“El evangelio no es una clase entre muchas a las que tiene que asistir durante su vida como cristiano, ¡el evangelio es el edificio completo en el que se llevan a cabo todas las clases! Debidamente abordados, todos los temas que estudiarás y en los que te centrarás como creyente se te ofrecerán ‘dentro de las paredes’ del glorioso evangelio”.
– C. J. Mahaney, La Vida Cruzcéntrica.
El evangelio no es solo para no creyentes, es también para creyentes ¿Qué tan importante es recordarlo? ¿Qué tanto debemos profundizar en él? ¿Qué tan presente debe estar en nuestras vidas? Es de suma importancia recordarlo, profundizar en él y tenerlo presente a diario. A continuación se exponen tres razones por las cuales como cristiano debes repasar el evangelio todos los días.
Razón número 1: El Nuevo Testamento lo enseña
El Nuevo Testamento enseña que los cristianos deben escuchar el evangelio tanto como los no cristianos. En el primer capítulo de Romanos el apóstol Pablo les dice a los creyentes en la iglesia que estaba deseoso de “de anunciar el evangelio también a ustedes que están en Roma” (Ro. 1:15). Claro, estaba deseoso de predicar el evangelio a los no cristianos en Roma, sin embargo, específicamente declara que tenía ansias de predicarlo a los creyentes también.
A los cristianos corintios quienes ya habían creído en el evangelio y habían sido salvos por él, Pablo dice, “les hago saber, hermanos, el evangelio que les prediqué, el cual también ustedes creyeron…” (1 Cor. 15:1-4). En seguida reitera las verdades históricas del evangelio antes de mostrarles cómo esas verdades del evangelio se aplican a sus creencias sobre el más allá. En realidad, esta es la manera en que Pablo trata diversos asuntos a lo largo del libro de 1 Corintios.
En la mayoría de las cartas de Pablo a iglesias, considerables porciones son dedicadas al ensayo de verdades del evangelio. Por ejemplo, Efesios 1–3 es puro evangelio, Colosenses 1–2 es evangelio y Romanos 1–11 es evangelio. Lo que resta de aquellos libros muestra específicamente cómo hacer que esas verdades del evangelio impacten la vida. Volver a predicar el evangelio y luego mostrar cómo se aplica a la vida era el método preferido de Pablo para ministrar a los creyentes, así proveyendo un patrón divinamente inspirado para mí mientras yo ministre a mí mismo y a otros creyentes.
Razón número 2: Mi Necesidad Diaria
El evangelio es tan necio (1 Cor. 1:21, 23) según mi sabiduría natural, tan escandaloso (1 Cor. 1:23) según mi conciencia, y tan increíble según mi corazón tímido (1 Jn. 3:19), que es una lucha diaria creerlo en la plenitud de su alcance. Simplemente no hay otra manera de competir con las aprensiones de mi conciencia, las condenas de mi corazón, y las mentiras del mundo y del diablo (2 Cor. 4:4), que abrumar tales cosas con repasos diarios del evangelio.
Razón número 3: El Poder de Dios
Fuera del cielo, el poder de Dios en su mayor densidad se encuentra dentro del evangelio. Debe ser así, pues dos veces la Biblia describe al evangelio como “el poder de Dios” (Ro. 1:17). Ninguna otra cosa en todas las Escrituras es descrita de esta manera, con la excepción de la persona de Jesucristo (1 Cor. 1:24) Tal descripción indica que el evangelio no sólo es poderoso, sino que es la entidad máxima en la cual el poder de Dios reside y cumple su obra mayo
Por cierto, el poder de Dios se ve en los volcanes en erupción, en el inimaginable ardor de nuestro enorme sol, y en la velocidad de una estrella recientemente descubierta vista rayando el cielo a la velocidad de 2,5 millones de kilómetros por hora. Pero en las Escrituras tales maravillas nunca son catalogadas como “el poder de Dios”. Entonces, ¡cuán poderoso deberá ser el evangelio que amerite tal título! ¡Y cuán grande salvación podría lograr en mi vida, si sólo lo adoptara por fe y le diera un lugar céntrico en mis pensamientos cada día!
Este artículo es un extracto del libro Manual del Evangelio para Cristianos, publicado por Editorial EBI.
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