He reflexionado sobre este tema mientras examino mi propio corazón a la luz del evangelio. A menudo, pasamos por alto nuestro estado de ánimo o pensamos que solo es el resultado de circunstancias particulares sin meditar en que es un pecado. La cuestión es: ¿con qué frecuencia me encuentro de mal humor? ¿Cuál es la raíz de este pecado? A veces subestimamos el alcance de este problema y evitamos reconocerlo. Por eso, deseo compartir cuatro razones que pueden estar llevándonos a luchar con una actitud constante de mal humor.
Una situación económica que no mejora
Aunque aseveramos comprender la soberanía de Dios, cuando enfrentamos una situación económica desfavorable por mucho tiempo, en ocasiones mostramos cuán poco dependemos de Su soberanía. Algunos cuestionamos Su voluntad al quejarnos por el despido de un trabajo, la larga búsqueda de otro empleo, o las razones por las que parece que otros no nos ayudan a conseguir un trabajo. Es allí, cuando nuestro humor es afectado porque nuestros pensamientos moldean lo que sentimos y cómo respondemos a la situación. La percepción que tenemos de nuestra identidad o la enseñanza acerca de cuáles son las bendiciones de Dios, empieza a trastocar nuestras emociones.
Job siempre es un buen ejemplo acerca de un largo sufrimiento. Él nos enseña cómo esperar en Dios aun cuando sentimos la necesidad de quejarnos: «El Señor dio y el Señor quitó; Bendito sea el nombre del Señor» (Job 1:21). Aunque es fácil escribirlo y leerlo, cuando lo estamos viviendo, a menudo olvidamos alabar a Dios y en lugar de eso, nos desanimamos. No meditamos en que Dios sabe mejor que nosotros, cuándo y por qué nos da o nos quita. Nuestra reacción trae a luz que hemos puesto nuestra mirada, dependencia y seguridad en lo que podemos lograr y poseer, lo que a su vez, se refleja en el mal humor constante que procede de la preocupación, la culpa, el orgullo y el enojo.
El anhelo de casarse
Muchos cristianos que anhelan una familia, pero que no han encontrado una pareja por un largo tiempo, empiezan a desanimarse, especialmente en una cultura que en ocasiones les demanda una edad específica para casarse. Su tristeza y frustración se manifiesta en mal humor que afecta sus relaciones con los demás porque no han llevado sus cargas al lugar correcto: la cruz. Empezamos a cuestionar a Dios, nos cuestionamos lo que hemos hecho (a nosotros mismos), mientras nuestro humor se torna sombrío, aislando a quienes nos rodean.
Mientras pasa el tiempo, ese anhelo equivoca nuestro actuar. Algunos jóvenes dejan de tomar en serio a las personas que conocen, es decir, solo quieren pasar el tiempo para llenar su cuota emocional, pero al ser breve, su mal humor resalta nuevamente. Otros, se vuelven exigentes con muchos requisitos para aceptar una pareja, tal demanda solo los deja solos con un mal humor que se convierte en amargura si no la llevan pronto al Señor. Olvidamos lo que dijo Pablo, ya «ustedes han sido hechos completos en Él» (Col 2:10).
No alcanzar lo que deseamos
Cuando nos hemos esforzado por obtener logros en nuestras carreras profesionales o en un trabajo, cuando hemos trabajado por cumplir ciertas metas que no se alcanzan mientras el tiempo pasa, es fácil desanimarse y permitir que el mal humor tome control. El problema es cuando este anhelo se vuelve en nuestra mayor prioridad que se centra en nosotros al ver cuántos doctorados o maestrías tenemos, pero no hemos logrado estar donde esperábamos. Las metas y los logros no son el problema en sí, es bueno tener metas, el problema es que Dios muchas veces usa este tiempo para que nos enfoquemos en Él. Quizá hemos tomado mucho tiempo cultivando logros para nuestra gloria que nuestro buen Dios sabe que nos dañarán.
El mal humor se dispara porque es una situación que no podemos controlar. Nos encontramos atrapados en la trampa de buscar en los logros nuestra identidad y valía. Mientras Dios trata con nuestro orgullo o reacomoda nuestras expectativas, el mal humor contamina a quienes están a nuestro lado como si fuera culpa de ellos. Olvidamos que todo lo que podemos hacer, ya sea mucho o poco a nuestros ojos o de otros, es para la gloria de Dios (1 Co 10:31) y en ello debemos contentarnos.
La salud
Todos anhelamos tener una buena salud o tener un buen físico. Sin embargo, hay personas que han estado en el mejor tiempo de salud, pero de repente una enfermedad inesperada interrumpe su vida. Rápidamente la queja toma lugar junto con el constante mal humor porque ya no se puede hacer lo que antes se hacía. El “cómo me siento” empieza a determinar mis reacciones y mi trato hacia otros. Olvidamos que Dios, muchas veces, usa la enfermedad para acercarnos a Él y para que dependamos de Él (2 Sa 22:3).
Para algunos, su insatisfacción puede que no sea un problema de salud, sino que están descontentos con su cuerpo, su peso o su físico. Este pensamiento empieza a modificar su humor y no agrada a nuestro Dios, quien nos ha dado nuestros cuerpos para cuidarlos, pero no para idolatrarlos. No somos agradecidos con lo que tenemos ni somos intencionales en cuidarlos para Su gloria y no para la nuestra. Olvidamos que Dios está más interesado en la salud espiritual de nuestro corazón, lo cual se refleja en el cuidado de nuestro cuerpo (1 Sa 16:7).
Seguramente, hay más puntos que influencian el mal humor, pero mencioné estos cuatro por ser los más recurrentes que he vivido y escuchado de otros. El mal humor no es únicamente una mala reacción, es el mal hábito de cultivar pensamientos erróneos acerca de Dios y Su propósito para nuestras vidas. De tener expectativas equivocadas sobre las bendiciones de Dios, aún si es una enfermedad o un despido de trabajo. Solo Dios sabe de qué nos libra y lo qué usa para hacernos semejantes a Su Hijo. Si luchas con el mal humor, busca ayuda con tu familia en la fe.
Para terminar, quiero recordarte que el mal humor proviene de la verdad que de nada tenemos control. Desde que nacemos, tenemos la tendencia de querer que se haga nuestra voluntad y encontrar contentamiento en lo creado según nuestros deseos carnales. Es así, que el verdadero problema del hombre no es lo que no tenemos o tenemos, el verdadero problema está en nuestro corazón. Hasta que examinemos nuestro corazón, encontraremos la raíz de nuestro descontento.
Solo por medio del evangelio de Cristo es que podemos verdaderamente luchar contra el mal humor, al recordar que hemos sido salvados por gracia a pesar de nosotros (Ef 2:8-9). Reconocer nuestra incapacidad de salvarnos nos ayuda a ser agradecidos y tener gozo en nuestro corazón. No tenemos nada que probar, ya somos aprobados en Cristo. No tenemos nada que temer, porque Cristo está con nosotros. No estamos solos, porque Cristo nos llena en todo. No debemos nada a Dios, porque Cristo nos ha justificado. No somos perfectos, pero podemos arrepentirnos para cambiar porque Cristo nos ha santificado (1 Co 1:31).
Hermano, la exhortación es que recuerdes en el día y en la noche las verdades del evangelio a tu corazón para que, aun teniendo poco, siempre tienes para compartir, eso es bendición. Aun sin esposo o esposa, tienes familia en la fe con quien disfrutar. Aún con una salud difícil, tienes fortaleza en el Señor y hermanos en la fe que te acompañan. Aun sin una vida llena de logros según el mundo, tienes la salvación de Cristo, por gracia. ¡Tu estado de ánimo cambia cuando ves a Cristo! Deseo que puedas reflexionar en esto y ores al Señor porque te ayude a comprender más quién es Él.
Anhelo que tu humor sea el de Cristo, que sea Su amor y Su misericordia lo que te ayude a vivir con gozo y gratitud y con la convicción de que lo que pasa en este mundo no determina tu humor. Es mi oración, primero para mi vida, para que el evangelio obre más en mí y pueda mostrar un humor diferente a mi familia y a los demás, porque mi corazón está contento con Dios.
Un pequeño libro
En un viaje de cincuenta días en un plan de lectura, Welch desempaqueta la ira mientras anima y enseña a los lectores a responder con paciencia a las dificultades de la vida. Este recurso bíblicamente sabio es una herramienta útil para pastores, consejeros y ayudantes laicos que están trabajando con personas que tienen problemas con una mecha corta.
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