al Señor con la expectativa de lo que me dará a cambio?
Con demasiada frecuencia, nos sentimos tentados a encontrar valor en las cosas equivocadas. Podemos encontrar alegría y deleite en los regalos siempre y cuando nunca reemplacen el valor que encontramos en el dador de los regalos. Esta temporada deléitate con El Dador de Regalos. Entonces podrás deleitarte con los otros dadores de regalos de tu vida: tu hijo de 7 años que te hace un tazón de arcilla en la escuela, un cónyuge que es un comprador de última hora, o un vecino que trae un plato de galletas y se queda por dos horas. En una temporada en la que es tan tentador medir el amor por los regalos que se dan, recuérdate a ti mismo deleitarte en el dador.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (6 de febrero de 2021) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Do You Desire the Gifts More than the Giver”, Copyright © 2020 fue escrito por Julie Lowe. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por José Luis Flores, Editorial EBI. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
This translation is copyrighted © (december 20, 2020) by the Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). The original article entitled “Do You Desire the Gifts More than the Giver”, Copyright © 2019 was written by Julie Lowe. All content is protected by copyright and may not be reproduced in any manner without written permission from CCEF. Translated in full with permission from the Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) by José Luis Flores, Editorial EBI. Sole responsibility of the translation rests with the translator.
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