La esencia del evangelio es que Dios, en Cristo, se glorifica por medio de conceder el arrepentimiento y la regeneración, entre otros aspectos de la gracia, a un pueblo que una vez fuera su enemigo. No podemos perder esto de vista, porque la Iglesia del Siglo XXI se encuentra bajo una inmensa presión tanto exterior como interior para ser “tolerantes” ante los actuales movimientos sociales. Sin embargo, la tolerancia bíblica trata con tolerar a las personas, no a las ideas, el pecado y los movimientos de un mundo entenebrecido. Lamentablemente, si la Iglesia se somete a tales presiones, perderá más que su testimonio, perderá el mismo mensaje del evangelio.[1]
¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad?
“No te echarás con varón como con mujer; es abominación” (Levítico 18:22 RVR60).
El hecho de que la presente prohibición se encuentra en la Ley no menosprecia su relevancia para la Iglesia. Ante todo hemos de notar que toda la Ley tiene implicaciones respecto a las ordenanzas de la creación. Incluso, en Levítico 19, la prohibición de no mezclar hilos implica la necesidad de no ser como las otras naciones que mezclan toda clase de creencia y filosofía (sincretismo). Varios teólogos reconocen tres categorías diferentes de leyes, que mayormente se conocen como: ley civil, ley ceremonial, y ley moral.
En cuando a la ley moral, hay algo de debate en la Iglesia al respecto, pero al menos echemos una mirada al mínimo sobre el que podemos hoy sacar una conclusión. La ley moral obra en los corazones de todos los seres humanos, sean israelitas o no.
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2:14-16 RVR60).
Dios juzgó incluso a las naciones vecinas que no tenían por escrito la ley ceremonial, civil o moral. Y su jucio se basaba en la ley moral, e incluso las implicaciones de la ley civil y ceremonial. Ninguna persona de una tribu en la amazonia será juzgada por mezclar hilos; sin embargo, será juzgada por asesinar, mentir, aborrecer al Dios que ha sido revelado por la creación (Ro. 1), y por el pecado sexual. Además, veremos en el Nuevo Testamento fuertes advertencias en contra de la homosexualidad, así que cualquier argumento que pretende desacreditar la prohibición de Levítico 18 y 20 queda disuelta.
¿Por qué Jesús nunca habló en contra del “matrimonio gay”?
Jesús enseñaba en Judea donde no existía tal cosa como el “matrimonio homosexual”. Por ende, no podemos obligarlo a que lo denuncie explícitamente, ya que sería un argumento anacrónico. Sin embargo, Jesús tuvo mucho que decir al respecto.
“Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: ‘Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne’? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6 RVR60).
Veamos el comentario que Jesús hace de lo que cita en Génesis 1 y 2 sobre el matrimonio al enfatizar “lo que Dios juntó”. El contexto nos dice qué es lo que Dios une: a un hombre y a una mujer, para toda la vida. Ahora, si esperas que Jesús se explaye enumerando todas las demás combinaciones posibles e imaginables para luego condenarlas, estarías ante algo tedioso y, por lo menos, ingenuo. Recuerda que Jesús nunca enseñó en contra de la violación pero ¿quién defendería hoy en día al que viola, porque Jesús no lo condenó específicamente? Hay un mandato bíblico para la consumación sexual, y todo lo que esté fuera de eso constituye pecado.
La faceta “hetero-relacional” del matrimonio es para reflejar a Cristo y su Iglesia.
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia” (Efesios 5:31).
Pensemos en lo siguiente: el matrimonio es hetero-relacional. Fue diseñado de esta forma para mostrar el pacto hetero-relacional entre Cristo y su Iglesia. No entre Cristo y Cristo, y tampoco entre la Iglesia y la Iglesia. De la misma manera, no es esposo con esposo, ni esposa con esposa, sino esposo con esposa. Si podemos llegar a la conclusión correcta, y creo que sí podemos, de que aquí las Escrituras en Efesios 5 nos revelan que el aspecto funcional del matrimonio tiene por designio reflejar la relación entre Cristo y la Iglesia, entonces el matrimonio en sí mismo es una forma de enseñanza.
¿El Nuevo Testamento prohibe solo una forma de homosexualidad que se basa en lascivia y prostitución en vez de amor?
“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:26-27 RVR60).
Actualmente, muchos reducen la obvia prohibición de la homosexualidad en Romanos 1 a casos de pedofilia y paganismo que incluyen lascivia. Su argumento postula que si dos hombres o dos mujeres se aman, no es lascivia, tampoco involucra idolatría.
Sin embargo, el texto explícitamente dicta “los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros…” El Apóstol Pablo se refiere aquí a hombres con hombres, no hombres con niños. Por supuesto que la pedofilia es una abominación; sin embargo, Pablo no se refiere a esto aquí. Y decir que Romanos 1 se refiere al paganismo en vez del amor entre dos personas del mismo sexo, es simplemente tomar la suposición extrabíblica y antibíblica de que Dios apoya las relaciones y actos homosexuales siempre y cuando haya amor, dando entonces al hombre la pluma epistemológica para que escriba su propia definición del amor, separada de toda definición prescriptiva del amor que nos da aquel que es el amor en sí mismo (1 Jn. 4:8). De hecho, el Apóstol Pablo define el paganismo en Romanos 1.
Pablo enseña que la homosexualidad es el efecto de la lascivia, la cual es el efecto del paganismo, no que la homosexualidad es pecaminosa solo cuando proviene de ella.
¿Las prohibiciones del Apóstol Pablo en sus epístolas no solo se dirigen a la prostitución greco-romana en los templos?
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10 RVR60).
Algunos argumentan que las prohibiciones en estos textos (también ver 1 Ti. 1:10-11) son para desalentar a los cristianos a que no participen en la prostitución homosexual en los templos. La respuesta está en la versión Septuaginta (LXX) de África del Norte. La traducción se llama Septuaginto o Septuaginta porque, según la tradición, la tradujeron 73 escribas en 73 días al idioma griego. Jesús y otros autores del Nuevo Testamento citaban con frecuencia esta versión (ver Mt. 2, 11, Lc. 7, 1 Co. 6:9-10, He. 2:5-10, por ejemplo).
Comparemos la prohibición de Levítico 18:22 “No te echarás con varón como con mujer; es abominación” en la LXX (en griego): “καὶ μετὰ ἄρσενος (varón) οὐ κοιμηθήσῃ κοίτην (cama, con connotación sexual) γυναικείαν, βδέλυγμα γάρ ἐστι”. Para cualquier judío ortodoxo o heleno, sería algo fácil de entender porque desde su niñez lo sabría de memoria.
1 Timoteo 1:8-11 y 1 Corintios 6:9-10 utilizan el término: αρσενοκοίτης (Arsenokoites) para la homosexualidad. Comparémoslo con Lv. 18:22 de la LXX: “ἄρσενος… κοίτην”. Pablo, o el cuerpo rabinico de su tiempo, simplemente tomaron el mandato de Levítico y usaron una palabra compuesta a partir de los dos términos. Ahora, eso nos abre a un claro entendimiento del mensaje de Pablo que desafía el argumento de que este término solo puede referirse a la prostitución en los templos.
Sólo tenemos que preguntarnos: ¿hay un término griego, en especial en la LXX, que se refiera al prostituto varón? Si no lo hay, tenemos que profundizar más en este argumento. Y si encontramos dicho término, el debate queda cerrado.
Pablo no se refería sólo a los prostitutos varones en sus epístolas porque en realidad sí hay un término griego en la LXX para ellos:
καὶ καθεῖλε τὸν οἶκον τῶν καδησὶμ (prostitutos varones) τῶν ἐν τῷ οἴκῳ Κυρίου, οὗ αἱ γυναῖκες ὕφαινον ἐκεῖ Χεττιΐμ τῷ ἄλσει (2 Reyes 23:7 LXX).
Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera (2 R. 23:7 RV60)
Si Pablo hubiese querido permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo y prohibir la prostitución masculina, tenía palabras conocidas y comunes para expresarlo. Pero no lo hizo. Este no es más que otro caso de eiségesis, en el que se toma lo que uno quiere que diga el texto, y lo hace entrar por la fuerza en la interpretación.
Conclusión
¿La Biblia realmente condena la homosexualidad? Claro que sí. De hecho, no hay absolutamente ninguna mención de las relaciones homosexuales en la Biblia que no lleve un tono negativo y prohibitivo. Sin embargo, la Biblia condena todo pecado. Aquí no separamos a la homosexualidad como el pecado imperdonable. Sino solo es una respuesta al movimiento que intenta legitimizarla. Si aparece un movimiento que pretende justificar el robo, por ejemplo, tendremos que responder de igual manera.
El evangelio trata de un cambio de reino y un cambio de amo. Tal mensaje nunca hallará aprobación por un mundo perdido, pero a los que serán salvos, es lo más precioso. El mensaje del evangelio que carece del arrepentimiento no es el evangelio. No vendamos el evangelio por treinta monedas que el mundo nos ofrece, prometiéndonos unos años más de relevancia si tan solo nos adaptamos a sus “principios”. El evangelio ha sido, es y será relevante para quienes Dios trae a su Hijo.
[1] El presente blog es un resumen de un capítulo en mi libro Autonomía sexual en un mundo posmoderno, Centro de Literatura Cristiana (CLC), Bogotá, Colombia (se publicará en julio, 2021).
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