No me convertí a Cristo sino hasta cuando tenía treinta y cinco años. La mayor parte de mi vida rechacé la resurrección de Jesús como un cuento de hadas mitológico. De las muchas maneras en que los no creyentes a veces tratan de descartar los relatos los Evangelios en cuanto a la resurrección, yo creía que eran poco más que leyendas tardías. Yo no negaba la existencia de Jesús, y aceptaba el hecho de que fue crucificado según lo informan los autores de los Evangelios. Pero creía que los pasajes de la resurrección estaban ausentes en las versiones más tempranas de la experiencia de Jesús. Sospechaba que la narrativa de la resurrección fue añadida posteriormente por los que querían volver a forjar a Jesús de Nazaret como Cristo Hijo de Dios. En esencia, creía que las observaciones originales de los discípulos fueron amplificadas y distorsionadas conforme la leyenda de Jesús crecía con el tiempo.
Pero, en tanto que esta explicación puede dar razón de la tumba vacía (si damos por sentado que el cuerpo fue robado), no explica las afirmaciones tempranas de los discípulos relativas a la resurrección. Como he demostrado en mi libro Cristianismo: Caso resuelto (capítulos 11 y 13), los relatos más tempranos de los apóstoles, según los anotaron sus propios estudiantes, incluyen todas las obras milagrosas atribuidas a Jesús, incluyendo la resurrección.
Los detectives de casos abiertos tienen que lidiar con el asunto de la leyenda más que otros tipos de detectives. Tanto tiempo ha pasado desde el punto del crimen original que parece posible que los testigos pueden ahora ampliar sus observaciones originales de una manera u otra. Felizmente, tengo el registro de los primeros investigadores para ayudarme mientras trato de separar lo que los testigos oculares verdaderamente vieron (e informaron en el tiempo del crimen) de lo que puedan recordar hoy.
Si el registro original de los primeros investigadores es cabal y bien documentado, me será mucho más fácil discernir la verdad en cuanto a lo que cada testigo vio. He descubierto que los primeros recuerdos de los testigos oculares por lo general son más detallados y confiables que lo que pudieran ofrecer treinta años después. Como otros detectives de casos abiertos, me apoyo en los informes originales al comparar lo que los testigos una vez dijeron con lo que estos testigos están diciendo hoy. La confiabilidad de los testigos oculares relativos a la resurrección, como la confiabilidad de los testigos oculares de casos no resueltos, debe quedar confirmada por la documentación temprana de los primeros investigadores. Por esta razón, la afirmación de que el relato original de Jesús fue una exageración tardía queda socavada por varias cuestiones:
- En los relatos más tempranos de la actividad de los discípulos después de la crucifixión, se les ve citando la resurrección de Jesús como su pieza primaria de evidencia de que Jesús era Dios. Desde los primeros días del movimiento cristiano, los testigos oculares hicieron esta afirmación.
- Los estudiantes de los discípulos también registraron que la resurrección fue un componente clave del testimonio de testigos oculares de los discípulos.
- El credo cristiano o registro oral más temprano conocido (como lo describe Pablo en 1 Corintios 15) incluye la resurrección como componente clave. Este credo lo informa Pablo tan temprano como los años 53-57 d. C. Es demasiado temprano para que sea leyenda, puesto que los que hubieran sabido la verdad de Jesús todavía habrían estado vivos como para «verificar los hechos» del relato.
- Esta explicación tampoco explica el hecho de que la tumba y el cuerpo de Jesús no habían sido expuestos para demostrar que esta leyenda tardía era falsa.
A fin de que la resurrección de Jesús sea una leyenda tardía, el relato tendría que ser a la vez tardío y una leyenda.
A fin de que la resurrección de Jesús sea una leyenda tardía, el relato tendría que ser a la vez tardío y una leyenda. No es ni lo uno ni lo otro. Los documentos más tempranos del Nuevo Testamento incluyen el relato de la resurrección, y el registro de los padres de la iglesia temprana demuestra que el relato no fue alterado con el paso del tiempo. La verdad de los relatos del Evangelio y la resurrección de Jesús sigue siendo la inferencia más razonable de la evidencia.
Este artículo es un extracto del libro Cristianismo: Caso resuelto, publicado por Editorial EBI.
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