La Biblia habla mucho de la gracia, el favor inmerecido que Dios nos muestra cuando nos salva de nuestros pecados y nos concede la salvación. Pero nuestro mundo material y visual nos anima a observar y medir nuestro progreso en todos los aspectos de la vida, y muchos de nuestros amigos y familiares siguen convencidos de que debemos ganar algo tan especial como la salvación. Algunos de nosotros pensamos que nuestras propias “buenas obras” contribuyen a nuestra salvación de alguna manera. Echemos un vistazo a la Biblia y rastreemos la noción de salvación como un regalo gratuito, para ver si nuestros propios esfuerzos pueden realmente ganarnos un lugar en el cielo. Empezaremos con una definición de la palabra “regalo” tal y como se encuentra en una variedad de diccionarios seculares:
Regalo (sutantivo). Algo otorgado libremente.
Regalo (sustantivo). Algo que se otorga voluntariamente y sin compensación.
Regalo. Cualquier cosa dada; cualquier cosa transferida voluntariamente por una persona a otra sin compensación; un regalo; una ofrenda.
La palabra regalo incluye inherentemente la noción de algo gratuito. Cuando se nos da algo, no se puede llamar regalo a menos que se nos dé sin compensación de ningún tipo. No podemos pagar por ello, y no podemos trabajar por ello. Si lo hiciéramos, no sería un regalo en absoluto, sería un pago. Téngase esto en mente mientras examinamos la palabra “regalo” en la Biblia:
No podemos pagar por nuestra salvación con buenas obras
La Biblia es muy clara al respecto. Las Escrituras nos dicen que simplemente no podemos ganar nuestro camino al cielo. Nuestras buenas obras son un medio imperfecto para un destino perfecto. Nunca podremos ser suficientemente buenos para lograr la perfección. Por esta razón, Dios tiene que hacer todo el trabajo de la salvación. Ni una sola buena obra puede ser añadida por nuestra parte, por lo que no hay absolutamente nada por lo cual pudiéramos jactarnos:
“A fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:7–9.
Dios nos aplica su justicia gratuitamente
Para hacerlo aún más claro, Dios dice que la Ley sólo conduce a la muerte porque la Ley requiere perfección (y esto es algo que nunca podríamos alcanzar). La salvación, por lo tanto, requiere que Dios haga todo el trabajo, porque sólo Dios es perfecto en su naturaleza. Es por eso que la gracia se nos otorga sin costo alguno:
“Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos. Tampoco sucede con el don como con lo que vino por medio de aquel que pecó; porque ciertamente el juicio surgió a causa de una transgresión, resultando en condenación; pero la dádiva surgió a causa de muchas transgresiones resultando en justificación. Porque si por la transgresión de uno, por este reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres” Romanos 5:14–18.
La gracia nos es dada libremente a través de la fe
Según la Biblia, la gracia es un regalo gratuito que se nos da sin el pago de nuestras propias buenas obras. Dios nos justifica “por la fe sin las obras de la ley” (Ro. 3:28 RV60) y nos concede su “justicia aparte de las obras” (Ro. 4:6). Este tema se repite en muchos lugares de las Escrituras:
“Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas; es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús” Romanos 3:21–24
Dios quiere que su salvación sea un regalo dado sin compensación
Cuando intentamos ganarnos el cielo nos volvemos orgullosos y arrogantes, juiciosos e independientes. Cuando negamos la obra total de Dios, tendemos a empezar a pensar en nosotros mismos como si fuéramos Dios, y esta es una forma de idolatría que Dios no tolerará. Tal vez es por eso que aquellos que trataron de ganar (o comprar) el don del Espíritu Santo fueron reprendidos:
“Cuando Simón vio que el Espíritu se daba por la imposición de las manos de los apóstoles, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí esta autoridad, de manera que todo aquel sobre quien ponga mis manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Que tu plata perezca contigo, porque pensaste que podías obtener el don de Dios con dinero. No tienes parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios” Hechos 8:18–21.
La cosmovisión cristiana ortodoxa hace una afirmación única sobre la naturaleza de la salvación. A diferencia de cualquier otra cosmovisión teísta, el cristianismo ofrece el cielo como un regalo gratuito. Cuando empezamos a desviarnos de esta característica distintiva de nuestra visión del mundo, nos estamos moviendo hacia la herejía.
Publicado originalmente en COLD-CASE CHRISTIANITY
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