La palabra «relevante» se ha puesto de moda en el ámbito cristiano para catalogar ambientes, congregaciones, predicadores y pastores que visten a la moda, hablan el lenguaje de esta generación y quienes generalmente representan a ministerios multitudinarios y ministros de plataformas en medio de efectos de luces y una cortina de humo. 

Ninguna de estas cosas es mala en sí misma. Utilizar herramientas como la tecnología, la producción, estar involucrado en la cultura y la sociedad o vestir a la moda, pueden ser herramientas para compartir el evangelio en distintas esferas. El problema es cuando estas herramientas son para promocionar más a una persona o un ministerio, en lugar de hacer brillar a Cristo.

Desgraciadamente, el tiempo ha hecho evidente que algunos de estos ministerios no son más que una cortina de humo, una experiencia sensorial de alta producción que termina encubriendo su superficialidad; vidas sin profundidad en la Palabra y poco temor de Dios de sus líderes, lo cual termina afectando a la Iglesia de Cristo.

Al decir esto, sé que estoy «pisando muchos callos», y caminando sobre hielo fino, porque algunos de nosotros hacemos uso de esas herramientas. Sin embargo, pienso que es necesario decir en este momento que el problema no son las herramientas, sino la filosofía o el corazón detrás de algunas de estas prácticas, para que la Iglesia y sus líderes de una vez por todas prestemos atención a lo que está sucediendo.

En los últimos años ha crecido el número de casos de iglesias que han tenido que despedir a sus pastores y aun llegan al punto de cerrar sus puertas por pecados morales, abuso de autoridad o manipulación espiritual.

Es necesario mencionar que algunos pastores de mega-iglesias han confesado luchar con la presión emocional y social de la posición, así como las expectativas de congregaciones que compiten por ser la más atrayente; algunos de esos líderes han abandonado el ministerio, y otros, lamentablemente se han quitado la vida.

Toda esta mega producción ha traído como resultado, asistentes a la iglesia que demandan el mejor servicio de cuidado de niños, música y producción profesional, y un comunicador carismático que les haga sentir bien al salir de la «experiencia de adoración» dominical.

Hace unas semanas, el pastor de una de estas mega iglesias fue despedido por «fallas morales», que es la forma relevante de llamar al pecado sexual. ¿Cuántos casos más tenemos que contar para darnos cuenta que este modelo de iglesias ha fallado al modelo bíblico del cuerpo de Cristo y del liderazgo cristiano? 

Como iglesia, tenemos que despertar a la realidad del peligro que trae consigo aceptar esta cultura en la iglesia de Cristo.

El peligro de una cultura consumista en la iglesia

La primera iglesia nunca tuvo el propósito de ser cultural y socialmente relevante. Los primeros cristianos fueron perseguidos por ser seguidores de un líder que predicó un mensaje que iba en contra de la cultura y los valores sociales de la misma.

“La primera iglesia nunca tuvo el propósito de ser cultural y socialmente relevante”.

Estos seguidores «del camino» (Jn.14:6), murieron como mártires porque pusieron en jaque a los líderes religiosos y políticos exponiendo sus verdaderas intenciones. Ellos no buscaron ser aceptados, pues Jesús les había anunciado que serían rechazados por vivir de acuerdo con el Reino de los cielos (Lc. 6:22). Fueron conocidos por trastornar al mundo entero con el evangelio (Hch. 17:6).

¿En qué momento la iglesia pensó que debía negociar con el mundo para ser atrayente, amigable a los buscadores y suavizar las terminologías para ser más aceptados e inclusivos?

Las personas ya no buscan una iglesia por el testimonio de piedad de sus miembros, sino por la cantidad de seguidores que tienen en redes sociales o por la calidad de sus producciones audiovisuales. Prefieren un servicio dominical cómodo, corto y motivacional antes que la incomodidad que tiene un tiempo de confrontación con la Verdad, con la autoridad de la Palabra de Dios y la comunión de los hermanos. 

¿Cuántos, hoy, prefieren pasar desapercibidos y no ser contados entre los fieles?

El peligro de medir el éxito por el crecimiento numérico

Hace unos meses atrás escuché o leí la siguiente frase por el Dr. Miguel Núñez: «El éxito de un ministerio no se mide por la asistencia de sus iglesias, sino por la calidad de sus discípulos». 

“El éxito de un ministerio no se mide por la asistencia de sus iglesias, sino por la calidad de sus discípulos”.

Miguel Núñez

Una iglesia que crece rápidamente no siempre es el resultado del obrar de Dios, puede ser el resultado de una buena estrategia de mercadotecnia. El obrar de Dios se puede ver cuando las personas que conforman una iglesia han entendido el evangelio, viven en constante arrepentimiento anhelando la obra de transformación del Espíritu Santo en sus vidas por medio de la renovación de su entendimiento a través de su Palabra.

Hoy, muchas de estas iglesias relevantes se mueven con base en lo que genera más likes, consigue más asistentes a sus mega eventos o vende más libros del pastor principal de las mismas. Con esto no quiero decir que sea malo el buen manejo de las redes sociales de una iglesia, una excelente estrategia de difusión, o incluso una buena producción del servicio dominical. 

El problema está cuando el mensaje se rebaja para que sea más aceptado por los oyentes, cuando la predicación es más motivacional que noutética, cuando se busca más influenciar la conducta que un cambio en el corazón. 

Hay un problema cuando se hace más énfasis en que las personas asistan a un servicio, o a un evento en particular, en lugar de entender que ser discípulo de Cristo es vivir vidas en misión del evangelio 24/7 en medio de nuestras comunidades.

El peligro de exaltar la actividad por encima de la santidad

Otro de los riesgos latentes de estas iglesias, es que hacen más énfasis en la actividad ministerial que en la intimidad con Dios; han reemplazado la enseñanza de disciplinas espirituales por acciones sociales y su presencia en esferas sociales relevantes. 

Una vez escuché a uno de estos pastores decir que para él era más importante pasar más tiempo con sus ovejas que pasar tiempo preparando un sermón. El mismo pastor, después de quedar descalificado del ministerio y ser despedido de su iglesia por un pecado recurrente, dijo en una publicación en redes sociales que, «su caída fue su culpa y de nadie más, que él estaba ministrando desde un lugar vacío de su alma».

Cuando Pedro escribe en 1 Pedro 1:15 que la voluntad de Dios es que seamos santos en toda nuestra manera de vivir, no deja entrever que esa santidad provenga como resultado de una generación espontánea. Versículos anteriores, desde el versículo 13, comienza diciendo: «preparen su entendimiento para la acción, sean sobrios en espíritu». En el versículo 14 nos instruye: «no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia». 

Nuestra apreciación de la santidad de Dios, y en respuesta caminar en la misma santidad, vendrá como resultado de la intimidad con Dios y no de nuestra actividad para Dios. No importa cuánto hagas para Dios, eso nunca podrá reemplazar lo que Dios puede hacer en tu vida al pasar tiempos de intimidad con él.

“Nuestra apreciación de la santidad de Dios, y en respuesta caminar en la misma santidad, vendrá como resultado de la intimidad con Dios y no de nuestra actividad para Dios”

El peligro de exaltar la elocuencia por encima de la autoridad y suficiencia de la Palabra

La mayoría de estas iglesias cuentan con comunicadores elocuentes que fácilmente podrían ser comparados con alguien que da una charla TED, o con alguno de los gurús motivacionales de moda. 

El problema de esto no está en su capacidad de comunicación, sino que las personas comienzan a seguir más al predicador que la Palabra predicada. Necesitan alimentarse de un sermón de su predicador favorito y no han cultivado un deseo genuino de ir a la Palabra por el alimento diario. Eso exalta al líder como la máxima fuente de sabiduría y conocimiento, por encima de aquél quien tiene palabras de vida eterna (Jn. 6:68).

Hace tiempo, una persona me pidió que enviara audios con reflexiones diarias acerca de la Palabra, porque él sentía que no estaba siendo alimentado espiritualmente lo suficiente; a lo que con mucho amor respondí, que mi anhelo era que él pudiera ir a la Palabra de Dios todos los días y escuchar directamente de Aquél que tiene el pan de vida para saciar su alma. 

No deja de ser una tentación atraer la atención a uno mismo, pero es necesario que, como predicadores enseñemos a nuestras congregaciones a depender más de Dios y menos de nosotros, porque su Palabra es suficiente. Que más de nosotros mengüe para que Cristo crezca (Jn. 3:30).

“…es necesario que como predicadores enseñemos a nuestras congregaciones a depender más de Dios y menos de nosotros, porque su Palabra es suficiente.”

En conclusión

El problema de este tipo de iglesias no son las herramientas que usan, sino los resultados que están provocando a causa de que han reemplazado el verdadero propósito de la iglesia, que es glorificar y dar a conocer a Cristo, por generar una afición de sus líderes y congregaciones. 

Cualquier cosa que reemplace a Cristo es un ídolo y debe ser tirado abajo si queremos ver un verdadero cambio en nuestras vidas y en nuestras iglesias locales. 

No podemos seguir persiguiendo modelos humanos de crecimiento eclesiástico, tenemos que perseguir a Cristo y el evangelio, lo cual hará crecer a Cristo en nosotros, y, por lo tanto, iglesias que reflejen su Gloria. No perdamos de vista al autor y consumador de nuestra fe. 


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