Recientemente, invité a una muestra representativa de líderes del mundo de la consejería bíblica a asistir a nuestro coloquio bianual de liderazgo de ACBC (Association of Certified Biblical Counselors), que es un evento al que sólo se puede asistir por invitación y en el que líderes de todo el mundo de la consejería bíblica se reúnen para hablar sobre temas de gran importancia para los consejeros bíblicos. El tema del coloquio de liderazgo de ACBC de este año fue el trastorno de estrés postraumático. Lo que eso significaba es que teníamos a unos 40 líderes de consejería bíblica reunidos durante un par de días hablando sobre el tema del temor.

Si vamos a entender y ayudar con el temor, necesitamos entender algunas categorías del temor en la Biblia. Es importante darse cuenta de que, en la Biblia, no todos los temores son iguales. Lo que quiero hacer es hablar de tres tipos diferentes de temor.

Podríamos hablar, para empezar, del temor piadoso. El temor piadoso es discutido en lugares como Proverbios 9:10 donde la Biblia dice, «El principio de la sabiduría es el temor del Señor». Es importante que notemos que, en este contexto, el temor es algo realmente bueno. Cuando tienes un temor reverencial y cuando tienes un temor de la presencia y el poder de Dios, los Proverbios dicen que ese es el principio de la sabiduría. No se puede ser una persona sabia sin ser el tipo de persona que se queda boquiabierta ante la gloria y la maravilla de Dios y lo reverencia y siente temor por lo que es y por lo que ha hecho. Entonces, hay algunos lugares en la Biblia con temor piadoso donde el temor es algo realmente bueno.

Hay otro tipo de temor del que podemos hablar, y podríamos llamarlo temor por arrepentimiento. Vemos el temor por arrepentimiento en 2 Corintios 7:11, y la Biblia aquí está hablando de la pena o el dolor piadosos. Es el tipo de tristeza y de dolor que conduce al arrepentimiento y a la vida. El Apóstol Pablo quiere explicar las características de esa tristeza piadosa y lo hace en 2 Corintios 7:11. Da una serie de indicadores. Dice: «Porque miren, ¡qué solicitud ha producido esto en ustedes, esta tristeza piadosa, qué vindicación de ustedes mismos, qué indignación, qué temor». Ahora, es interesante notar allí que una de las maneras que usted puede saber si la clase de tristeza que usted tiene es buena o es tristeza por arrepentimiento es por la presencia de temor.

Creo que la forma en que debemos entender esto aquí es un tipo de temor que tiene una conciencia sobria de las consecuencias del pecado. Este tipo de temor por arrepentimiento mira hacia atrás al pecado que estabas cometiendo, mira hacia atrás a las consecuencias que están registradas en las Escrituras para ese pecado que incluyen la muerte, y hay una comprensión sobria y temerosa de las consecuencias que podrían haberte sobrevenido si Dios no te hubiera otorgado el arrepentimiento. Es bueno y correcto y es un resultado del temor de Dios mirar y ver muy claramente el temor de las consecuencias por el pecado que vendrían a cada uno de nosotros si no fuera por la gracia de Jesucristo. De nuevo, vemos un tipo de temor muy bueno.

Pero luego está el temor al que la mayoría de nosotros nos referimos cuando usamos la palabra temor o cuando la mayoría de nosotros hablamos de la preocupación. Es un temor pecaminoso, es preocupación pecaminosa. Es el tipo de temor del que habla la Biblia cuando dice en su mandamiento más frecuente cientos de veces: “No temas”. La mayoría de las veces cuando hablamos de temor en nuestras conversaciones y cuando la Biblia habla de temor, está hablando de temor pecaminoso. Es el tipo de temor que Jesús aborda en Mateo 6 cuando regula este tipo de temor pecaminoso en el sermón del monte.

Él dice, comenzando en el verso 25, «Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? ¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué se preocupan? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan. Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe? »Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”. Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas» (Mt. 6:25-34).

En este contexto, Jesús habla de la preocupación y la coloca en oposición a la fe. Eso es lo que dice en Mateo 6:30. Cuando te preocupas, Él te llama una persona de poca fe, y eso es una condenación de Jesucristo. Cuando te preocupas en el sentido pecaminoso, estás contradiciendo la tesis del tratado de Jesús en Mateo 6, que es, Dios te ama y usa todo Su poder para cuidarte cuando eres Su hijo. El temor pecaminoso dice: “No todo va a estar bien. Todo va a salir mal. Todo podría no funcionar para mí,” y acusa el buen cuidado de Dios. Es un pecado siempre.

Ahora, muchas veces en nuestras conversaciones humanas sobre el temor, hablamos de los extremos, o hablamos de personas que son diagnosticadas con ciertos tipos de temor. La gente recibe un diagnóstico de, digamos, Desorden por estrés postraumático, donde tienen temor presente cuando recuerdan un evento pasado. A veces, la gente habla de los síntomas físicos del temor. Ellos mencionan ataques de pánico en los que les falta el aire y tienen palpitaciones en su corazón. Estos tipos de diagnósticos y síntomas físicos no significan que nuestro temor pecaminoso sea otra cosa que pecado.

Lo que hace es demostrar cuán dolorosos y de largo alcance pueden ser los efectos del pecado. Demuestra que cuando pecamos al no confiar en Dios, esto nos lleva a consecuencias y experiencias dolorosas de sufrimiento en nuestra existencia en general. Necesitamos saber esto. Necesitamos reconocer que el temor pecaminoso conduce a consecuencias. Es importante entender esto porque, hasta que no se entienda lo que está impulsando el temor pecaminoso, no se puede llegar a la comprensión de su solución.

Como cristianos bíblicos, quisiéramos decir que el antídoto para el temor pecaminoso es el temor de Dios. Querríamos decir que, como cristianos: «el antídoto para el temor pecaminoso es el temor de Dios, ya que se localiza en la persona y la obra de Jesucristo y mientras miramos a Jesús y vemos al que ha vencido a la muerte a nuestro favor. Y, como vemos en Romanos 8, que Dios nos ha dado gratuitamente a Su propio Hijo, y ahora, porque nos ha dado a Jesús, podemos tener la confianza de que nos dará todas las cosas para ir junto con El».

El temor dice: «No todo va a estar bien. Las cosas van a estar mal. Dios no cuidará de mí». La Biblia enseña a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús, que Dios sí nos ama, que Él cuidará de nosotros, y que debido a que Él nos ha dado el mejor regalo en Su Hijo, ciertamente nos dará todas las cosas que van junto con eso. Ese tipo de convicción de quién es Jesús y lo que ha hecho erradica el temor pecaminoso y no nos da motivos para dudar de que todo irá bien. No significa que no lucharemos con el temor en esta vida, pero significa que cuando luchamos con el temor, dependemos de Jesús. Le pedimos perdón cuando pecamos contra Él por no confiar en Él y le pedimos Su gracia para que fortalezca nuestra vida fiel y obediente mientras avanzamos con gran, gran confianza en quién es Él y en lo que ha hecho por nosotros.

Este artículo fue publicado originalmente en Association of Certified Biblical Counselors.


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