Mi suegra es una experta en preocupaciones. Se preocupa por el tiempo. Se preocupa de que la cena salga bien. Le preocupa que mi marido y yo lleguemos a casa sanos y salvos.
La preocupación llena los pensamientos de uno con aprensión. Puede mantener a una persona despierta por la noche. Además, parece algo natural, ¿verdad? En serio, ¿quién no se preocupa al menos en algún momento?
Quizá Erma Bombeck tenía razón cuando dijo: “La preocupación es como una mecedora: te da algo que hacer, pero nunca te lleva a ninguna parte”.[1]
La preocupación definida
La preocupación es el agitar de manos mientras se piensa demasiado. Es una respuesta ansiosa a una de las muchas pruebas de la vida (Jn. 16:33). La palabra preocupación del inglés antiguo es wyrgan, que significa “ahogar” o “estrangular”.
La parábola del sembrador muestra el lado negativo de la preocupación: “…las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril” (Mr. 4:19). Las preocupaciones de esta vida nos distraen del evangelio, ciertamente.
Aunque demuestra una falta de fe, la preocupación ordinaria que la mayoría de nosotros experimenta no produce un deterioro significativo: alguien que se preocupa puede seguir manteniendo un trabajo, estudiar para los exámenes, dar el toque final a un sermón, etc.
Por el contrario, la preocupación debilitante que provoca angustia/discapacidad (y a menudo tensión muscular y molestias físicas) es una característica esencial del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG). Las estadísticas estiman que el TAG afecta a 6.8 millones de personas, o el 3.8%, en Estados Unidos en un año determinado; las mujeres tienen el doble de probabilidades de tener este diagnóstico.[2] “Todo” les causa preocupación: la salud, el trabajo, la familia, la escuela, el dinero. Les aterra cada día.
Pero Dios…
Dios nos insta amorosamente a no preocuparnos por nada. Todos conocemos este versículo fundamental sobre el manejo de la ansiedad. “El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios”(Fil. 4:5-6).
La tentación de la preocupación puede superarse si confiamos en Dios en todas las circunstancias. A medida que confiamos en él y deseamos agradarle (Mt. 6:25-34), nos centramos cada vez menos en nosotros mismos y en nuestras preocupaciones. Crecemos en creer la promesa de Dios de proveer para todas nuestras necesidades. Nos esforzamos por ayudar a los demás.
Entonces, ¿cómo podemos superar la preocupación de forma práctica?
Plan de acción anti-preocupación
La solución bíblica a la preocupación se centra en lo que pensamos y hacemos, y en su corazón está el autoconsejo. “Lo que nos decimos a nosotros mismos controla mucho de lo que hacemos, ya sea correcto o incorrecto, verdadero o falso, lo cual es el fruto de lo que creemos”, escribe Paul Tautges.[3]
Este autoconsejo nos ayuda a rechazar las mentiras y a decirnos a nosotros mismos verdades bíblicas sobre Dios, sobre nosotros y sobre nuestras circunstancias. He aquí los componentes de un plan de acción que podríamos utilizar para enseñarnos a nosotros mismos y a nuestros aconsejados cómo pensar y actuar bíblicamente.[4]
Pensar bíblicamente
- Recuerda la promesa de Dios de cuidarte sea cual sea tu circunstancia. Repasa el Salmo 23, Mateo 6:25-34 y Lucas 12:22-34. Elige un pasaje para memorizarlo y meditarlo.
- Pide a Dios su ayuda para cambiar tu patrón de pensamientos de preocupación. Memoriza 1 Tesalonicenses 5:17. Repasa Hebreos 4:15.
- Determina pensar en las cosas que agradan al Señor (Fil. 4:8). Cuando los pensamientos de preocupación te invadan (como sucede a menudo), reemplázalos con pensamientos llenos de fe.
- Revisa diariamente verdades simples pero profundas que contrarrestan la preocupación. Aquí hay tres verdades basadas en Mateo 6:25-35:
- Dios me ordena no preocuparme; la preocupación es pecado (vv. 25, 34).
- Dios provee todas nuestras necesidades materiales (v. 33).
- El día de hoy ya tiene suficientes problemas; no tiene sentido tomar prestados los problemas de mañana (v. 34).
Actuar bíblicamente
- Orar siempre con acción de gracias (Fil. 4:6; 1 Ts. 5:17).
- Bendice a los demás con expresiones tangibles y genuinas de amor y servicio bíblico.
- Independientemente de cómo te sientas, haz lo que sabes que es correcto (Ro. 12:1) y considera tu circunstancia como una oportunidad para crecer espiritualmente porque Dios obra todas las cosas para bien en tu vida (Sal. 37; Ro. 8:28-29; Fil. 1:6).
En resumen
La preocupación es una inquietud angustiosa por algo que aún no ha sucedido. Revela desconfianza en Dios. Al preocuparnos, podemos sentirnos en control. En realidad, podemos confiar en ella para obtener una falsa sensación de seguridad.
Corrie Ten Boom dijo una vez: “La preocupación no vacía el mañana de su dolor. Vacía el hoy de su fuerza.”[5]
Para ello, acudamos a Dios en busca de la verdadera paz y el descanso (Mt. 11:28-30). Al arrepentirnos de la preocupación y seguir un plan de acción basado en la Biblia, veremos un cambio práctico en nuestras vidas.
“La preocupación no vacía el mañana de su dolor. Vacía el hoy de su fuerza”.
Corie Ten Boom
Preguntas para reflexionar
- ¿Qué tipo de preocupaciones llenan tus pensamientos o los de tus aconsejados? ¿Las finanzas? ¿La salud? ¿El trabajo? ¿La familia?
- ¿Cómo podría la oración ayudarte a ti o a tus aconsejados a expresar un contentamiento libre de preocupaciones? Aquí tienes dos ejemplos: “Jesús, ayúdame a confiarte mi futuro en lugar de angustiarme por mi trabajo”. “Jesús, cuando tenga la tentación de preocuparme, ayúdame a amar de forma práctica a las personas que me rodean”.
Este artículo fue publicado originalmente en Biblical Counselig Coalition (BCC).
[1] Erma Bombeck Quotes, Goodreads, visitado en mayo 27, 2021, https://www.goodreads.com/quotes/140315-worry-is-like-a-rocking-chair-it-gives-you-something.
[2] “Desorden Generalizado de Ansiedad,” Anxiety and Depression Association of America, visitado en mayo 27, 2021, https://adaa.org/understanding-anxiety/generalized-anxiety-disorder-gad.
[3] Paul Tautges, “14 Dagas que ayudan a asesinar la preocupación,” Biblical Counseling Coalition, Diciembre 2, 2014, visitado en mayo 27, 2021, https://www.biblicalcounselingcoalition.org/2014/12/02/14-daggers-that-help-to-kill-worry/.
[4] Este plan de acción se basa principalmente en el libro de John C. Brogan Self-Confrontation: A Manual for In-Depth Discipleship (Auto-confrontación: Un manual para el discipulado profundo)
[5] Corrie Ten Boom, Clippings from my Notebook, (Thomas Nelson Inc., 1982).
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