¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: «El Señor Jesús siempre enseñó de forma muy sencilla, los teólogos no hacen más que complicar las cosas con su lenguaje y sus definiciones»?
Cuando alguien dice esto, por lo general va acompañado de una argumentación que incluye que Jesús enseñaba en parábolas para hacer su enseñanza más sencilla, y que siempre fue muy práctico en todo, seguido de alguna porción del sermón del monte.
Es cierto que el Señor Jesús enseñó de forma muy práctica y en ocasiones ocupaba ejemplos de la vida cotidiana para hacer Su mensaje más sencillo de entender. Pero si alguien verdaderamente ha leído la Biblia, no puede quedarse solo con la parte en donde todo es siempre claro y sencillo. No hace falta mencionar el gran debate interpretativo que Mateo 24 ha traído por mucho tiempo, y las explicaciones de este no han surgido por responder que se trata de una enseñanza sencilla con un ejemplo cotidiano. También es importante observar lo que ocurre en Mateo 13:36.
Entonces Jesús dejó a la multitud y entró en la casa. Y se acercaron Sus discípulos, diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo»
¿Qué ocurrió ahí? El Señor Jesús acaba de contar algunas parábolas. ¿Cómo es posible que no entendieran, si se supone que las parábolas fueron siempre sencillas para que todo mundo entendiese? Tal vez hay que considerar que no siempre fue el caso. Otro pasaje para considerar es Lucas 8:10.
y Él respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan.
Por lo tanto, algunas parábolas tenían incluso la intención de que la enseñanza estuviera velada para algunos y que, posteriormente, esta fuera explicada para otros. Esta velación de algunas de las parábolas era por juicio de Dios al pueblo por su condición espiritual. Y aunque ciertamente este es un tema muy interesante de abordar, no es el tema por tratar en esta ocasión. Así que nos quedaremos con la observación de que no siempre las parábolas eran tan claras para todos; por lo tanto, no siempre es buen argumento referir a las parábolas para defender lo primeramente dicho.
A esto podría alguien decir: «Pero hermano, nosotros no estamos velados como estas personas lo estaban. Por la obra del Espíritu nosotros podemos entender la Palabra de Dios». A lo cual yo respondo con un ¡Amén! Pero, aunque tenemos al Espíritu en nosotros, el cual nos guía a toda verdad, es cierto que, siendo aun creyentes, con el Espíritu morando en nosotros pueden haber cosas que todavía no entendamos de la Escritura.
Hebreos 5:12 dice:
Pues aunque ya debieran ser maestros, otra vez tienen necesidad de que alguien les enseñe los principios elementales de los oráculos de Dios, y han llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido.
En este pasaje, el autor de Hebreos exhorta a los creyentes a avanzar en la doctrina. Teniendo tanto tiempo, seguían necesitando de volver a oír lo básico. Por eso el verso 11 dice:
Acerca de esto tenemos mucho que decir, y es difícil de explicar, puesto que ustedes se han hecho tardos para oír.
Por lo tanto, sí hay cosas que son difíciles de explicar, si no se está dispuesto a oír y entender aquello que es básico para poder entender otra cosa y, aunque el autor de Hebreos les dice que necesitan de leche, al parecer se dispone posteriormente aun así a darles alimento sólido en el resto de su escrito.
¿A qué vamos con esto? Si bien es cierto que puede haber gente que complique las cosas más de lo necesario cuando se trata de enseñar las Escrituras, también es cierto que hay quien culpa a otros por su incapacidad para entender, siendo que en algunos casos es provocada por la falta de diligencia que ha tenido a lo largo de mucho tiempo para avanzar en el conocimiento de las Escrituras. Alguna vez escuché a alguien decir: «Un buen maestro debería de ser capaz de hacer entendible su mensaje tanto para el adulto como para un niño de diez años». Y a pesar de que esto suena bonito, tiene un problema, y es que eso también dependerá de lo que se pretende enseñar. Yo diría que sí es cierto que el adulto y un niño de 10 años pueden llegar a entender lo mismo, si ambos tienen las bases para poderlo comprender; pero un creyente que no ha querido avanzar en el conocimiento de la Palabra de Dios, ni aun en lo básico, por mejor enseñador que tenga delante, estará limitado para comprender ciertas cosas. Si no, entonces tendríamos que concluir que tanto Pablo como otros autores humanos, siendo dirigidos por el Espíritu, fueron malos enseñadores porque no siempre les entendieron.
…en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición (2 Pe. 3:16).
El mismo Pedro admite aquí que hay cosas que ha enseñado Pablo que son difíciles de entender. Y una vez más se vuelve importante recordar: no son difíciles por el amor a complicar las cosas, sino porque demandan que tengamos un conocimiento previo. De hecho, es así incluso en nuestros sistemas educativos. La razón por la que alguien no va a la universidad a los 4 años directamente es porque no podría terminarla sin haber adquirido ciertos conocimientos previos.
Lamentablemente, muchos en las iglesias quieren excusar su falta de avance, maduración y comprensión solo culpando a otros por ello. Y se ha caído, en muchos casos, en tratar a la Iglesia del Dios Viviente como si se tratase de un restaurante con tal de agradar a aquellos que se niegan a asumir la responsabilidad que demanda la maduración: «¿Quieres leche espiritual todos los días? Pide lo que quieres y eso te daremos». Y el intento de justificación para esto muchas veces es el decir que Jesús fue siempre muy sencillo en lo que enseñaba.
A aquellos que estamos en la responsabilidad de enseñar, hay que recordar que el propósito de la enseñanza es que otros comprendan la Palabra de Dios. Por tal razón, se debe buscar que esta sea adecuada para que la Iglesia prosiga en su proceso de maduración. Esto puede implicar a veces mucho trabajo, pues no todos se encuentran en el mismo punto, pero hay que recordar que «siervos inútiles somos, hemos hecho solo lo que debíamos haber hecho» (Lucas 17:10).
Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez… (He. 6:1ª).
Más allá…
La aplicación bíblica ha sufrido de varias maneras en la iglesia, ha pasado por todo, desde el descuido, el abuso y hasta el rechazo. Como respuesta ante tales desafíos, Más Allá del Capítulo y el Versículo nos brinda fundamentos bíblicos para poner en práctica la aplicación, y luego propone un método bíblicamente coherente para la misma.
Plantea un enfoque sensible para llegar a aplicaciones legítimas de las Escrituras.
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