Nota del staff de EBI Blog: La publicación de hoy es la primera de una mini-serie de cuatro partes de sobre el Trastorno del Espectro Autista. El objetivo de esta serie es ayudarte a entender la etiqueta de autismo y equiparte para ministrar a aquellos etiquetados como autistas.
¿Por qué tenía yo que sufrir?
Cuando mi hijo, Eric, era pequeño, le pregunté a Dios muchas veces por qué nació con autismo. Me preguntaba: ¿por qué a mi? Y ¿por qué Eric?
Quería saber por qué otras madres pudieron tener momentos maravillosos con sus pequeños, arrullándolos y sonriendo, disfrutando de todo ese glorioso amor de madre a hijo, mientras que mi bebé era tan indiferente como una bolsa de papas la mayor parte del tiempo.
Quería saber por qué otras madres de niños pequeños recibían, de manos mugrientas, ramos de dientes de león y regalos hechos a mano, mientras que la única manera en que yo pudiera recibir algo así era si primero yo le explicaba a Eric por qué era importante, y luego lo ayudaba a escoger las flores o hacer el regalo.
¿Por qué tenía que sufrir Eric?
También quise saber por qué tenía que sufrir Eric. Quería saber por qué tenía que experimentar todas las decepciones y fracasos que ocurrían sin que fuera culpa suya, debido a que él no veía al mundo como lo hacen otras personas. Quería saber por qué tenía que perderse tanto respecto a cosas que otros chicos ni siquiera pensaban dos veces en tener: los éxitos deportivos, las amistades, el aprecio de adultos importantes en su vida.
Por eso las historias de Ana y Samuel tienen tanto significado para mí. Ellos probablemente no entendían, al igual que yo, lo que Dios estaba haciendo a través de sus sufrimientos, pero sus historias fueron registradas para que yo aprendiera lecciones de fe a través de sus vidas. ¿Cómo lo sé? La Biblia misma enseña que esta es una de las razones por las que están en ella (1 Co 10:11).
¿Por qué sufrieron Ana y Samuel?
¿Qué aprendí de sus historias? Los propósitos de Dios para mi vida, y para la de mi hijo, pueden ser más grandes que simplemente darnos lo que nos haría felices. Ana y Samuel sufrieron para que yo, y muchos otros como yo, pudiéramos aprender de su perseverancia cómo el Señor usa las vidas de aquellos que confían en Él.
También sufrieron pudiera llevar a cabo Sus planes para Israel durante ese período de su historia. Su sufrimiento tuvo un propósito. No carecía de significado. Fue diseñado por Dios para logar algo bueno, no solamente en sus vidas personales, sino en el mundo más amplio de su época, y como un legado para aquellos como yo quienes aun no habían nacido.
Jeremías 29:11 dice: “Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”. Cuando miro la vida de Samuel, y recuerdo no solo los grandes propósitos que Dios logró para la nación de Israel a través de su ministerio sino también el bien que Él hizo en su vida personal a través de su sufrimiento, puedo confiar en que Dios está haciendo lo mismo para Eric.
El propósito de Dios para Eric y para mí
Romanos 8:28-30 nos dice: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó”.
Este pasaje nos dice que el bien que Dios está haciendo en las vidas de Eric y la mía nos está haciendo como Jesucristo, y llevándonos a la gloria eterna en Él. Este es el propósito principal por el cual Dios nos ha llamado a sí mismo, que completará cuando nos unamos a Él para vivir en la eternidad para siempre.
Ana y Samuel murieron en fe, tal vez sin ver el cumplimiento de ninguno de los propósitos que Dios tuvo para sus vidas. Tal vez ninguno de ellos jamás pudo decir: “¡Wow! ¡Por eso sucedieron las cosas así!”. Pero en la eternidad, seguramente saben y se regocijan en lo que Dios ha hecho a través de sus vidas.
De manera similar, el Señor quizá me llame a morir en fe, confiando en que Él ha cumplido Su propósito para mi vida, incluso si no puedo verlo al momento de mi muerte. Es posible que tampoco entienda todas las razones por las que Él creó a Eric como lo hizo en este lado de la eternidad. Si Eric continúa teniendo dificultades a lo largo de su vida, esto no significara que Dios no esté haciendo nada en su vida.
El Señor no tiene que hacer de Eric un éxito para que yo crea que Él lo creó para algún propósito, y que está haciendo algo maravilloso a través de su vida, porque sé que Dios ha prometido que eso es lo que hará, y Él siempre cumple Sus promesas.
Únete a la conversación
Y, ¿en cuanto a ti? ¿Escogerás hoy creer que Dios está haciendo el bien a través de tu aflicción, aun si no tienes idea de lo que eso sea?
Publicaciones en esta serie:
1. Preguntando a Dios ¿Por qué?
2. Continuando la conversación sobre un entendimiento bíblico de autismo
3. Cómo ayudar a una persona etiquetada como autista
4. Ayudando a una familia con integrantes con autismo
Publicado originalmente en Biblical Counseling Coalition.
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