¿De verdad vamos a hablar de la gula? ¿Es necesario? Sí, tenemos que hablar de ello, y si tu instinto es pensar que esta discusión sólo puede ser un «viaje de culpabilidad», entonces tenemos que hablar de ello aún más. Cuando sólo hablamos de «pecados graves», es decir, del tipo que nadie en nuestro «grupo de confianza» admite haber cometido, entonces relegamos el poder del Evangelio sólo a la salvación y a las crisis; o en otras palabras, después de haber «caminado por el pasillo», el Evangelio es sólo para otros que «necesitan a Jesús» o cuyas vidas se están desmoronando.
Detengámonos y hagámonos la pregunta: «¿Qué podría revelar de nosotros una lucha con la gula?». Podría revelar un buen número de cosas.
- Un estilo de vida poco saludable y sobrecargado, en el que consideramos el cuidado de nuestro cuerpo, el templo de Dios (1 Co. 6:19-20), como algo secundario, mientras comemos en exceso (o comemos mal) en un esfuerzo por mantenernos al día con nuestras prioridades fuera de lugar.
- La privación del sueño, basada en una vida poco saludable y sobrecargada, ya que nuestro cuerpo intenta suplementar la energía con comida, especialmente carbohidratos, para compensar la energía que no se restaura mediante el sueño.
- Comportamiento de búsqueda de consuelo, ya que tratamos de refugiarnos en la distracción y la satisfacción de comer, en lugar de depositar nuestras preocupaciones en aquel que cuida de nosotros (1 P. 5:7).
- Vida basada en el placer, ya que nuestros músculos cognitivos de autocontrol se atrofian y elegimos la sabiduría sobre la indulgencia por lo menos tres veces al día con algunos bocadillos entre comidas.
- Orgullo, porque es fácil confundir las grandes cantidades de comida que podemos proporcionarnos a nosotros mismos como un logro que denota nuestra autosuficiencia, incluso si no estamos tratando de ocupar el primer lugar en un concurso competitivo de comida o ganar una camiseta de «Conquisté la hamburguesa mamut» en un restaurante local.
Formulemos la pregunta de otra manera: «¿Tienes una buena relación con la comida?». Permite que este incómodo extracto de Mero cristianismo, de C. S. Lewis, te ayude a comprender las implicaciones de esta pregunta.
«Puedes reunir a un numeroso público para un strip-tease, es decir, para ver a una chica desnudarse en el escenario. Ahora bien, supongamos que llegamos a un país en el que se puede llenar un teatro simplemente sacando al escenario un plato cubierto y luego levantando lentamente la tapa para que todo el mundo vea, justo antes de que se apaguen las luces, que contiene una chuleta de cordero o un poco de tocino, ¿no pensarías que en ese país algo ha salido mal con el apetito por la comida? Y cualquiera que hubiera crecido en un mundo diferente, ¿no pensaría que hay algo igualmente extraño en el estado del instinto sexual entre nosotros?». (p. 96)
Cuando nos detenemos a considerarlo, enseguida nos damos cuenta de que en una cultura marcada simultáneamente por la obesidad y obsesionada con la delgadez, tenemos una relación malsana con la comida. Tanto si abusamos de ella como si la evitamos de forma punitiva, pocos de nosotros disfrutamos de la comida como Dios manda.
Antes de llegar a la corrección que hace el evangelio, establezcamos algunos puntos clave sobre la comida.
- Dios hizo la comida y quiere que la disfrutemos (Hch. 10:9-16).
- En el cielo habrá un banquete abundante, pero nadie se sentirá obligado a la glotonería (Ap. 19:6-9).
- Dios no se deleita en que te sientas mal por tu lucha con la comida (Jn. 10:10).
- Dios se regocija al ver a Sus hijos madurar en todas las áreas de su vida (3 Jn .4).
- Una relación malsana con la comida nos impide disfrutar de la vida (1 Co. 6:12-13).
- Dios es más glorificado en tu alimentación cuando disfrutas de Su don de la comida tal como Él lo quiso (1 Co. 10:31).
Con el fin de superar la glotonería, debes ser capaz de hacer frente a las realidades descritas en la primera parte de este post, mientras mantienes la perspectiva representada por estas seis verdades.
Los «mecánismos» para superar la glotonería son relativamente simples: come sólo lo necesario para mantener tu cuerpo saludable y disfruta plenamente de cada bocado como un regalo de Dios. Pero volvamos a los cinco motivos de los puntos anteriores y veamos cómo vencer la gula a través del evangelio.
- Ocupación – Aprende a estar contento mientras administras las 168 horas semanales que Dios te provee. Descansa en el conocimiento de que la voluntad de Dios se ajusta a Su provisión. Resiste los impulsos que te llevan a sobrecargar tu agenda. Invierte en las partes de tu vida que realmente importan, para que no sientas que siempre estás tratando de ponerte al día y forzando tus hábitos alimenticios para compensar.
- Privación de sueño – Dormir es un acto de fe. Pasar un tercio de tu vida en un estado inconsciente es una indicación de que confías en Dios lo suficiente como para estar «fuera de servicio». Despiértate con la sensación de que las últimas ocho horas han honrado a Dios y permite que eso moldee tu actitud hacia las próximas dieciséis horas. La fe en Dios para dormir impactará el honrar a Dios al comer.
- Consuelo – Ora. No te limites a «bendecir tus alimentos» como si Dios quisiera ser reconocido como Proveedor más que como un Padre en quien confiar. Cualquier preocupación que te tiente a comer para consolarte, no las deposites en un litro de helado, sino sobre Aquel que promete escuchar, estar presente y caminar contigo (1 P. 5:7).
- Placer – Disfruta de la comida, pero disfruta más de Dios. Si comer es uno de tus principales placeres sensoriales, estupendo. ¡A Dios le encantan los amantes de la comida! Permite que tu elevado placer por el sabor se convierta en una avenida para explorar el gozo disponible en Dios. Esto no significa tratar de extender la Cena del Señor de dos platos a siete. Pero sé consciente de lo que disfrutas con la comida (el sabor) y las comidas (por ejemplo, la interacción social) y observa cómo esos placeres pueden ser formas de deleitarte en Dios o de dar a conocer a Dios más que meros fines en sí mismos.
- Orgullo – Reconocer el pecado de la glotonería es humillante, pero sólo es vergonzoso si seguimos queriendo ser arrogantes o independientes. Sin embargo, bien entendida, la humildad es un don, no un insulto. El principal objetivo de Dios en el Evangelio es liberarnos de disposiciones como el orgullo, que harían que la libertad de Dios pareciera restrictiva. Acepta el regalo de la humilde libertad de Dios como algo mejor que la comida.
Espero que puedas ver mejor cómo la libertad de la glotonería no es anorexia y vale la pena perseguirla. Espero que puedas comprometerte en esta lucha para disfrutar del don de Dios en la comida de una manera equilibrada, como debemos luchar por un disfrute equilibrado de todas las bendiciones de Dios. Espero que puedas apreciar cómo este es un consejo apropiado para cerrar este post: «¡Buen apetito para la gloria y el disfrute de Dios!».
Este artículo fue publicado originalmente en Biblical Counseling Coalition.

Apetito excesivo y desordenado
¿Por qué sobrepasamos los límites de lo que comemos? ¿Tiene Dios algo que decir sobre esta lucha?
El uso de los alimentos no es moralmente neutral, sino que refleja muchas niveles de motivación del corazón. Sin embargo, en lugar de experimentar culpa o vergüenza por esta lucha, nos invita a ver que nuestra identidad está en Jesús, no en nuestras debilidades. Los lectores serán alentados a considerar nuevos procesos de pensamiento y prácticas que brindarán nueva libertad a la hora de comer.
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