La familia cristiana se distingue por tener una sola regla infalible que gobierna sus vidas: las Sagradas Escrituras. Ellos conforman su familia según lo que Dios ha revelado en Su Palabra. Dios no ha dejado para la imaginación lo que debería ser una familia cristiana, sino que ha escrito Su testimonio fiel y preciso en las Sagradas Escrituras.
Evidentemente la Palabra de Dios fue entregada al pueblo de Dios con el fin de ser consultada diligentemente: «Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley» (Dt. 29:29). Dios no quiere que las familias cristianas se queden sin saber cómo deben vivir. Dios en Su sabiduría ha revelado en Su bendita Palabra todo lo que es necesario para la vida y la piedad.
Ahora, la Biblia no es un manual para la familia meramente, sino que es el testimonio perfecto del Señor acerca de Sí mismo con el fin de que el hombre sea salvo y santo. Pero, de todos modos, dado la importancia de la institución de la familia, Dios reveló bastante en cuanto a ella (Éx. 20:12; Dt. 6:6–9; 21:18–21; Sal. 127; Pr. 1–3; 31:10–31; Mt. 19:3–6; Ef. 6:1–4; Col. 3:18–21).
La familia cristiana está conformada por lo que la Biblia dice. Por lo cuál es peligroso inventar cuáles son sus deberes y roles, creyéndose más sabios que Dios, más bien debemos entonces reconocer que la Palabra de Dios es verdad y que toda opinión humana y tendencia moderna carece de sabiduría divina. Han habido muchas opiniones a lo largo de la historia de la humanidad que han querido dar forma a la institución de la familia según su imaginación, sin embargo, la familia fue diseñada por Dios y Su diseño nunca ha pasado de moda. Su diseño es la cima a la que podría llegar una familia. Ignorar este diseño, sólo muestra la necedad del hombre.
¿Entonces cuáles son algunos de las distintivos que la Biblia enseña acerca de la familia cristiana? La familia cristiana practica los roles bíblicos entre la pareja, es decir que el esposo es la cabeza de la esposa (1 Cor. 11:3; Ef. 5:23), pero además el esposo se entrega sacrificialmente por su esposa, teniendo a Cristo como su ejemplo (Ef. 5:25), mientras que la esposa se sujeta y respeta a su esposo (Ef. 5:22, 33; Col. 3:18; 1 Pd. 3:1–2), sirviéndole como su ayuda idónea (Gn. 2:18), la esposa también tiene el deber de amar a su esposo y sus hijos (Tit. 2:4) y a ser prudente, pura, hacendosa en el hogar y amable (Tit. 2:5).
El trabajo principal del esposo es amar a su esposa (Col. 3:19), conviviendo con ella comprensivamente (1 Pd. 3:7), gobernando «bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad» (1 Tim. 3:4), proveyendo para los suyos con diligencia (1 Tim. 5:8), el esposo tiene la tarea principal de criar a sus hijos «en la disciplina e instrucción del Señor» (Ef. 6:4) sin exasperarles (Col. 3:21), ejerciendo la disciplina amorosa y correctiva teniendo como su ejemplo la discipline del Señor (Heb. 12:5–11; Pr. 13:24; 19:18; 22:15; 23:13–14; 29:15, 17), mientras tanto los hijos tienen la responsabilidad de honrar a sus padres (Ex. 20:12), obedeciéndolos (Col. 3:20), escuchando su instrucción con atención (Pr. 1:8–9; 4:1–4; 6:20–24; 15:5, 31–32; 23:22), aceptando la disciplina de sus padres (Pr. 13:1), y buscando traer gozo a sus padres (Pr. 15:20).
“…la familia cristiana tiene una sola regla que determina todo, la Palabra de Dios”.
La familia cristiana no inventa cómo debe formar su hogar o cómo deben vivir, sino que se dedican a ser como aquel hombre sabio que edificó su casa sobre la roca, aquella bendita doctrina de Jesucristo que asegura la preservación de la casa en medio de cualquier tempestad (Mt. 7:24–25). La familia cristiana tiene una sola regla que determina todo, la Palabra de Dios. La familia consagrada al Señor dedica el tiempo necesario para poder ser instruida y capacitada por Dios mediante Su Palabra para saber cómo vivir. Conformando su familia a los mandatos divinos, conociendo que el valor de las Sagradas Escrituras es fundamental y que proporciona «la sabiduría que lleva a salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (2 Tim. 3:15). No hay otro fundamento seguro salvo la Palabra de Dios para la familia cristiana.
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