¿Alguna vez has escuchado a alguien decir que Jesús nunca habló en contra del matrimonio homosexual, y que por lo tanto este está bien? Este tipo de argumentaciones hoy en día son muy comunes debido al empuje que ha tenido la agenda LGTBQ+, al punto de que personas dentro de las iglesias llegan a decir este tipo de cosas. Evidentemente podemos encontrar claras negativas en las Escrituras con relación a la unión homosexual, como en Romanos 1:26-27; 1 Timoteo 1:8-11; 1 Corintios 6:9-10, etcétera. 

Pero, si bien lo que la Escritura dice es muy claro, lo que la persona que dice que Jesús nunca habló en contra de la homosexualidad está tratando de hacer es: establecer una jerarquía de importancia. O sea, Jesús es Dios, y Aquel que es Dios no habló en contra de eso, por lo tanto, lo que hayan dicho los otros autores bíblicos es menos importante o errado. Dicha lógica tiene más problemas que la simple afirmación inicial. Ya no solo se está queriendo santificar el pecado (Is 5:20), sino que se está atacando la inspiración y la inerrancia de las Escrituras. Pero concentrémonos en la propuesta inicial.

Fallas en la lógica

Lo primero que podemos observar es que dicha propuesta anteriormente mencionada es una falacia, más específicamente una falacia de ignorancia (ad ignorantiam). Esto es básicamente decir que algo es verdadero o falso simplemente porque no se tiene información de lo contrario. Un ejemplo que ayuda a ilustrar esta falacia sería el siguiente:

En la empresa “A” todos los trabajadores aman al jefe porque nadie a llegado a la oficina del jefe a decir lo contrario.

Si trabajas en alguna empresa, o alguna vez lo has hecho, es probable que te haga gracia el ejemplo anterior por lo ridículo que suena proponer algo así. Pero más que chistoso, personalmente se me hace increíblemente triste que de esta manera algunos ya estén argumentando dentro de las iglesias. A primera instancia, esto evidencia la superficialidad de pensamiento con la que algunos acostumbran entrar en las Escrituras, pero también puede mostrar la falta de instrucción que algunos puedan estar recibiendo.

Imagínate qué cosas no se podrían decir siguiendo esta lógica (o más bien error en la lógica). Se podrían decir cosas como:

  • Jesús está en favor del narcotráfico, porque Él nunca habló en contra de este.
  • Jesús está en favor de la pederastia, porque Él nunca habló en contra de ella.
  • Jesús está en favor del suicidio, porque los evangelios nunca mencionan a Jesús deteniendo a alguien del suicidio.
  • Etcétera. 

Los errores lógicos (falacias) en ocasiones pueden incluir además una especie de coerción emocional, como en la afirmación que realizó Gene Robinson, primer Obispo abiertamente gay de la Iglesia Episcopal de New Hampshire, que dijo:

Nadie puede decir con certeza lo que Jesús habría pensado hecho al responder a un desarrollo del Siglo XXI. Pero en cuanto a mí, me es difícil imaginar [un escenario en] que Jesús no adoptaría una actitud amable y de apoyo hacia el amor entre dos personas del mismo género. ¿Puede alguien imaginar que Jesús denunciara y desacreditara dos hombres o dos mujeres estando enamorados, habiendo prometido vivir en una relación monógama, de fidelidad, e intencionada por toda la vida, y que ahora anhela el estado civil y el sacramento de la Iglesia del matrimonioYo no.[1]

Básicamente la coerción está en proponer algo haciéndolo sonar tan “bien intencionado” y “lindo” que si piensas lo contrario es porque de seguro eres una persona mala. Pero como creyentes debemos recordar que la Iglesia es columna y baluarte de la verdad, y por tal razón la verdad debe ser defendida. El amor y la compasión de Dios nunca se manifestó comprometiendo la verdad porque Dios es verdad (Jn 14:6) y lo interesante es notar que Jesús sí habló de cómo debía ser una unión entre dos personas.

Jesús sí habló de cómo debía ser la unión entre dos personas

Mateo 19:4-5 dice:

4 Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

En el contexto de este pasaje, los fariseos están tratando de tentar al Señor Jesús intentando hacerlo caer con una pregunta, esta es: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? A lo que siguen los versos 4 al 6. Si bien la pregunta no tiene que ver con una unión entre personas del mismo sexo, si hay ciertos elementos en la respuesta que hay que considerar.

  1. Jesús cita el relato del Génesis para decir que Dios creó al hombre y a la mujer; el hombre dejaría a sus padres para unirse con la mujer y ser una sola carne con ella. Esta unión en una sola carne hace referencia al pacto matrimonial que incluye el derecho de la relación sexual. La respuesta de Jesús no incluye, ni por cerca, la posibilidad de unión hombre con hombre, o mujer con mujer.
  2. En el verso 6, Jesús dice: lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. ¿Qué juntó Dios? Ciertamente a dos personas en un pacto matrimonial, por esa razón no debía darse repudio. Pero lo que también está implicado por la referencia de Génesis es que lo que Dios juntó es un hombre y una mujer. Por eso Pablo va a decir en Romanos 1:26-27 que es contra naturaleza la unión homosexual; va en contra del diseño original de Dios. Cuando Pablo dice contra naturaleza está haciendo referencia a aquello que es contra el diseño original, ya que obviamente se puede argumentar que hay cosas incorrectas dentro de la naturaleza caída (después de la caída en Génesis 3).

Pero a todo esto, hay algo que no se ha mencionado y que en realidad debería ser algo muy claro. Recordemos que el ministerio de Cristo fue principalmente con los judíos ¿por qué a ninguno de ellos se le ocurrió preguntar acerca de las uniones entre el mismo sexo? La respuesta sencilla a todo esto es: ¡porque era obvio que era pecado! Muchos de los debates que Jesús tuvo con los fariseos y en general con los líderes religiosos tenían que ver con las interpretaciones y las tradiciones que estos líderes habían creado alrededor de la ley (Mr 7:9), no con cosas que explícitamente estaban prohibidas (Lv 18:22).

Ciertamente la argumentación no siempre apartará a alguien del pecado; alguien podría escuchar estas razones y muchas otras y aun así proseguir con lo que ya había determinado. Pero debemos recordar que somos atalayas, nuestra labor es advertir, es compartir la Palabra de Dios, es decirles a los hombres: ¡volveos a Dios! La obra en el corazón de las personas es del Señor, pero nuestra responsabilidad es ser columna y baluarte de la verdad. Para ello es necesario que nos decidamos a tomar la Escritura seriamente. Si eres líder, es necesario que te prepares para dar respuestas bíblicas a las personas que Dios ha puesto a tu cargo. Si eres un creyente sin ningún tipo de cargo particular, no puedes excusarte en “a mi nunca nadie me dijo”, debes sumergirte en la Escritura para presentar la Palabra fielmente a esta generación.


[1] Gene Robinson, God Believes in Love [Dios cree en el amor], 109-110.


¿Qué problema hay?

En La Atracción hacia el Mismo Sexo y el Evangelio, Steve Ham, desempaca, de manera clara, concisa y metódica, la enseñanza bíblica acerca de género, sexualidad y relaciones humanas. Pero este libro es mucho más que una exposición sobre la sexualidad humana y la claridad del evangelio; es una historia personal del poder del evangelio para transformar a aquellos que son cautivos de la atracción hacia el mismo sexo.


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