Querido amigo, a lo largo de estos años, siempre te he considerado un amigo. Hoy me dirijo a ti por escrito debido a la dificultad de encontrarnos cara a cara y a tu evasión de mis intentos de comunicación. Siento una urgencia en mi corazón por expresarte algunas reflexiones con amor. Quiero asegurarte que mi intención es genuina y que lo que tengo que decirte proviene de un lugar de preocupación sincera. A lo largo de nuestra amistad, nunca he tenido intención de causarte daño ni decepcionarte, al menos eso es lo que he creído. Por lo tanto, te pido que continúes leyendo con la seguridad de que estas palabras están llenas de amor hacia ti. Mi mayor deseo es que puedas abrir tu mente y tu corazón, y que el Señor te brinde claridad y sabiduría en este momento de estupor y confusión.

¿Qué estás haciendo? ¿Qué estás pensando? Honestamente, ¿pretendes abandonar a tu esposa? La mujer que el mismísimo Señor te entregó para cuidar y amar hasta la muerte. Ella es tu esposa, tu costilla, tu mismo cuerpo. Ustedes son una sola carne, lo que Dios ha unido, que nadie lo separe, ni siquiera tú.

Tu esposa es tu legítima compañera. La mujer que estás abrazando no proviene de Dios, sino del diablo, del infierno mismo. No está destinada a bendecirte, sino a condenarte eternamente. Esa mujer, sea quien sea, es un instrumento del diablo, utilizado para tu destrucción. ¿Realmente crees que lo que sientes por ella es amor? Es una ilusión pasajera, un placer efímero que te llevará a la condenación eterna. ¿Quién te ha engañado de esta manera? Tu comportamiento es insensato y fuera de control. Estás en un estado mental confuso y oscuro. Esa mujer no te ama, ni siquiera te conoce ¡Arrepiéntete de tu maldad y pide perdón a tu esposa!

No puedes escudarte en el argumento de que ella te lastimó primero. Justificar tu pecado por las acciones de otro es inmaduro y necio. Esta actitud es inmadura y necia. Quiero que reflexiones sobre quién es nuestro patrón y ejemplo: Cristo. 

¿Cuántas veces ha perdonado Cristo a Su iglesia? ¿Ha abandonado alguna vez a Su iglesia? Su fidelidad hacia Su pacto y Su amor permanecen intactos. Enfrenta tus circunstancias con la sabiduría de Cristo. No te dejes guiar por la debilidad. Si te ha herido, ofrécele la otra mejilla como un hombre auténtico. Nunca justifiques tu pecado por el pecado ajeno. No actúes con cobardía. No repitas tus errores como un perro vuelve a su vómito. Tus decisiones no han sido las mejores, has elegido lo peor. Estás envuelto en tinieblas densas, incapaz de ver con claridad debido a tu lujuria y tu inmoralidad sexual. Debes reconocer que te has convertido en un adúltero. Si decides continuar con esta fornicación, al menos ten la honradez de llamarte a ti mismo por lo que eres, sin evasivas ni justificaciones. No escondas tu accionar ni te engañes a ti mismo. Es difícil de creer que hayas cedido ante una locura tan devastadora. ¿Acaso has perdido la razón? ¿En qué estás pensando?

En el pasado, te admiraba profundamente. Fuiste uno de mis amigos más cercanos. Eras un hermano en la fe, alguien en quien confiaba plenamente. ¿Por qué has tomado este camino? Tu traición no solo se dirige a tu esposa, ni se limita a la destrucción de tu hogar, ni se reduce a abandonar a tu hijo. Estás incurriendo en apostasía, estás despreciando el sacrificio de Cristo y contándolo por inmundo. ¿Cómo puedes permitirte semejante desprecio? ¿No comprendes las implicaciones de tus acciones? Te aseguro que no podrás recuperarte de esta imprudencia. Deja a esa mujer. Regresa a la senda de la cordura y la sensatez. Arrepiéntete ahora, mientras haya oportunidad. 

¿No comprendes? ¡No podrás recuperarte de esta imprudencia! ¡Abandona a esa mujer! ¡Vuelve atrás en tu camino de locura! ¡Arrepiéntete ahora! Querido amigo, mi alma está desgarrada y mi estómago se retuerce al contemplar tu obstinación y caída. Es hora de despertar. Necesitas reaccionar de inmediato. No puedes permitirte ni un solo minuto de demora en este camino hacia la perdición.

¿Qué más puedo decirte? ¿Cómo más puedo advertirte? Tu esposa te necesita desesperadamente. Tu hijo te necesita con urgencia. Tu esposa es el regalo que el Señor te ha dado, y no hay otra para ti. La elección del Señor no fue un error. Él te la entregó no porque la merecías, sino para demostrarte Su gracia. Tu esposa, a quien amas, es un vivo testimonio de la gracia de Dios en tu vida. No puedes abandonarla. No puedes dejarla atrás. Tus acciones están trayendo tanta vergüenza sobre el buen nombre de Cristo. Es difícil de creer lo que has hecho… pero quiero que sepas que todavía hay esperanza. Existe la oportunidad de buscar la misericordia que solo el Señor puede otorgar.

No continúes en esta senda de incredulidad y desobediencia. Arrepiéntete sinceramente de tus transgresiones. Abandona de una vez por todas a esa otra mujer y vuelve a tu esposa con un espíritu contrito. Conoces el daño que has causado, eres consciente del dolor que le has infligido. Y, ¿qué hay de tu hijo? ¿Realmente deseas que el legado que le dejes sea uno de adulterio y abandono hacia su madre? No puedes tratar a tu propio hijo como algo desechable, no importa cuán difíciles sean las circunstancias. Él es un regalo de Dios para ti, un tesoro que no mereces tener. Sabes que perdí a mi propio hijo y cómo anhelo la oportunidad de criar y educar a un hijo varón.

Estás arrojando a tu esposa y a tu hijo al abandono, como si fueran desechos sin valor. ¿Qué está pasando contigo? Tu mera consideración de cometer tal imprudencia con tu propio hijo me enfurece. ¿No puedes ver la gravedad de tu situación? ¿Has olvidado todas las bendiciones que el Señor te ha otorgado en tu vida? ¿Has olvidado todo lo que Él ha hecho por ti?

¡Tienes que desistir de tu camino hacia el infierno! Debes abandonar la senda que te lleva al abismo. Estás rechazando un amor genuino de tu amada esposa en favor de una lujuria aborrecible por una mujer desconocida. Estás intercambiando un hogar real por una fantasía efímera e irreal. Estás dejando atrás la voluntad de Dios para convertirte en un títere controlado por el diablo. No puedes retornar al reino de la oscuridad. No te permitas cometer semejante locura. Arrepiéntete de tus acciones antes de que sea demasiado tarde. Acude a Cristo, pues Él es el fiel Sumo Sacerdote que puede purificarte de esta inmundicia en la que te has sumergido. Él es justo y fiel para perdonarte por tus pecados. No te atrevas a justificarte. Él conoce la verdadera naturaleza de tu corazón y su perversidad. Deja de engañarte a ti mismo. Solo en Cristo encuentras salvación. Te ruego encarecidamente que regreses al Señor y abandones tu pecado.

Todavía hay tiempo, si el Señor lo permite, para restaurar tu matrimonio y salvar a tu familia. No sacrifiques un matrimonio enraizado en la fe por una fornicación que solo te conducirá al infierno. No actúes como un necio. Mi deseo más ferviente y mi oración son para que el Señor te rescate de este camino de autodestrucción que has trazado. Cristo está esperándote con los brazos abiertos, dispuesto a recibirte. Ha pavimentado un camino hacia el trono de la gracia, donde encontrarás perdón y misericordia. No rechaces Su bondad y paciencia. Acércate a Él con humildad y arrepentimiento, para que pueda restaurarte y perdonarte tus pecados. Cristo es tu única esperanza. Necesitas regresar al Señor y Salvador de tu alma.

Con un amor fraternal, 

Tu amigo.


Aconsejando con confianza

Aconsejando con confianza

Es un libro diseñado para guiar a consejeros y líderes eclesiásticos a través de la aplicación efectiva de las Escrituras, generando transformación en las vidas de quienes aconsejan. Si buscas impulso y confianza en tu labor como consejero, maestro, pastor, o simplemente como alguien preocupado por los demás, este libro es para ti.


Comparte en las redes