Durante la década de 1990 al 2000 y aun después, mucho se escribió sobre la guerra espiritual. Uno de los escritores de la época fue el profesor de Fuller Seminary, Peter Wagner, un hombre que enseñó mucho sobre el tema, pero de quien ya no se habla mucho. Creo que los estudiantes serios de la Biblia se dieron cuenta de que muchas de sus propuestas tenían muy poco fundamento bíblico, ya que carecían de una correcta hermenéutica y una exégesis rigurosa.

Entre los muchos errores de Wagner, podemos ver su propio mal uso de la Biblia. Los ejemplos son numerosos. En la página 16 de su libro Churchquake, Wagner cita Mateo 9:17, en el que Jesús les dice a sus seguidores que no pongan vino nuevo en odres viejos. En más de un libro sobre el crecimiento de la iglesia, este versículo se interpreta en el sentido de que el vino nuevo del posmodernismo, o de los dones espirituales, o de las nuevas iglesias apostólicas, o de lo que sea, no se puede poner en las viejas estructuras de la iglesia. Wagner escribe: “Este libro trata sobre uno de esos odres que Dios está proporcionando para otra bisagra crucial de la historia de la iglesia”. Sin embargo, este versículo no se refiere a nuevas formas de estructura de la iglesia.

Cuando los entusiastas del crecimiento de la iglesia usan las palabras de Jesús sobre los odres de vino de esa manera, se pierden por completo el punto que Él está diciendo. Jesús no está simplemente estableciendo un principio sobre el cambio y la flexibilidad. Él está haciendo el punto glorioso de que el Antiguo Pacto se está cumpliendo y completando en Él. Es un punto teológico, no cultural, lo que Jesús está planteando. Es una declaración del plan eterno de Dios de instituir un Nuevo Pacto en Jesucristo.

También, en su propuesta vemos que Wagner hace mucho énfasis en los espíritus territoriales y la práctica de hacer mapas de un lugar en particular, identificando las fortalezas del enemigo. Si bien es cierto que existen lugares donde la presencia de ídolos es mucho más visible y las personas padecen de los efectos de la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, etc. El argumento para justificar tales prácticas bíblicamente es débil y carente de una hermenéutica responsable.

Ahora bien, de lo que sí podemos estar seguros, es que existe una guerra espiritual desde Génesis hasta Apocalipsis. Como pastor misionero he podido experimentar esa guerra en el campo misionero de primera mano, y es por eso que quiero proponer que no la debemos tomar a la ligera. Existen dos extremos en cuanto a la batalla, la tendencia a subestimarla y a sobrestimarla de manera que algunos ven demonios por doquier. En ambos casos caemos en un error, por una parte, otorgarle demasiado poder al enemigo, y por otra, subestimar su ataque.

En un intento de esclarecer cualquier duda que podamos tener, me he dado a la tarea en este artículo de señalar algunas cosas que debemos considerar sobre el tema.

Desde el principio vemos un ataque del enemigo para detener el avance del plan redentor de Dios; sin embargo, aunque el enemigo ruge y ataca, él no tiene poder sobre nosotros como cristianos y la victoria está garantizada, ya que el Señor tiene el control de absolutamente todo lo que sucede mientras se desarrolla esta etapa de la iglesia que culmina con la venida de Cristo y la creación de nuevos cielos y nueva tierra.

Los tres grandes enemigos, según vemos en la Palabra de Dios, son el diablo, la carne y el mundo. Inclinar la balanza y darle más importancia a uno sobre otro, a veces, ha llevado al pueblo de Dios a errores de aplicación con respecto al tema.

Los tres grandes enemigos, según vemos en la Palabra de Dios, son el diablo, la carne y el mundo. Inclinar la balanza y darle más importancia a uno sobre otro, a veces, ha llevado al pueblo de Dios a errores de aplicación con respecto al tema.

Si tenemos en cuenta la omnisciencia y la omnipresencia de Dios, podemos concluir que nada de lo que el diablo pueda hacer se escapa del radar de Dios; de hecho, vemos momentos en las Escrituras, como en el caso en Job, donde Dios le da permiso al diablo para infringir sufrimiento en la vida de Job. Por otra parte, vemos que el orgullo, obra de la carne, que es el siguiente enemigo, ha visitado a los seres humanos desde el principio, un caso en particular donde alguien sufrió graves consecuencias es el caso del rey Uzias en 2 Crónicas 26. Además, vemos la influencia que tuvo el entorno, el mundo, sobre el pueblo de Dios y continúa teniéndola hasta el día de hoy. Por ejemplo, vemos el ciclo de conformidad al mundo y los patrones del pueblo de Dios en Jueces.

Aunque podemos elaborar mucho más con respecto al tema, esta pincelada debe hacernos reflexionar y admitir que la batalla es real. Sin embargo, tenemos maneras de pelear esa batalla que se presenta de diferentes formas en diferentes lugares y momentos de la historia como por ejemplo el caso de la batalla de Jericó, lo que no podemos hacer es tomar algo que no es normativo para la iglesia y hacerlo normativo. Vemos a Cristo y otros expulsando demonios en el Nuevo Testamento, vemos los efectos de la carne y el mundo en la iglesia primitiva en Hechos y en las Epístolas. Pero no creo que podemos hacer de ciertas prácticas algo normativo, cuando no lo es, ya que caen bajo el marco de lo particular.

A pesar de todo lo que vemos en las páginas de la Biblia con respecto al tema y los estragos que han causado el diablo, la carne y el mundo, LA VICTORIA ESTÁ GARANTIZADA. En Efesios, Pablo nos da la receta que considero normativa para la iglesia y esa es la armadura de Dios. Sus componentes para librar la batalla son extraordinarios, y estar firmes en ellas nos debe dar una gran medida de tranquilidad al saber que el enemigo no puede contra nosotros, aunque desde luego, atacará. En cuanto a lo que nosotros podemos hacer al luchar esta batalla contra el diablo, la carne y el mundo, te propongo lo siguiente:

1) Lucas 4:13, “Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de Él esperando un tiempo oportuno”. HAZ USO DE LA PALABRA DE DIOS como lo hizo Cristo en esta ocasión.

2) Santiago 4:7, “Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros”. Nota los imperativos SOMETEOS A DIOS Y RESISTID y la garantía es que el diablo huirá.

3) 1 Juan 4:3-5, “y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye”. Sea lo que sea que estemos enfrentando recuerda que MAYOR ES EL QUE ESTÁ EN NOSOTROS.

4) Efesios 6:12-13, “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes”. Tu lucha y mi lucha, no es contra el hermano, contra la iglesia, tu esposa, familia, etc., sino contra principados, potestades, poderes de este mundo de tinieblas, huestes espirituales de maldad. El consejo de Pablo por inspiración divina, TOMAD TODA LA ARMADURA DE DIOS PARA PODER RESISTIR Y ESTAR FIRMES.

La firmeza es importante, mira cómo se define:

1. Cualidad de lo que es estable o no se mueve, “la firmeza de unos cimientos”.

2. Voluntad inquebrantable y constancia en la realización de algo.

ESTAR FIRMES deben ser palabras que nos recordemos cada día.

Lo siguiente nos debe animar y llenar de esperanza, Apocalipsis 20:10 “Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.

Recordemos, La Guerra Espiritual es Real, Pero la Victoria es Segura.


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