Mientras que la frase «la familia cristiana» expresa la idea que todos los miembros de la familia son creyentes, la verdad es que una familia cristiana no implica necesariamente que todos sus miembros sean cristianos. Aquí se debe aclarar lo que se quiere decir, que la salvación no es heredada. Mira con atención la advertencia que Juan el Bautista dio a los fariseos: «no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: “Tenemos a Abraham por padre”, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras» (Mt. 3:9).

No se puede presumir(asumir) que nuestros hijos son creyentes. Como alguien ha dicho sabiamente: «Dios no tiene nietos, tiene hijos». Muchos padres se engañan a sí mismos creyendo que por el solo hecho de ser cristianos, sus hijos lo serán. La presuposición de la regeneración en un hijo suyo puede ser fatal y prevenir cualquier predicación eficaz del evangelio. Por lo tanto, la familia cristiana debe establecer una cultura santa y esta cultura se distingue en su aplicación constante del evangelio. 

Lo más importante es reconocer lo que la Biblia dice: todo hijo nace con una naturaleza pecaminosa y necesita ser salvo (Sal. 51:5; Ro. 3:21). El padre que espera perfección de su hijo y una conducta piadosa solamente cosechara decepción. Más bien el padre debe esperar la manifestación continua de la naturaleza pecaminosa de su hijo para entonces responder adecuadamente ante ello. La depravidad de la condición humana se observa en los hijos; ellos mismos sin haber sido enseñados que es la codicia, codician, sin explicarles la envidia, envidian, aun sin saber que es el enojo, se enojan. Todos los padres honestos pueden confesar unánimemente que sus hijos fueron prácticamente preprogramados para pecar sin ninguna instrucción previa. 

Por lo tanto, no son de sorprender las peleas, las griterías y los reclamos que los hijos hacen. Solamente están demostrando lo que  son,  pecadores que necesitan ser redimidos por Dios. Así que, estas conductas  no debieran desanimar ni tampoco desilusionar, porque lo que los hijos están haciendo en aquellos momentos de pecado y rebelión es señalar su necesidad de escuchar el evangelio de Jesucristo. Cada ocasión de desobediencia es una oportunidad providencialmente dada para recordarles las verdades del evangelio. ¿Qué es lo que un hijo debe saber una y otra vez? 

  1. Ellos son pecadores y están alejados de Dios.
  2. Ellos merecen el justo juicio de Dios y la condena eterna
  3. Cristo murió como sacrificio por el pecado.
  4. Ellos tienen que creer en la provisión de Cristo y arrepentirse de sus pecados.

El único remedio para el pecador es el evangelio de Jesucristo. Cuando los hijos pecan y  se desperdicia la oportunidad para corregirles y compartirles el evangelio, se les está comunicando sin querer que el pecado no es grave, que no hay consecuencias reales, y que no es una cuestión que amerita ninguna intervención.

La falta de la aplicación del evangelio en la familia es un intento de remover el evangelio de la misma familia. Pero no solamente los hijos necesitan el evangelio, sino también los padres. Cuando los padres pecan (lo cual sucede cada día) se puede ejemplificar a los hijos que su pecado fue grave y que se necesita acudir a Cristo en arrepentimiento y además pedir perdón a la persona ofendida. Pero es allí donde se puede explicar que aun uno mismo necesita ser recordado del evangelio todos los días y comunicar a los hijos cuál es su esperanza: que ellos también pueden ser salvos mediante la muerte y resurrección de Jesucristo. La familia cristiana aprovecha los momentos de pecado y transgresión para escuchar una vez más el glorioso evangelio de Jesucristo, confiando en que la salvación es del Señor. 

Conclusión

La familia cristiana es una hermosa demostración del poder de Dios en salvar a los pecadores. Solamente Dios en Su gracia infinita puede salvar a un pecador y es una gracia mayor cuando aquella salvación hermosa es otorgada a más familiares. Se ha explicado que una familia cristiana tiene por lo menos tres características principales: (1) busca glorificar a Dios, (2) hace lo posible para conformarse según la Palabra de Dios, y (3) intenta predicar el evangelio y no presumir la perfección. La familia cristiana es una bendición increíble. Sin embargo, varios lectores pueden detectar que están muy lejos de la posibilidad de reflejar o pertenecer a una familia cristiana. La razón principal es porque son la única persona en toda su familia que es cristiana. Tristemente esta persona está experimentando la verdad que Jesús dijo en cuanto a la división: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie» (Mt. 12:25). Sin embargo, hay esperanza para quienes son los únicos creyentes en sus familias. Aun en aquellas familias fracturadas y divididas, las tres características principales de una familia cristiana siguen siendo las tres características principales para un cristiano. No hay necesidad de intentar hacer algo diferente para ser fiel al Señor. Másbien hay razón para esperar en el Señor, confiando en Su gracia para salvar a los demás miembros de la familia según su voluntad. Si el Señor en Su providencia le salvó, hay gran esperanza para creer que el Señor le utilizará para ser el medio por el cual la salvación llegue a los demás. 

La imagen de una familia cristiana es hermosa. Se puede decir que es prácticamente idílica y en realidad es solamente un sueño que es inalcanzable. Mientras que es cierto que ninguna familia será perfecta, es posible llegar a ser una familia cristiana que busca cumplir con las tres características diligentemente, pero únicamente se puede lograr mediante la gracia de Jesucristo. Nunca se puede alcanzar mediante el esfuerzo humano, porque solamente una obra divina es capaz de santificar el corazón humano. Cuando se trata de una familia, cuanto más dependiente y enteramente necesitado son los miembros para que se pueda glorificar a Dios. Ellos dicen juntamente con Josué: «yo y mi casa, serviremos al Señor» (Jos. 24:15).


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