La lamentable reverencia para “filósofos cristianos”
La apologética no es un club inalcanzable y elitista del autonombrado “filósofo cristiano”, sino se trata de la defensa de la fe cristiana que corresponde a todo creyente. En vez de inventar un nuevo oficio extra-bíblico de “apologeta” o “filósofo”, somos llamados todos a estar “siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 P. 3:15b, RV60).
Sin embargo, para muchos, se trata de un tema intimidante. Varios no sabemos donde comenzar y relegamos la responsabilidad de la defensa de nuestra fe a los “profesionales”. Pues les tengo buenas noticias, no hay un mandato bíblico para un oficio de “apologeta” ni existen los profesionales para la defensa, sino se trata de una tarea de la iglesia del Señor (todos nosotros).
Dios ya nos dio lo que necesitamos
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
2 Timoteo 3:16-17, RV60.
Las Escrituras son suficientes para toda labor cristiana. Aunque hay algunos que han tenido mayores oportunidades de prepararse en el tema de la defensa de la fe, nosotros tenemos las mismas Escrituras y el mismo Espíritu Santo. Además, a pesar de la gran cantidad de aberraciones que se promueven por el internet, tenemos el privilegio de vivir en un tiempo donde hay acceso abierto a buena información desde nuestros dispositivos. No solo eso, sino vivimos en un tiempo donde hay cada vez más libros en nuestro lenguaje. Todo papá y mamá puede y debe, dentro de sus capacidades de tiempo y alcance de recursos, enseñar a sus hijos sobre la veracidad de la Palabra de Dios ante las falsas filosofías del presente mundo entenebrecido. Quizá lo que hace falta es una ayuda para saber dónde empezar.
Primero que nada, se empieza con estudios sobre la Palabra en el hogar. La apologética nunca debe empezar por descartar ideas erróneas. Si empezamos ahí, estamos asumiendo que nuestros hijos ya tienen y abrazan una apreciación de la verdad en sus corazones para poder entender y rechazar las mentiras. Una cosmovisión bíblica no se transmite a los hijos automáticamente, sino a través de una inversión de tiempo con ellos sobre las premisas de las Escrituras acerca de quién es Dios, quiénes somos nosotros, cómo Dios se relaciona con nosotros, y cómo debemos relacionarnos con Él en Cristo. La Palabra de Dios es un lente milagroso para que el ciego pueda ver a la gloria de Dios en la faz de Cristo (2 Co. 4:6) y ahí (y solo ahí) ver a Dios, la vida y a uno mismo. Pero permanece un detalle inevitable si queremos una buena formación de esta cosmovisión bíblica en los niños.
Una cosmovisión bíblica no se transmite a los hijos automáticamente, sino a través de una inversión de tiempo con ellos sobre las premisas de las Escrituras acerca de quién es Dios, quiénes somos nosotros, cómo Dios se relaciona con nosotros, y cómo debemos relacionarnos con Él en Cristo.
Los padres no son omniscientes
Les recomiendo que permitan un ambiente en su casa donde los hijos pueden hacer preguntas a padres que, al igual que ellos, tienen lagunas en su conocimiento. Me explico: si no saben la respuesta, muestren la humildad ante sus hijos para confesar que no la saben. No les podemos callar al acudir solamente a la frase “solo ten fe”. Por supuesto que se trata de fe, pero esa no es razón para eludir una sólida investigación familiar sobre una duda. Nuestra fe no es ciega, sino informada y ninguno de nosotros tiene toda la información en nuestro entendimiento finito. Dios nos ha dado su Palabra y a través de los siglos, también nos ha dado maestros de su Palabra (Ef. 4:11).
Si no pueden encontrar por sí mismos una respuesta, aprovechen de más de un milenio de maestros que Dios nos ha otorgado, siempre con discernimiento. A menudo, me encuentro ante congregaciones en paneles para responder a ciertas dudas sobre la fe. En varias ocasiones, he tenido que decir, “no sé la respuesta a su pregunta, pero la buscaré y les envío lo que pueda averiguar”. ¡No hay ninguna vergüenza en confesar las limitaciones de nuestra humanidad!
Una vez que nutrimos el hábito de estudiar juntos la Palabra, debemos mostrar a los hijos cuáles son las premisas de la cosmovisión humanista que les rodea. Nuestros hijos están o estarán pronto expuestos a la máquina adoctrinadora del presente mundo. No hay manera de evitarlo, ya que el mundo es finalmente un conglomerado corporativo de corazones pecaminosos al igual que los suyos y el mío.
Los hijos deben saber con certeza que pueden verbalizar o expresar cualquier duda o pregunta ante sus padres, aun cuando se trata de contradecir la verdad revelada en las Escrituras. Si nosotros reaccionamos a una pregunta que nos parece irreverente, puede que estemos mostrando nuestra propia inseguridad en cuanto a la respuesta. No tengamos miedo. Siempre habrá una respuesta, sea explícita o implícita en la suma de la Palabra. Si hemos mostrado humildad ante nuestros hijos sobre nuestras propias limitaciones en el conocimiento, no habrá razón para no buscar una respuesta junto con ellos. A fin de cuentas, toda la familia saldrá edificada.
Una vez que nutrimos el hábito de estudiar juntos la Palabra, debemos mostrar a los hijos cuáles son las premisas de la cosmovisión humanista que les rodea. Nuestros hijos están o estarán pronto expuestos a la máquina adoctrinadora del presente mundo
Preparación
Una vez que estemos en la Palabra con ellos, llega el momento en que los padres deben aceptar el reto de leer sobre apologética. No se trata de una carrera para ver cuánto pueden leer, sino un libro a la vez. Si me permiten, me atrevo a recomendarles unos de lo que está disponible en español:
Apologética general y básica:
- Lo absurdo de la incredulidad por Jeffrey Johnson (Legado Bautista Confesional)
- Una gloria peculiar por John Piper (Editorial Portavoz)
- Verdad total por Nancy Pearcy (Crossway Books)
El origen del universo y la vida:
- La mentira por Ken Ham (Masterbooks)
- Sola Scriptura por Ken Ham y Joe Owen (Respuestas en Génesis)
- El libro de las respuestas Vol. 1-3 Editor general Ken Ham (Masterbooks)
Quién es Dios:
- La Trinidad olvidada por James White (Editorial EBI)
La Biblia y la sexualidad
- La atracción hacia el mismo sexo y el evangelio por Steve Ham (Editorial EBI)
- Autonomía sexual en un mundo posmoderno por Joe Owen (Centro de Literatura Cristiana Colombia)
Apologética para los niños
- El libro de las respuestas Vol. 1-8 por Ken Ham y Cindy Malott (Masterbooks)
- A mí de verdad, pero de verdad, me gustan los fósiles por Ruth Carter (Respuestas en Génesis)
- A mí de verdad, pero de verdad, me gustaría saber más de los hombres simios por Ruth Carter (Respuestas en Génesis)
- A mí de verdad, pero de verdad, me interesa tener respuestas sobre Noé por Ruth Carter (Respuestas en Génesis)
Conclusión
Si solo nos comprometiéramos a tomar los pasos, poco a poco, hacia una defensa de nuestra fe con nuestros hijos, Dios multiplicaría el impacto de nuestros pobres esfuerzos. Una vez que tengamos una rutina de estudio bíblico con ellos, pronto veremos la necesidad de buscar los escritos de buenos y fieles maestros que el Señor nos ha dado para apoyarnos. Si solo comenzamos con un libro, estaremos más preparados que cuando iniciamos.
Pero a través de todo y por encima de todo, ayuden a sus hijos con una apologética que responda al escéptico más grande que enfrentarán en esta vida – su propio corazón. Y el mejor (y único) apologeta para su corazón es Cristo. Enfóquense mucho en el evangelio del reino. La fe cristiana se trata de ser trasladados de un reino al otro, de las tinieblas al reino de Cristo. No se trata de asentimiento mental de un sistema filosófico o religioso ante el mercado pluralista de ideas. Una vez que entiendan que el mundo razona de acuerdo con su reino, entenderán tanta contradicción entre la Palabra y el consenso.
En conclusión, para responder a la pregunta, si tenemos que ser académicos para enseñar apologética a nuestros hijos, la respuesta es no. Solo tenemos que amar lo suficiente a nuestro Señor Jesús, su reino y a nuestros hijos para empezar… y por la gracia de Dios en Cristo, continuar.
Joe Owen es el autor del libro Autonomía Sexual en un Mundo Postmoderno, publicado por Editorial CLC
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