Estamos en el mes del “orgullo LGTBI+”, así que estamos en esa época del año en la que los arcoíris inundan fachadas de edificios públicos, logotipos de empresas, tiendas de ropa y bolsas de compra. Todo está lleno de arcoíris, porque ese es el símbolo escogido para el movimiento de los homosexuales, bisexuales, transexuales, pomosexuales, de género fluido y cualquier tipo de sexualidad que vaya en contra de la voluntad divina. Hoy en día, si llevas una camiseta, una pegatina o unas zapatillas con diferentes colores, cualquier persona aceptará inmediatamente que formas parte de este colectivo, porque el símbolo ha sido secuestrado y monopolizado por ellos. Pero, ¿qué significa realmente el arcoíris? 

Vamos a ver en la Biblia de dónde viene este símbolo y qué es lo que significa. Lo que vamos a descubrir es una historia espantosa y maravillosa que nos habla del Evangelio y de Su protagonista, Cristo. Acompáñame a descubrir el Evangelio según el arcoíris. 

1. Dios castiga el pecado

El arcoíris fue puesto en el cielo por primera vez en una ocasión y con un propósito. En Génesis 6:5-8, se nos muestra a un Dios que es perfectamente consciente del pecado de la humanidad y que no lo pasa de largo. Le importa el pecado, y le importa hasta tal punto que está dispuesto a traer un terrible diluvio sobre toda la tierra para barrerlo todo por esa maldad anidada en el corazón del hombre que ha sembrado el mundo de perversión.

Así que, la primera realidad en cuanto al significado del arcoíris es que Dios no lo acepta todo. Más bien, éste simboliza todo lo contrario. Dios es intransigente con el pecado y lo juzga con severidad. El hecho de que este símbolo haya sido tomado por un movimiento que celebra el pecado es una monstruosidad, porque envía un mensaje que es exactamente el opuesto a lo que realmente significa.

Dios se toma muy en serio el pecado, y va a pagar a cada uno según sus obras (Ro. 2:6). No podemos hacer lo que queramos, yendo flagrantemente en contra de lo que Dios ha diseñado y estipulado, y esperar que Dios no intervenga para juzgarnos. Mucho menos, usar el símbolo para afirmar que todo comportamiento debería ser tolerado y celebrado. ¡El símbolo significa todo lo contrario!

2. Dios es misericordioso

En el mismo momento en que Dios afirma Su intención de destruir toda carne por medio de las aguas del diluvio, afirma la realidad de una segunda vía en Su plan para tratar el pecado, la gracia. Génesis 6:8 dice: “Mas Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR”. Así ha sido durante toda la Biblia. Dios trata con el pecado de dos formas, por una parte, lo juzga con justicia, pero por otra, lo perdona con misericordia. Eso es lo que hizo con Noé y su familia. Dios escogió a Noé para llevar a cabo un plan mayor, un plan marcado por la gracia. Así, pone a Noé como un nuevo Adán, el primer hombre de una nueva creación, apuntando a otro hombre en el futuro que inauguraría una nueva y perfecta creación.

Dios da un plan a Noé para sobrevivir por medio de la construcción de una embarcación en la que pasan el tiempo del diluvio. Después de que la tierra ha sido limpiada, los hombres descienden del arca y comienzan de nuevo. Pero, antes que nada, Dios quiere dejarles algo claro, y es ahí donde entra de lleno el símbolo del arcoíris. 

En Génesis 9, Dios da la información necesaria a Noé para comenzar la civilización (Gn. 9:1-7) y establece un pacto con toda la creación, con Noé de intermediario (Gn. 9:8-17). En este pacto, Dios se compromete solemnemente a no volver a destruir la tierra mediante un diluvio. Dios se había levantado en guerra contra el pecado del hombre, pero esa guerra, que había exterminado a incontables vidas, tocaba a su fin. El Señor considera que las hostilidades entre Él y el cosmos, por causa de la maldad del hombre, habían terminado. El mal había sido, al menos, acotado mediante la muerte.

Así que pone una señal para recordar este pacto, y ese símbolo es el arcoíris. El que un pacto tenga una señal es algo que vemos en los diferentes pactos que Dios ha hecho con la humanidad. Por ejemplo, en Génesis 17:11, Dios impone una señal al pacto que hizo con Abraham, y es la circuncisión. Lo mismo ocurre con el pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel en Sinaí, que se le dio la señal del día de reposo sabático. 

Una señal es la expresión simbólica y constante de la realidad y la vigencia del pacto. No es el pacto en sí, y el pacto podría haberse dado sin esa señal, pero es un elemento que se añade para que las partes recuerden que el pacto sigue en pie y que deben cumplir sus estipulaciones. Cuando nos casamos, compartimos anillos, esa es la señal de nuestro pacto matrimonial. Perfectamente podríamos habernos casado sin dar anillos, y el matrimonio es perfectamente legítimo sin él, pero es un símbolo que nos recuerda que estamos casados, con todo lo que ello implica. 

Esto es lo que dice Dios mismo al imponer esta señal del pacto: “y me acordaré de mi pacto…” (Gn. 9:15). Aunque Dios no tiene ninguna necesidad de un recordatorio para cumplir Su palabra, nosotros sí que necesitamos entender que Dios no se va a olvidar y que va a cumplirlo fielmente. El arcoíris elimina completamente la posibilidad de que haya un olvido por parte de Dios. Cada vez que veas un arcoíris en el cielo, debes saber que Dios recuerda perfectamente Su promesa, y jamás volverá a destruir la tierra mediante el agua. 

Al igual que ocurrió con Noé, nosotros hemos sido salvados del terrible final que nos habíamos ganado, junto con el resto de los hombres, por Su gracia. Así pues, la segunda realidad que nos muestra el arcoíris es que nuestro Dios es tremendamente bueno hacia nosotros, tan bueno que no nos ha pagado conforme a nuestra maldad, sino conforme a Su misericordia. Eso es algo de lo que nosotros, como descendientes de Noé, también participamos. 

En el siguiente post, analizaremos las otras dos maravillosas realidades que Dios nos enseña por medio del arcoíris. 

Artículos en esta serie:

El evangelio según el arcoíris Parte 1

El evangelio según el arcoíris Parte 2

Este artículo fue publicado originalmente en el Blog de Miguel Ángel Pozo.



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