Vivir con sabiduría significa temer a Dios. Ahora, quizás te estés preguntando: «¿Qué significa temer a Dios?». Buena pregunta. No es el tipo de miedo que un prisionero tiene ante un duro capataz que le hace querer huir y acobardarse. No, es el tipo de temor que un niño debe tener ante su padre. No huyes cuando entra tu padre, pero quizás te sientas un poco más derecho. Es respeto. Es reverencia. Es el reconocimiento de quién es Dios.
Imagina que llegas al pie del Monte Everest, la montaña más alta del mundo. Mientras te preparas para subir, tu guía te da unas instrucciones de última hora. Apuesto a que escucharías esas instrucciones con tanta atención como no has escuchado nada en toda tu vida. ¿Por qué? Porque sientes un sano respeto y temor por la tarea que tienes por delante. No estás a punto de ascender una pequeña colina. Se trata de la montaña más alta de la tierra.
Escuchas y sigues las instrucciones porque esta montaña es más grande que tú, y no quieres dar un paso en falso. Lo mismo ocurre con Dios. Tienes que reconocer quién es. En otras palabras, tienes que conocerlo verdaderamente. Necesitas una visión correcta de Dios para poder vivir correctamente para Dios. Si no lo conoces, no sabrás cómo vivir esta vida que Él nos ha dado.
Una buena manera de diagnosticar tu visión de Dios es observar tu vida diaria. Si tienes una visión alta de Dios, vivirás con estándares altos; si tienes una visión baja de Dios, vivirás con estándares bajos. Si tienes una visión alta de Dios, tus problemas parecerán pequeños. Si tienes una visión baja de Dios, tus problemas te agobiarán.
En el corazón de todo futuro líder evangélico hay una visión robusta, correcta y elevada de Dios. Una visión elevada de Dios producirá un saludable temor de Dios e inyectará entusiasmo y celo en tu caminar con Dios.
¿Cómo puedes cultivar una visión elevada de Dios como hombre o mujer? ¡Estudia algo de teología! La teología puede parecer una palabra grande que usa la gente aburrida, pero simplemente significa «el estudio de Dios». Solo conocerás a alguien si lo estudias. Y créeme, la teología está lejos de ser aburrida. Si crees que la teología es aburrida, estás haciendo algo mal. Dios es el tema y la persona más fascinante e interesante que puedas estudiar. Leer una teología buena y sólida te ayudará a entender lo asombroso que es Dios.
La fuente más confiable para aprender sobre Dios es Dios mismo, lo que significa que el mejor lugar para encontrar buena teología es justo en tu Biblia. Empecemos por examinar el Salmo 139. Quizás esto te asusta. Los primeros doce versículos han sido la mayor ayuda para mi propia santificación personal (la santificación es el proceso que Dios utiliza para que nos parezcamos más a Jesús).
Oh SEÑOR, Tú me has escudriñado y conocido.
Tú conoces mi sentarme y mi levantarme;
Desde lejos comprendes mis pensamientos.
Tú escudriñas mi senda y mi descanso,
Y conoces bien todos mis caminos.
Aun antes de que haya palabra en mi boca,
Oh SEÑOR, Tú ya la sabes toda.
Por detrás y por delante me has cercado,
Y Tu mano pusiste sobre mí.
Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
Es muy elevado, no lo puedo alcanzar.
¿Adónde me iré de Tu Espíritu,
O adónde huiré de Tu presencia?
Si subo a los cielos, allí estás Tú;
Si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás.
Si tomo las alas del alba,
Y si habito en lo más remoto del mar,
Aun allí me guiará Tu mano,
Y me tomará Tu diestra.
Si digo: «Ciertamente las tinieblas me envolverán,
Y la luz a mi alrededor será noche»;
Ni aun las tinieblas son oscuras para Ti,
Y la noche brilla como el día.
Las tinieblas y la luz son iguales para Ti
(Sal. 139:1-12).
Los atributos de Dios están a lo largo de todo este Salmo. Me centraré en dos: Dios lo sabe todo (es omnisciente) y está en todas partes (es omnipresente). Primero, veamos lo que dice sobre la omnisciencia de Dios. Dios conoce todo lo que se puede conocer. Y no solo cosas abstractas —como saber la respuesta a todos los problemas matemáticos que puedas imaginar o cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler—, sino que conoce tus propios pensamientos (v. 2). Todos y cada uno de ellos. Conoce las palabras que dices antes de que estén en tu boca (v. 4). Sabe cuándo te levantas y cuándo te sientas (v. 2). ¿Estás sentado ahora mismo? Dios lo sabe. Y lo sabe desde la eternidad. Dios no solo sabe cuándo tú estás sentado y cuándo te levantas, sino que lo sabe de cada persona que ha vivido y que vivirá.
Dios lo sabe todo. Su conocimiento es amplio, exhaustivo y detallado. Nunca se le ha escapado nada, y mantiene todo este conocimiento sin esfuerzo. Vigilar el mundo entero no le exige a Dios ninguna energía. ¡Asombroso!
Pero hay más. Considera lo que dice sobre la omnipresencia de Dios.
Según el salmista, Dios está en todas partes. Está en el cielo (v. 8), en el mar (v. 9), y ningún intento de evitarlo tendrá éxito (vv. 7, 12).
Puedes ocultar cosas a tus padres y a tus amigos, pero no puedes ocultar nada al Señor. Nadie le ha «sacado ventaja» a Dios. Puedes usar camuflaje para esconderte de un animal o de otra persona, pero eso no funciona con Dios. Tienes cero privacidad con Dios. Aunque pongas el cartel más aterrador en la puerta de tu habitación, nunca estás realmente solo.
¿Cómo reaccionarías si descubrieras que alguien te observa constantemente? Probablemente huirías, ¿cierto?
¿Recuerdas los pecados que David cometió en 2 Samuel 11? Cometió adulterio y luego planeó la muerte del esposo de la mujer. David sabía que su pecado no era un secreto; sabía que no podía esconderse. Nadie más que Dios podía conocer el pecado de David. David conocía la verdad del Salmo 139:7: «¿Adónde me iré de Tu Espíritu, o adónde huiré de Tu presencia?». David sabía la respuesta a esa pregunta: a ninguna parte. No se puede ir a ninguna parte para escapar de la presencia de Dios. Ni al cielo. Ni al Seol. Ni a los confines del mar. Él está allí.
Cuando comprendas estas verdades, sabrás que Dios está incluso en los rincones más profundos de tu mente. No estás solo. Podrías ser el fugitivo más buscado de Estados Unidos, viviendo en un agujero donde nadie puede encontrarte, y aun así estarías viviendo tu vida ante la audiencia de Alguien. Dios te conoce y Dios está contigo. Él sabe todo lo que haces y todo lo que piensas. Y está en todas partes. Todo el tiempo.
Cuando era más joven, recuerdo que mi mentor Tommy un día me dijo que quería hablar conmigo. Yo respetaba inmensamente a Tommy, así que cuando dijo: «Vamos a hablar», tuvo mi atención. (Todavía puedo llevarte al lugar exacto donde ocurrió esa conversación). Tommy se había dado cuenta de que yo hablaba de forma grosera con algunas chicas, y sabía que eso no estaba bien. No creí que se diera cuenta de mis acciones, pero cuando me di cuenta de que él veía y oía y no lo aprobaba, no había nada que pudiera hacer. Admití que me había equivocado y decidí cambiar. Tenía un buen tipo de temor a Tommy porque lo conocía y lo respetaba. Y cuando supe que él conocía mi comportamiento, me obligó a cambiar inmediatamente.
Mi pecado no era un secreto cuando Tommy estaba cerca. Dios sabe infinitamente más que Tommy. Se ha dicho que «el pecado secreto en la tierra es un escándalo abierto en el cielo». Dios sabe lo que estás haciendo. Dios no es como tus amigos del colegio. No es como tus padres. Es Dios Todopoderoso. Cuando comprendas quién es Dios —incluyendo Su omnisciencia y omnipresencia— tendrás una visión elevada de Dios, y le temerás como es debido.

Vive sabiamente
Vive sabiamente presenta un plan simple y directo para ayudarte a convertirte en todo lo que fuiste destinado a ser en tus relaciones, tu educación, tu futura carrera y cualquier otro aspecto de la vida. Pero aún más importante, este libro te dará las herramientas para una relación sólida con Dios.
Comparte en las redes