Hay un concepto erróneo sobre la identidad en nuestra sociedad, y este error, de algún modo, se ha infiltrado en la iglesia. La Biblia es bastante clara sobre la identidad del hombre y describe la humanidad de dos maneras que se pueden identificar: regenerados o no regenerados. 

En Romanos 5:19, Pablo claramente dice: «Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos».

En esta sección de Romanos 5, Pablo explica que o somos constituidos justos en Cristo o permanecemos en condenación por la desobediencia de Adán. Nuestra identidad o está en Adán o en Cristo. Pablo insiste en lo mismo en su carta a los corintios cuando dice: «Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados». (1 Co. 15:22). Una vez más, el énfasis para la raza humana es que solo hay dos tipos de personas en el mundo, los que están en Adán y los que están en Cristo. El evangelio procura que las personas adopten la «identidad de Cristo». Hay salvos y no salvos.

Además, hay algo en el evangelio que crea un abismo infinitamente ancho entre Adán y Cristo. Al creer en el evangelio, creemos que Jesús fue crucificado y resucitó para nueva vida. La Biblia deja en claro que hemos atravesado este mismo proceso en el sentido espiritual. Vemos este aspecto personal en la transformación del evangelio a lo largo de las Escrituras. En el Antiguo Testamento, vemos que esto se describe en función del cambio que Dios produce en el corazón de piedra haciéndolo de carne (Ez. 11:19, 36:26). En Gálatas 2:20, Pablo escribe: «Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí…» (énfasis añadido). Jesús también oró por sus discípulos para que permanecieran en Él, en unidad, con el propósito de mostrarle al mundo que el Padre de hecho envió al Hijo al mundo (Jn. 17:22-23). Se unieron en Cristo, ya que no se conformaban al mundo sino a Él. Ya no eran representantes de Adán sino de Cristo. En los salmos, vemos que cuando Dios transforma la vida de una persona, aleja de ellos sus transgresiones tan lejos como el este del oeste (Sal. 103:12).

En las Escrituras no hay punto medio. Estar en Adán significa permanecer en un estado de condenación bajo el justo juicio de Dios sobre el pecado. Estar en Cristo significa estar crucificado con ese pecado y resucitado para una nueva vida bajo la misericordia y el perdón de Dios. Estas dos identidades son conceptos importantes que debemos entender. Cuando estamos en Cristo, ya no nos identificamos por el pecado. Alcohólicos Anónimos, por ejemplo, usa un método de presentación que requiere que las personas se identifiquen con su alcoholismo (p. ej.: «Mi nombre es Juan y soy alcohólico»). Pero no existe el alcohólico cristiano. Aunque en este mundo el cristiano puede luchar con el alcoholismo, él no se define por ese pecado y de hecho puede encontrar verdadera victoria definitiva sobre ese pecado en Jesucristo. No hay cristianos asesinos, ladrones, murmuradores u homosexuales. No existe el cristiano gay. Nuestra identidad no se encuentra jamás en el pecado sino en el Salvador. Más concretamente, me atrevo a decir que nuestra identidad tampoco se encuentra en la tentación, aunque aún somos tentados. El llamado de todo cristiano es no estar cómodo nunca en el pecado sino hacerlo morir en cada oportunidad.[1]

Es en esta luz que el cristiano debe cuidarse de publicaciones recientes de libros de personas que dicen ser «cristianos gay». Uno de los ejemplos más populares es el de Matthew Vines, autor de God and the Gay Christian (Dios y el cristiano gay). En varios lugares Vines usa este término como si fuera un prerrequisito fundamental para su argumentación. Observe cómo busca el oído atento del cristiano y trata de involucrarlo con personas que se identifican como «cristianos gay»:

“Si algunas personas están convencidas de que las relaciones con el mismo sexo son pecado, pídeles que consideren qué significa ese punto de vista para el gay cristiano. ¿Piensan que el celibato obligatorio llevará fruto en la vida del gay cristiano? ¿Han caminado al lado de hermanos y hermanas que han tomado esa trayectoria, y han visto las consecuencias que produce? Si el desacuerdo aún persiste puedes ayudar a fomentar más receptividad, compasión y comprensión por la comunidad LGBT.”[2]

Matthew Vines se ha vuelto presa del mantra de nuestra cultura que se autodefine y ha descubierto que su identidad está ligada irrevocablemente con su sexualidad.

Mientras que Matthew Vines anunció y defendió su «identidad» escribiendo un libro, otros han usado diferentes métodos. Tal retórica se ha abierto camino hasta los medios de comunicación. Facebook se ha vuelto el noticiero del mundo. Había salido con mi familia cuando me llamó la atención que uno de nuestros amigos recientemente había «salido del armario» en Facebook como «cristiano gay». Había dejado en claro que veía la homosexualidad como pecado y que sabía que bíblicamente nunca podría ceder ante la tentación. Aun así, pensaba que era el momento de identificarse de esta manera. Cuando David (mi hijo) oyó esto, vio el problema de inmediato. «Papá, él no entiende su identidad en Cristo». Tenía razón. Pedí reunirme con mi amigo, y discutimos esos asuntos. Mi corazón se entristeció mucho por un hombre que sentía que no había esperanza para él y que este pecado lo definiría para el resto de su vida.

A medida que caminábamos, le pregunté si podíamos ver algunos versículos específicos que nos ayudarían con relación a la identidad. Su confusión no estaba en el pecado en sí. No estaba poniendo en práctica su tentación y, en ese sentido, era muy cuidadoso de su vida. Sin embargo, vivía constantemente con la tentación homosexual. Me dijo que no había encontrado ningún lugar en las Escrituras que como cristiano lo identificara con el pecado, pero tampoco había un lugar que hablara sobre los aspectos de identidad y tentación. Vimos un par de versículos que se habían vuelto muy familiares al considerar estos temas. Primero, observamos algunos puntos principales en 1 Corintios 10:13. Cuando Pablo dice que no les «…ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres», señala un punto clave con relación a la identidad. Si cualquier tentación en cualquier dirección es humana, entonces ¿por qué es necesario que un creyente anuncie que es un «cristiano gay» solo por ser tentado? Muchos hombres luchan con la forma codiciosa con la que miran a las mujeres. Jesús dijo que aún mirar de esta manera se considera adulterio. Entonces, ¿todo hombre creyente que luche contra esto debería llamarse «cristiano adúltero»? Aún más, Pablo dice que en Jesús tenemos todo lo necesario para soportar la tentación sin pecar. Esto significa que debemos resistir de forma activa para no caer en la tentación. Por lo tanto, la tentación no parece ser un factor para determinar la identidad.

Nuestra identidad que cambió, pues primero estaba en Adán y después en Jesús, nos ha dejado un patrón aún mayor. Ya no tenemos que someternos a este mundo sino a Dios. No somos definidos por algo que tenemos que resistir de forma activa. Es por eso que Santiago escribió: «Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones». (Stg. 4:7-8).

Después de un tiempo maravilloso y dichoso con este hermano, descubrió algo de su identidad sobre lo cual antes estaba muy confundido. Fue en ese momento que pude animarlo con la maravillosa esperanza y victoria que encontramos en el evangelio de Cristo. Hoy camina firme con el Señor, identificado solo con Cristo, y ha conseguido el beneficio adicional del apoyo amoroso de su pastor, consejero bíblico y hermanos y hermanas en Cristo. De manera activa está matando el viejo hombre y renovándose en Cristo y vistiéndose del nuevo hombre.


[1] Recomiendo encarecidamente al lector a considerar un libro excepcional de Stuart Scott rela­cionado con este tema: Stuart Scott and Zondra Scott, Killing Sin Habits: Conquering Sin with Radical Faith (Bemidji, MN: Focus Publishing, 2013).

[2] Matthew Vines, God and the Gay Christian: The Biblical Case in Support of Same-Sex Relations­hips (Nueva York: Convergent Books, 2014), 175. Una excelente respuesta a la obra de Matthew Vines con formato eBook por R. Albert Mohler, God and the Gay Christian: A Response to Ma­tthew Vines, abril 2014, http://126df895942e26f6b8a0-6b5d65e17b10129dda21364daca4e1f0.r8.cf1.rackcdn.com/GGC-Book.pdf.


Atracción hacia el mismo sexo y el evangelio

En La Atracción hacia el Mismo Sexo y el Evangelio, Steve Ham, desempaca, de manera clara, concisa y metódica, la enseñanza bíblica acerca de género, sexualidad y relaciones humanas. Pero este libro es mucho más que una exposición sobre la sexualidad humana y la claridad del evangelio; es una historia personal del poder del evangelio para transformar a aquellos que son cautivos de la atracción hacia el mismo sexo.


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