Durante años, el libro de Gálatas fue un misterio para mí. Parecía ser mucho alboroto acerca del rito judío de la circuncisión, pero, como sucede con gran parte de la Escritura, revela sus tesoros gradualmente. Su tema principal se extiende hasta llegar al temor al hombre.

La circuncisión era una forma destacada de distinguir entre judíos y gentiles. Los judíos la practicaban, los gentiles no, por lo tanto, los judíos eran considerados mejores. Las leyes dietéticas eran otra forma de establecer la superioridad judía (Gálatas 2:12). Juntas se convirtieron en parte de un evangelio falso al que Pablo se refirió como “obras de la ley”. Él denunciaba estas obras porque a través de ellas “nadie será justificado” (2:16).

“Las obras” aún parecen estar lejos del temor al hombre, pero nos estamos acercando. Las obras de la ley eran la forma en que las personas se distinguían ante Dios. Era una manera de alcanzar la rectitud, aunque cada persona judía sabía en última instancia que su existencia se basaba en la gracia de Dios y no en sus propias acciones (2:16). Sin embargo, la gracia es una de esas realidades espirituales que se olvida rápidamente. Gradualmente, esta tendencia a distinguirse de los demás y enorgullecerse de sus acciones justas hizo que Dios fuera menos relevante. No necesitaban que sus almas fueran rescatadas. Solo necesitaban que Dios derrotara a los romanos y les devolviera su tierra. Con su reputación ante Dios firmemente establecida, estaban libres para centrar su atención en las personas cuyas obras eran inferiores a las suyas. Los fariseos habían hecho esto entre los judíos, y ahora los seguidores hebreos de Cristo en Galacia estaban haciendo lo mismo.

No solo es un insulto al sacrificio de Cristo, sino que debajo de la dependencia en los logros humanos se encuentra el temor al hombre. Si la vida se basa en nuestras obras tal como son vistas por otros, pronto estaremos controlados por sus opiniones y viviremos con miedo a lo que piensan. Es natural que nos preocupe la opinión de las personas, pero cuando nos preocupamos de manera excesiva, eso se llama temor al hombre. Lo podemos encontrar en nuestra tendencia a ocultar algo vergonzoso, preocuparnos demasiado por nuestra apariencia, exagerar un logro, mencionar un nombre para elevar nuestra reputación o enojarnos cuando nos critican. En otras palabras, hemos desarrollado nuestro propio sistema de obras.

Simplemente continuamos donde los gálatas lo dejaron y encontramos algo en lo que hacemos que nos otorga estatus ante otras personas. El mundo funciona basado en los logros, y todos estamos dentro de ese sistema. Un problema con este sistema es que los logros humanos, todos ellos, son efímeros. Lo que logras hoy, incluso si es verdaderamente asombroso, durará hasta la próxima semana (quizás). Si eres un atleta profesional o el Presidente, el prestigio durará un poco más, pero el camino de los logros paraliza a sus seguidores con el miedo y, eventualmente, siempre decepciona.

¿Cómo te está funcionando el camino de los logros y complacer a las personas? Pablo plantea una pregunta muy parecida a esta. Comienza con: “Díganme ustedes, los que desean vivir bajo la ley” (4:21) y luego deja claro que solo existen dos formas posibles de vivir. Una se basa en un pacto establecido en función de lo que haces; la otra se basa en lo que Dios ha hecho por ti en Jesús. Una es esclavitud; la otra es libertad. Una nunca es suficiente; la otra brinda descanso.

Cuando esto fue revelado al apóstol Pablo, tomó una acción decisiva. Revisó esos logros en los que había encontrado rectitud y los trató con desprecio. Escribió: “Los considero basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia que procede de la ley” (Filipenses 3:8-9). ¿Sus debilidades y fracasos percibidos? Se jactaba de ellos, ya que siempre le recordaban que era fuerte solo porque tenía a Jesús.

Con su estrategia en mano, salimos al mundo. Rastreamos esos logros que se han convertido en nuestras obras de la ley y hacemos lo que hizo Pablo: nos deshacemos de ellos. Frente a nuestras debilidades, las consideramos como límites inherentes, comunes a toda la humanidad, que nos brindan oportunidades para confiar en Jesús más que en las personas. Y gradualmente, con el tiempo, a veces con bastante tiempo, comenzamos a sentirnos cómodos en la casa de Dios, donde la promesa del amor reemplaza al desempeño, la debilidad se convierte en nueva fortaleza y todo se siente como libertad y descanso.

Si estás interesado en leer más sobre este tema, echa un vistazo al libro de Ed Welch, Cuando la gente es grande y Dios es pequeño, publicado por Poiema Publicaciones. Aborda nuestra lucha con el temor al hombre en un lenguaje moderno, ofreciendo un enfoque centrado en Jesús.

Este artículo fue publicado originalmente en Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF)

Esta traducción tiene concedido el Copyright © (28 de octubre de 2023) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Fear of Man: How is it Working for You?”, Copyright © 2023 fue escrito por Ed Welch. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por José Luis Flores, Editorial EBI. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor. 

This translation is copyrighted © (october 28, 2023) by the Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). The original article entitled “Fear of Man: How is it Working for You?”, Copyright © 2023 was written by Ed Welch. All content is protected by copyright and may not be reproduced in any manner without written permission from CCEF. Translated in full with permission from the Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) by José Luis Flores, Editorial EBI. Sole responsibility of the translation rests with the translator.


Un pequeño libro

En un viaje de cincuenta días en un plan de lectura, Welch desempaqueta la ira mientras anima y enseña a los lectores a responder con paciencia a las dificultades de la vida. Este recurso bíblicamente sabio es una herramienta útil para pastores, consejeros y ayudantes laicos que están trabajando con personas que tienen problemas con una mecha corta.


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