En un episodio reciente del podcast Crianza Reverente, Mateo nos presentó una serie de prioridades bíblicas que deben definir nuestras vidas y nuestros hogares. Concluimos que la Palabra nos presenta un cuadro en el cual podemos establecer prioridades en este orden:
- Relación personal con Dios (a solas y en comunidad).
- Familia inmediata.
- Trabajo/provisión.
- Servicio a Dios y a otros.
- Vida social/entretenimiento.
- Otras actividades.
No sé a ti, pero a mí me suena super bien. Digo “amén, así quiero vivir”. Pero me conozco. Soy capaz de anotar esta lista en mi agenda en colores y letra bonita, y luego seguir viviendo como siempre creyendo que estoy viviendo según prioridades bíblicas.
La pregunta es: ¿Mis prioridades “sobre papel” (teóricas) realmente son mis prioridades? A la hora de la verdad, ¿vivo según las prioridades bíblicas? Y si no es así, ¿qué se puede hacer al respecto?
Digo una cosa y hago otra
Yo no quiero decir que Dios es mi prioridad número uno sin sinceridad. No quiero ser hipócrita. Sin embargo, los seres humanos tenemos algo al cual Santiago llama “doble ánimo” (Sant. 1:8). Somos criaturas complejas con corazones divididos. Raras veces podemos hacer algo a partir de una singular motivación.
Entonces, me encuentro diciendo que Dios es mi más alta prioridad y actuando de manera diferente. Veo a otros haciendo cosas que hacen parecer que tienen a Dios como prioridad número uno, pero me deja exhausta cuando sólo intento hacer todo lo que hacen los demás.
Intento cambiar mi horario, hábitos y actividades para reflejar las prioridades que tengo escritas sobre papel, pero algo no anda bien.
Aquí está la clave: las prioridades no se tratan principalmente de lo que se termina anotando en una agenda. Tendemos a pensar “prioridades = actividades”. Esto nos lleva a ajustar las actividades para reflejar las prioridades correctas. Pero eso no nos lleva al meollo del asunto.
Prioridades como producto de la adoración
Siempre estás adorando. Tu corazón (tu ser interior) fue creado para adorar. ERES un adorador por naturaleza, y tus hijos también lo son.
Las prioridades son producto de la adoración. La adoración que sucede en las profundidades del corazón produce las acciones, actitudes, decisiones y preferencias que mostramos en el diario vivir.
Esto transforma la manera en que pensamos acerca de nosotros mismos. Si conozco y acepto el hecho de que siempre estoy adorando a algo o alguien, solo así podré llegar al núcleo del asunto cuando mis prioridades no están en orden.
Sería una idea maravillosa tener una reunión familiar para conformar las actividades familiares a las prioridades de la familia, siempre y cuando trate de temas más profundos que solo hablar de actividades. Tenemos que dirigirnos a la adoración profunda de nuestros corazones. A Dios le interesa la adoración profunda de nuestros corazones mucho más que nuestros horarios.
¿Cómo conocer nuestras prioridades reales?
Primero, recuerda: somos criaturas complejas. Es imposible para nosotros discernir los pensamientos e intenciones de nuestro corazón por nuestra propia cuenta, y es imposible “acabar” de hacerlo. Es un proceso continuo que se lleva a cabo mejor cuando el Espíritu Santo va en el volante, maniobrando la Palabra de Dios por los callejones oscuros y escondidos de nuestros corazones.
Sin embargo, podemos utilizar las siguientes preguntas para revelar lo que nuestras vidas diarias cuentan sobre las verdaderas prioridades:
- ¿Qué te levanta de la cama cada mañana? ¿Qué motivación profunda impulsa lo que haces diariamente? El éxito de tus hijos, tu propia carrera exitosa, dinero para algún tipo de mejor vida, reconocimiento o admiración, mera comodidad… estas son algunas de las más comunes. Esto indica la prioridad número uno en tu vida.
- ¿Cuáles factores más impactan tus decisiones? Cuando tú y tu cónyuge están haciendo una decisión sobre cierta compra, ¿cuáles son los puntos que toman en cuenta? ¿Cómo se deciden las opciones escolares en tu familia? ¿Cómo se determina si la familia llegará al culto el día domingo? ¿O si te compras ese par de zapatos caros?
- ¿Hacia qué corre tu mente y corazón cuando te enfrentas a cualquier tipo de encrucijada en tu día, o en tu vida?
La forma en que respondes a estas preguntas revelará lo que adoras. Y lo que adoras determina tus prioridades.
¿Qué hacer si mis prioridades no están bien alineadas?
El problema al hacer este tipo de preguntas duras es que casi siempre revelan prioridades fuera de lugar. La Biblia los llama “ídolos”.
Los ídolos muchas veces son cosas buenas que han escalado hasta una posición demasiada alta en la lista de prioridades de nuestra vida. Terminamos adorando al ídolo (cuál sea) más que a Dios. Adoramos al don más que al Dador.
Entonces cuando nos hacemos estas preguntas duras y nos damos cuenta de que estamos adorando algo que no sea Dios, el primer paso es el arrepentimiento. Confiesa tu necedad al Señor; Él es fiel y justo para perdonar (1 Jn 1:9). Pídele al Espíritu Santo un cambio de corazón. Sumérgete en su Palabra para buscar sabiduría, y busca el consejo de otros creyentes.
Luego, y solo después de hacer todo esto, echa un ojo crítico a tu agenda.
Aplicación práctica
He aquí un ejemplo para ayudarnos a considerar esto:
Si adoro el éxito terrenal de mis hijos, probablemente tenemos muy poco tiempo en familia por todas las actividades extracurriculares que yo siento que necesitamos hacer. Devocional familiar, asistencia a la iglesia, participación en una comunidad de creyentes piadosos, todas estas cosas pasan a segundo plano para que podamos perseguir nuestra prioridad verdadera: el “éxito” temporal, terrenal y fugaz de mis hijos.
O posiblemente se manifiesta de otra manera. Quizá Mamá o Papá (o ambos) trabajan largas horas para proveerles a sus hijos todo lo que creen que sus hijos “necesitan”. Por lo tanto, no queda tiempo, energía ni recursos para discipular personalmente a los hijos.
Si el éxito de mis hijos en la vida es lo que realmente adoro, mi más grande necesidad es reemplazar esa adoración con una adoración verdadera a Dios. Necesito pedirle que me ayude a desear su gloria, y la salvación y santificación de mis hijos, más que su éxito profesional.
Todo esto ha sido a nivel corazón.
Luego, después de primero tratar con el corazón, probablemente necesito hacer cambios en un nivel práctico.
- Puede que digamos “no” a ciertas actividades para poder involucrarnos en actividades enfocadas en lo espiritual como la iglesia, grupo de jóvenes, devocional familiar, etc.
- Puede que busquemos y nos comprometamos a una comunidad de creyentes que nos recuerda constantemente del Evangelio y nos apoya en los esfuerzos de discipulado en el hogar.
- Puede que rechacemos la opción de horas extras en el trabajo porque hemos llegado a entender que tenemos más que suficiente, y valoramos la gloria de Dios y el discipulado de nuestros hijos más que todos los accesorios adicionales de la vida.
Él lo vale
Necesitamos la ayuda de Dios para detectar cómo estamos adorando a otras cosas más que a Él. Luego necesitamos su sabiduría para determinar cómo nuestras actividades diarias deben reflejar las prioridades correctas.
En otras palabras, ¡necesitamos orar mucho y leer mucho el Libro de Sabiduría!
Mientras tomas pasos para llegar a ser un padre o una madre que adora más a Dios, Dios probablemente te sacuda un poco. Probablemente te pida rendir algunas cosas que parecen muy importantes en el momento. ¡Pero Él las reemplazará con un tesoro que dura para siempre (Mat. 6:19-20)!
Permite que Él reordene tus prioridades, aunque te dé un poco de miedo. Que tus hijos aprendan junto a ti esta verdad: ¡Dios lo vale y mucho más!
Este artículo fue publicado originalmente en Crianza Reverente.
Criando con palabras de gracia
Como padre o madre, tus palabras son poderosas. Lo que dices y cómo lo dices tiene la capacidad de invitar a tus hijos a profundizar la relación contigo o de alejarlos. Es más, en un sentido muy real, tus palabras representan —o representan mal— las Palabra de Dios a sus hijos. Esto significa que tienen el poder de determinar la manera en que tus hijos vean a su Padre celestial.
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