Como se mencionó en la primera entrega, Pablo nos anima a pastorear con ternura a nuestros hijos en la soberana y santa disciplina del Señor. En Hebreos 12:5-11, encontramos una descripción cuádruple de cómo es la disciplina de nuestro Padre celestial. Esta es:

  • Personal: Nos disciplina como a sus hijos por amor y para nuestro bien.
  • Propositiva: Nos disciplina para que podamos participar en su santidad.
  • Penosa: Aplica efectos dolorosos por la insensatez del corazón.
  • Potencialmente productiva: Su disciplina está diseñada para producir un fruto apacible de justicia y paz a los que en ella han sido ejercitados.

La disciplina de nuestros hijos debe seguir el modelo de la disciplina de nuestro Padre celestial, esto significa que, desde el cuidado y el amor pastoril, desafiamos y confrontamos el corazón de nuestros hijos, por lo tanto, en este segundo artículo analizaremos las últimas dos descripciones de dicha disciplina.

La disciplina de los padres es penosa: Aplicamos efectos dolorosos por la insensatez del corazón

La insensatez es la profunda convicción de que puedo hacer mi vida independientemente de Dios. Es la creencia que se manifiesta en el comportamiento de nuestros hijos de que pueden salirse con la suya sin ningún costo. Los niños (y los padres) necios creen que pueden vivir de forma autónoma —haciendo lo que quieren— y obtener placer.

La disciplina bíblica busca confrontar y desafiar estas convicciones centrales. Por lo tanto, diseñamos nuestra disciplina parental para enseñar la verdad de que el dolor, y no el placer, es la consecuencia de la insensatez pecaminosa. Experimentar efectos dolorosos por creencias erróneas tiene como objetivo enseñar que hay un Dios santo al que debemos rendir cuentas ahora y a quien un día daremos cuenta personalmente.

Piensa en las consecuencias en el ámbito físico. Cuando tocas una estufa caliente, tu mano experimenta un intenso dolor y retiras la mano. En el mundo físico, tendemos a experimentar consecuencias dolorosas inmediatas. Contrasta y compara esto con el reino espiritual. Gálatas 6:7 enseña que cosecharemos lo que sembramos, pero hay una trampa: las consecuencias a menudo se retrasan. Hebreos 11:25 reconoce que hay placer temporal en el pecado.

Debido a que las consecuencias espirituales tienden a retrasarse, nuestros corazones insensatos tienden a pensar que podemos salirnos con la nuestra. Eclesiastés 8:11 comunica claramente esta realidad: “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal”. Pedro señala que Dios es un juez paciente y misericordioso, y que los seres humanos orientados al tiempo tendemos a malinterpretar insensatamente la gracia de Dios como indulgencia o permisividad (2 P. 3:8-11).

Imagina que tu hijo adolescente roba un videojuego. Lo lleva a casa en secreto y disfruta de horas de placer con su tesoro robado. Dentro de su corazón insensato, piensa: “¡Esto es increíble! Nadie me ha descubierto. Me he lucido como un bandido. Conseguí lo que quería a cambio de nada. ¡Y ciertamente estoy disfrutando cada segundo de todo esto!”. Como las consecuencias en el ámbito espiritual se retrasan, se refuerza la creencia pecaminosa del adolescente de que puede salirse con la suya, cosechar placer y no experimentar dolor.

Así que, la disciplina de los padres implica demostrar la realidad del orden moral espiritual de Dios. Debemos dar a nuestros hijos una pequeña muestra o prueba de lo que será enfrentarse con Dios y su santo orden moral en el día del juicio.

Nuestros hijos se enfrentan primero con nuestra disciplina parental, como anticipo de la consecuencia de enfrentarse con la futura disciplina de Dios. Los efectos de la disciplina de los padres infligen dolor temporal ahora a fin de ayudar a nuestros hijos a percibir la santidad eterna de Dios, con el objetivo de que se arrepientan y eviten el peor dolor, que es la separación de él.

Los padres somos los embajadores morales de Dios. Nuestro papel es llenar el lapso de tiempo entre la desobediencia humana y las consecuencias divinas. En la disciplina parental, hacemos que las consecuencias a largo plazo del gobierno espiritual de Dios se sientan más inmediatamente.

Entonces, llegas a casa del trabajo y usted se da cuenta de que su hijo adolescente está jugando con su nuevo (robado) videojuego. Después de una pequeña conversación y trabajo de detective, la verdad comienza a filtrarse lentamente. Discute el asunto con su hijo, resaltando la perspectiva de Dios y cuál sería el comportamiento cristiano.

Deciden juntos que irás con su hijo a la tienda, donde no solo tiene que devolver el juego y confesar que lo ha robado, sino también utilizar el dinero de su trabajo de medio tiempo para devolver el doble del precio del juego.

Su hijo tiene ahora la oportunidad de desarrollar un nuevo conjunto de convicciones básicas: “¡Vaya! Ha costado el doble de lo que yo hubiera pagado si lo hubiera comprado desde el principio. Y tuve la vergüenza adicional de confesar que lo había robado. Es cierto que el delito no vale la pena. Supongo que es verdad lo que dice la Biblia acerca de que cosechamos lo que sembramos, y que Dios no puede ser burlado”.

La disciplina de los padres es potencialmente productiva: Respuestas a la disciplina del corazón

Por supuesto, hay otras posibles respuestas a este escenario de la disciplina. En lugar de ablandar su corazón, su hijo podría endurecer su corazón contra ti y contra Dios. Así que, es importante reconocer que nuestro papel consiste en ayudar a nuestros hijos a responder a la necedad con acciones enfocadas en el corazón, pero no podemos controlar la respuesta de su corazón. En Hebreos 12, vemos que incluso la perfecta disciplina de Dios puede ser respondida de manera sabia o insensata. Hebreos 12:5 dice que algunos hijos de Dios menosprecian su disciplina: la desprecian, la rechazan y se niegan a ser cambiados internamente por ella. Otros desmayan cuando son disciplinados por Dios: se dan por vencidos, se cansan y dejan de intentar vivir una vida piadosa. Incluso la disciplina parental m.s piadosa y sabia es solo potencialmente productiva.

Felizmente, las noticias no son del todo malas. Hebreos 12:9 nos habla de dos respuestas potencialmente positivas a la disciplina piadosa. Los niños pueden responder con respeto y sumisión: nos respetan y nos honran como representantes de la santidad de Dios, y se someten voluntariamente de coraz.n a nosotros como embajadores del orden moral de Dios. El resultado final de este tipo de actitud del coraz.n es un “fruto apacible de justicia” (He. 12:11).

Así que, padre o madre, asume la responsabilidad de cómo administras la disciplina: con amor y centrándote en aplicar sabiamente medidas que aborden la insensatez del corazón. Sin embargo, no asumas la responsabilidad por la respuesta de sus hijos. En vez de eso, ora humildemente y con esperanza para que sus hijos respondan, creciendo cada vez más a semejanza de Cristo.

Extracto del libro Criando hijos con palabras de gracia, publicado por Editorial EBI.


Criando con palabras de gracia

Lo que dices y cómo lo dices tiene la capacidad de invitar a tus hijos a profundizar la relación contigo o de alejarlos. Es más, en un sentido muy real, tus palabras representan —o representan mal— las Palabra de Dios a sus hijos. Esto significa que tienen el poder de determinar la manera en que tus hijos vean a su Padre celestial.


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