“Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:13-14).
A Dios le queda un solo evento en su calendario. Las presiones de la vida suelen dejarte viviendo para el momento, el día o la semana entrante, pero el apóstol Pablo afirma que siempre debes vivir con un ojo en el día final, cuando Cristo regrese (Romanos 13:11) y la salvación se consume. Nuestra liberación final está más cerca que cuando creímos. Los cristianos deben echar fuera la oscuridad (el pecado que enreda sus vidas) y protegerse con la armadura de la luz (Romanos 13:12). El presente siglo malo ya casi se termina, y se acerca el día del reino final de Dios (v. 12).
A la luz de ese día, tu conducta debería honrar a Dios. No debes participar de inmoralidad sexual ni de sensualidad, sino vestirte de Cristo (vs. 13-14). Sigue su ejemplo. Crece para parecerte cada día más al Señor; en especial, en amor, bondad, compasión, humildad, paz y paciencia.
A medida que te revistes del carácter de Cristo, no debes proveer más para los deseos malignos de tu carne (v. 14). La carne dice: “Dame lo que quiero. ¡Tengo hambre!”. Niégaselo. Mátala de hambre. No cedas a sus deseos impulsivos. Mientras esperas ese día final, no debes proveer para la carne.
¿De qué maneras podrías alimentar tu carne pecaminosa? Quizá mires pornografía, videos, envíes mensajes de texto sexuales o participes de salas de chat de sexo explícito. Tal vez busques imágenes del sexo opuesto, o incluso quieras más: material del mismo sexo, sadomasoquismo, orgías… y la lista sigue y sigue. Después, pasas de la mirada a la acción. Caes en sexo prematrimonial. O terminas acostándote con alguien que no sea tu cónyuge (quizá una prostituta), tienes una aventura amorosa o visitas un club de hombres. En la ducha o tarde por la noche en la cama, te masturbas.
Pero también hay otras maneras de alimentar la carne. Piensa en los sitios web que visitas. Es bien sabido que los sitios de deportes o de noticias publican imágenes sexualmente reveladoras para captar tu atención. Tal miras una película que sabes que tiene una o varias escenas sexuales. En lugar de adelantar rápidamente las imágenes, las miras. En primavera o verano, a medida que la ropa se vuelve más escasa, permites que tus ojos se queden mirando más tiempo. Cada momento que pasa, alimenta más la carne.
El apóstol Pablo advierte en otra parte: “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción” (Gálatas 6:7-8). Lo que plantes en primavera determinará tu cosecha en otoño (Oseas 8:7). Si sigues alimentando el apetito de la carne y giras alrededor de esos deseos, deberías esperar segar “corrupción”. Tus decisiones pecaminosas te arruinarán la vida.
Si estás proveyendo para la carne, decide por el poder del Espíritu Santo decir hoy mismo que no a la impiedad. Ruégale a Dios que te muestre misericordia y te ayude a romper tu hábito pecaminoso.
Reflexión: El pecado sexual te conduce por un camino destructivo. ¿De qué maneras te dañan la vida tus luchas con la pornografía o la masturbación?
Reflexión: ¿De qué formas quieres parecerte más a Cristo?
Acción: ¿Qué podrías hacer hoy para decirle que no al pecado sexual? Por ejemplo, si has estado mirando películas sexualmente explícitas, cancela tu suscripción. Si has estado mirando anuncios seductivos en los márgenes de un sitio web de deportes, deja de entrar a ese sitio o instala un bloqueador de anuncios.
Este artículo es un extracto del libro Pornografía. Luchando por la pureza. Publicado por Editorial EBI.
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