Hace varios años, mientras esperaba un vuelo de conexión en el aeropuerto de Las Vegas, pasé por delante de una máquina tragamonedas que decía que el premio mayor actual era de decenas de millones de dólares. Tuve un breve impulso de poner unas monedas sólo por diversión. Entonces pensé en lo que podría pasar si ganaba. Podía imaginarme mi foto en periódicos y vallas publicitarias con el titular «Pastor gana el mega premio». ¿Era libre de participar?

Muchos creyentes gastan a veces unos cuantos dólares en billetes de lotería, sobre todo cuando los premios son de cientos de millones de dólares. Otros van ocasionalmente a los casinos con la intención de gastar sólo una cantidad limitada en juegos de azar. ¿Están pecando?

Aunque me gustaría decir que el juego es siempre pecado para todos, puedo decir que sería pecado para mí porque no puedo participar con buena conciencia. «Todo lo que no procede de fe, es pecado» (Rom. 14:23). Aunque algunos argumentarían que comprar un billete de lotería cuesta menos que un café en Starbucks y que muchos de nosotros gastamos (o malgastamos) más dinero en pasatiempos caros y otras cosas no necesarias que en un casino, creo que hay sólidas razones bíblicas para no apostar.

1. El juego es un problema creciente

Los estadounidenses gastan más de 80,000 millones de dólares al año en billetes de lotería, lo que equivale a más de 200 dólares por persona o 1,000 dólares para una familia de cinco miembros. Además, los estadounidenses gastan más de 50,000 millones de dólares al año en casinos. Las apuestas deportivas siguen expandiéndose a través de internet y mediante apps, con muchos anuncios que se emiten durante los eventos en directo.

2. El juego socava la ética del trabajo

El diseño de Dios para la humanidad es que trabajemos para mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias. Incluso antes de la caída, Dios puso al hombre en el huerto para que trabajara, no para que actuara como si estuviera relajándose en un crucero por el Caribe (Gn. 2:15). El cuarto mandamiento (Ex. 20: 8-11) nos llama a imitar el patrón de Dios de trabajo y descanso (trabajar seis días de siete). El libro de Proverbios nos enseña que la prosperidad llega a través del trabajo duro (Prov. 10:4) y el trabajo inteligente (con habilidad Prov. 22:29). El juego es un intento de eludir el camino de Dios para obtener riqueza. Incluso si no esperas hacerte rico personalmente a través del juego, estás participando en un sistema que socava la ética del trabajo de toda nuestra sociedad.

3. Aunque ganes, pierdes

Sólo pueden ocurrir dos cosas cuando se apuesta, y ambas son malas. Probablemente perderás, lo cual es una mala administración de los recursos que Dios te ha confiado. Pero incluso si ganas, perderás porque estás recibiendo una ganancia injusta al tomar el dinero de los perdedores sin proporcionarles ningún beneficio. He tenido aconsejados que decían que podían mantener a sus familias jugando al póquer. Con el tiempo se demostró que estaban equivocados en detrimento de sus familias (Prov. 26:12). Pero incluso si hubieran tenido éxito, estaban violando el designio de Dios de que proporcionemos bienes y servicios valiosos que beneficien a aquellos de quienes recibimos dinero. El juego produce ganancias deshonestas (no ganadas), que tomamos de los perdedores. Proverbios advierte que tal ganancia menguará, a diferencia de lo que se gana mediante el trabajo duro y el ahorro, que conduce a un aumento continuo (Prov. 13:11).

4. El juego es peligrosamente adictivo

Muchos afirman que pueden gastar un poco en juegos de azar sin que ello tenga un gran impacto en sus finanzas. Pero el juego está diseñado para volverse adictivo, y los casinos (y los que dirigen la lotería) hacen todo lo que pueden para incitarle a seguir jugando. Pocas personas que han arruinado sus finanzas a causa del juego pensaron que esto les podría pasar a ellos. «Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga» (1 Co. 10:12).

5. El juego perjudica a los demás, especialmente a los pobres

Los que más dinero pierden jugando son los que menos pueden permitírselo. Las personas con bajos ingresos gastan mucho más en billetes de lotería que el resto de la población. Algunos se ven abocados a la pobreza y la bancarrota. Muchas personas creen tontamente que la única forma de escapar de la pobreza y las deudas es ganar la lotería, en lugar de trabajar duro, de forma inteligente, limitando su estilo de vida y ahorrando. Incluso si tus finanzas no se ven afectadas significativamente por el juego, estás participando en un sistema que está destruyendo las vidas de otros.

6. El juego se asocia a menudo con otros pecados

Los juegos de azar suelen estar motivados por la codicia pecaminosa (Lc. 12:15) y la ilusión idólatra de que la riqueza trae la felicidad. El juego de casino se asocia típicamente con la embriaguez, la glotonería, la violencia y la inmoralidad sexual (Prov. 23:21). Como ocurre con otras adicciones, los jugadores fracasados a menudo recurren al robo para alimentar su adicción o salir de su agujero financiero. El juego ha causado importantes problemas matrimoniales y a veces conduce al divorcio. Tuvimos un caso en el que un marido cristiano perdió su empleo y no pudo encontrar más trabajo rápidamente. Tras leer un libro sobre un sistema para ganar al blackjack, le decía a su mujer que iba a trabajar y luego se dirigía al casino. Semanas después, cuando una agencia de cobros se puso en contacto con la esposa por deudas pendientes de la tarjeta de crédito, ésta enfrentó a su marido, que finalmente lo admitió todo. No sólo sus finanzas se vieron afectadas negativamente, sino que la confianza se había roto a causa de sus mentiras.

7. El juego promueve numerosas mentiras

Los gobiernos incitan a la gente a jugar a la lotería porque afirman que beneficia a la educación (¡qué ironía!). Anuncian que la lotería es el camino para cumplir los sueños de toda una vida, aunque la probabilidad de ganar sea infinitesimal. Los casinos renombran el juego como «juego» y se promocionan como destinos familiares saludables. La mayor mentira es que la riqueza obtenida a través del juego le hará feliz. La realidad es que muchos ganadores de lotería acaban peor a largo plazo. Hay informes de antiguos ganadores que están arruinados y se sienten miserables.

Cristo ofrece riquezas mucho mayores

«Todos los sedientos, vengan a las aguas;
Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman.
Vengan, compren vino y leche
Sin dinero y sin costo alguno.
¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
Y su salario en lo que no sacia?
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia
» (Is. 55:1-2).

La riqueza mundana, como otros ídolos, no puede saciar. Sin embargo, Jesús se ofrece a nosotros como el pan de vida que perdona nuestros muchos pecados y sacia nuestras almas.

«Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos» (2 Co. 8:9).

«No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mt. 6, 19-21).

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué impacto tiene el juego en nuestra sociedad? ¿Por qué está creciendo?
  2. ¿Cómo tomarías tu decisión sobre si apostar o no?
  3. ¿Cómo aconsejarías a alguien que tiene problemas económicos a causa del juego?
  4. ¿Deberían los dirigentes de la iglesia enfrentarse a los miembros que juegan, por ejemplo, comprando un billete de lotería de unos pocos dólares cada semana o yéndose de vacaciones a Las Vegas?

Este artículo fue publicado originalmente en Biblical Counseling Coalition.


Dinero

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