En una entrevista a la cadena estadounidense ABC, el famoso científico Stephen Hawking afirmó: «Uno no puede probar que Dios existe». Al leer la declaración de Hawking y ver la hermosa creación, necesito detenerme un momento para meditar si su declaración es verdad.
Existen dos maneras de rectificarlo, por medio de la Palabra de Dios y por medio de ver lo creado. El apóstol Pablo dice: «Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa», Romanos 1:19-20.
En el principio
La Biblia afirma que Dios creó los cielos y la tierra (Gn. 1:1). Solemos perder de vista que, en esta breve oración, Dios está diciendo que Él inició con todo lo que ha existido en esta tierra y en los cielos. No está diciendo que Dios empezó a existir, sino que Él ya existía, por eso, creó; por lo tanto, todo le pertenece porque Él es el creador. No podemos vivir en ignorancia o en indiferencia los hechos que tenemos delante de nosotros y dentro de nosotros.
La creación y el ser humano creado a Su imagen, obedeció a Su Palabra, los huesos de nuestros cuerpos fueron despertados a vida con un funcionamiento perfecto. ¿Qué hace todo lo creado frente a Su creador? Agradecer, adorar, obedecer y depender. Lastimosamente, ante tanta belleza creada y entregada al ser humano para que la administre, la cuide y se multiplique, pecó y dijo a su creador: No quiero depender de ti, no quiero adorarte ni obedecerte, quiero vivir para mí mismo. Dios no deja de ser Dios por las acciones de Sus criaturas, pero los deja a sus deseos, no sin antes darles una esperanza de que Él proveerá una Persona que los traerá de vuelta a Él para que vivan conforme a Su diseño, y Su voluntad y para que tengan una relación con Él. ¡Cuán maravilloso es Dios!
Su grandeza inescrutable
Hace un par de meses, tuve la bendición de subir un volcán, aquí en mi país Guatemala, escalé el volcán de Acatenango que está a 3,900 metros sobre el nivel del mar junto a mi hijo, y dos amigos. Empezamos a subir a las 9:30 pm., sin tener la mínima idea de lo que viviríamos. Siempre había querido escalar un volcán, y fue a mis 48 años que Dios lo permitió.
En el primer tramo sentía que mi corazón se me iba a salir de verdad, aún así seguimos. Mis pasos cada vez eran mas lentos, y como era de noche, no tenía la visibilidad de la cuesta que estaba por subir. Tomamos descansos en varios tramos, y como a las 2:00 am. tuve mi primer calambre, fue un dolor intenso, pero gracias a Dios mi hijo no se separó de mí, me apoyó y alentó en todo el camino. A la hora, tuve otro calambre en la otra pierna, así que pensé que ya me quería regresar, que no iba a terminar, pero nuevamente mi hijo me animaba a seguir. Además del cansancio, la oscuridad, y el frío que se incrementaba con cada paso, seguíamos subiendo para llegar a la meta, que era la cumbre para ver el amanecer.
A unos pocos metros de llegar a la cumbre, nos encontramos con una cuesta sumamente inclinada y llena de arena, los pies se hundían mientras subíamos, pero era lo último. Yo estaba muerto, me dolía todo, y mi hijo repetía: ¡No te des por vencido, ya casi llegamos, papá! A Dios gracias llegamos a la cumbre a las 5:45 am. En un intento por descansar de la gran faena, levanté mis ojos hacia la creación que nos rodeaba, mis lágrimas salieron casi instantáneamente, el cansancio no se sintió más. Fue maravilloso ver las nubes, otros volcanes, el amanecer, la naturaleza, que me dio otra perspectiva sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros. Conversamos con mi hijo que así es nuestra vida en este mundo. Nuestro caminar, a veces es incierto, oscuro, lleno de sufrimiento, dificultades, tropiezos a los que respondemos en queja, enojo, desánimo y abandono. Tenemos dos caminos, o respondemos en incredulidad y escepticismo o respondemos al diseño de Dios de depender de Él, de buscarlo y adorarlo.
Aún así, no siempre será un cambio de escenario, no nos quitará ese último tramo difícil, pero es seguro que nos encontraremos con Él, con Su hermosura y grandeza, con Su poder y amor. Al verlo, olvidaremos todo; el sufrimiento se hará pequeño frente a Su infinitud. Hoy lo vemos por la fe a través de la obra y Persona de Su Hijo Jesucristo y lo veremos en Su perfección en la eternidad. Pasé semanas meditando, que ante tanta belleza y la presencia real de Su invisibilidad no podemos negar que Alguien más grande que nosotros, más sabio, más poderoso existe. Y si nos formó a Su imagen es para que nos comuniquemos con Él. ¡Qué desdicha es no tener ojos para verlo! Pero ¡Qué dicha inmerecida es tener a Cristo para afirmarlo!
Dios es grande y maravilloso
A pesar de la incredulidad y rebeldía del hombre, Dios es grande y maravilloso porque no nos dejó a las migajas de lo que llamamos hermoso. La creación, ese volcán, esa vista maravillosa, ese amanecer indescriptible, solo me apuntaba a Dios. ¡Él es el maravilloso y hermoso! Su creación lo atestigua. Todo lo que Dios hace es bueno. Todo lo que el hombre hizo, ha hecho y hace niega Su bondad. Es solo a través de la fe en Su Hijo, quién ofreció Su vida por nuestros pecados para quienes no podíamos ofrecerla para que podamos reconocer que Dios es Dios. ¡Fue Cristo quién caminó y cargó lo que nosotros no podríamos caminar ni cargar!
No podemos ver la naturaleza y no pensar en Dios. No podemos ver nuestra vida, nuestro dolor y no correr a Dios. Él nos llama, ¿Nos volveremos a Él? Podemos vivir indiferentes a su existencia o tomarla por sentado; si es así, ese caminar se sentirá pesado. Yo solo quería llegar a la meta, y me estaba perdiendo de la gracia que hay en tener a otros animándote en tu vida y de la fuerza para perseverar que proviene de Dios mismo. Es en nuestra debilidad que Dios se hace fuerte para admirarlo y adorarlo. Ante nuestra incapacidad solo podemos responder en arrepentimiento, gratitud y obediencia para decir «Heme aquí, Señor para lo que tu quieras que haga». El corto tiempo que estemos en este mundo no se compara con el tiempo que estaremos con Él en la eternidad, admirando, no la nueva ciudad, sino afirmando que Él es lo más maravilloso.
El salmista afirma:
Si por tu orgullo o tus evidencias científicas que incluso han afirmado que sus teorías no pueden ser comprobadas al cien por ciento, te llamo a la cordura. Te llamo a ver la creación como un medio para ver al Creador y Salvador. Si crees en Cristo, te llamo a admirarlo en tu cotidianidad, en las situaciones difíciles, no dejes de creer que Él es grande y maravilloso al ver la creación, pero es solo por la fe que Su Palabra se vuelve vida en ti.
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