El mandato de andar como Cristo anduvo es de mucha importancia para la vida cristiana (1 Jn. 2:6). Definitivamente andar como Cristo anduvo es un atributo esencial para todo creyente verdadero. ¿Pero cómo es posible andar como Cristo anduvo? ¿Es verdaderamente posible pisar las mismas pisadas de Cristo? ¿Es alcanzable imitar al Hijo del hombre? Todo creyente verdadero lucha con la dificultad de la batalla interna que hace guerra en su corazón. Aquella lucha invisible es constante e incesante en la vida del creyente. 

Pablo lo escribió muy bien cuando exclamó: «¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?» (Ro. 7:24). La respuesta a su pregunta es la respuesta que necesitamos oír y no dejar de escuchar. Debemos tener grabada en nuestra mente la respuesta a su pregunta. Si olvidamos la respuesta, estaremos en peligro. No hay otra respuesta, sino Cristo. Pablo contesta a su pregunta de exclamación lo que todos los hijos de Dios han hecho en múltiples ocasiones: «Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro»(Ro. 7:25). 

Cristo es la única respuesta al pecado que aún mora en el creyente

¿Cómo es que Criso es la única respuesta? Es cierto que el patrón perfecto fue dejado por Jesús y que no hay otro. Solo Jesús merece ser nuestro ejemplo. Sin embargo, Cristo no solamente es la meta que debemos intentar alcanzar; es imperativo jamás olvidar que Jesús primariamente es el objeto de la fe cristiana. La vida, muerte y resurrección de Jesucristo es lo que redime al hombre pecador. Todo aquel que verdaderamente ha sido redimido por Cristo no vive para sí, sino que vive para aquel que lo ha salvado (2 Co. 5:15).

Su vida gira en torno a Cristo, porque puede afirmar «el vivir es Cristo» (Fil. 1:21). La vida cristiana no es una vida egocéntrica, sino cristocéntrica. Todo aquel que cree en Cristo ha muerto a sí mismo y está intentando hacer morir a su viejo hombre (Ro. 6:6), deseando solamente complacer a su nuevo Señor, porque en eso consiste la salvación: una nueva identidad (Ro. 9:25; cp. Ap. 2:17), una nueva naturaleza (Ef. 4:24), una nueva criatura (2 Co. 5:17). La salvación es más que redención, también es transformación a la imagen y semejanza de Cristo Jesús.

La vida cristiana no es una vida egocéntrica, sino cristocéntrica.

Por eso uno pasaje hermoso que detalla la vida cristiana en pocas palabras y que ayuda a su vez a entender cómo es posible andar como Cristo anda es Colosenses 2:6–7, que dice: «Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en Él; firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud». Este pasaje aclara la pregunta que todos hemos preguntado: ¿cómo puedo andar como Cristo anduvo en este cuerpo de muerte? La enseñanza de Pablo nos permitirá entender cómo es posible andar como Cristo anduvo, la respuesta simple es andar en Cristo Jesús.

Andando: una figura de dicción

Los lenguajes humanos están llenos de figuras de dicción, las cuales para algunos se conocen como lenguajes figurados. La vida cotidiana está llena de figuras de dicción que se conocen simplemente por la familiaridad y no necesitan mayor explicación. Sin embargo, cuando se trata de la Biblia es importante reconocer que contiene figuras de dicción antiguas que deben ser observadas para no presuponer erróneamente lo que significan. Más bien, es esencial detenerse y reflexionar sobre aquellas figuras de dicción para poder captar correctamente lo que el autor bíblico quiso comunicar con la figura de dicción que escogió.

Por lo tanto, la figura de dicción que se necesita investigar es la de «andar». Ahora, la palabra andar en sí en las Escrituras no siempre representa una figura de dicción, pero es una palabra utilizada figurativamente de vez en cuando: «andando en todos sus caminos» (Dt. 11:22); «andando en el camino de Jeroboam» (1 R. 16:19); «andando tras el viento y la falsedad» (Miq. 2:11); «andando en el temor del Señor» (Hch. 9:31); «no andando con astucia» (2 Co. 4:2); «andando en la verdad» (2 Jn. 4). Además, hay varios imperativos en el Nuevo Testamento que hablan de cómo se debería andar que también son empleados figurativamente: «andad por el camino del entendimiento» (Pr. 9:6); «andad en mis estatutos» (Ez. 20:19); «andad por el Espíritu» (Gá. 5:16); «andad en amor» (Ef. 5:2); «andad sabiamente para con los de afuera» (Col 4:5); «andad como libres» (1 Pd. 2:16).

Evidentemente la figura de dicción de «andar» no significa literalmente andar en comparación con correr o mantenerse parado, sino que significa algo distinto. La figura de dicción de andar es una expresión que comunica lo que es la norma, el patrón o la conducta regular de una persona. Se puede entender la figura de andar como comportamiento, proceder, práctica, hábito, costumbre o patrón. La expresión andar es claramente una referencia de actividad y movimiento. Ahora, es necesario aclarar que esta figura de dicción presupone que todos están andando, todos están viviendo, todos tienen patrones y conductas establecidas que definen quienes son. Nadie puede pensar que no está andando. Por eso, la pregunta es: ¿cuál es tu conducta? ¿cómo es que vives tu vida? ¿cómo estás andando? La respuesta a estas preguntas determinan cómo se está viviendo. El anhelo de Pablo es que los cristianos anden en Cristo Jesús: «Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en Él» (Col. 2:6).

La pregunta es: ¿cuál es tu conducta? ¿cómo es que vives tu vida? ¿cómo estás andando? La respuesta a estas preguntas determinan cómo se está viviendo.

En Cristo Jesús: la hermosa localidad

Una de las frases más importantes en las Escrituras es «en Cristo». Basta decir que «en Cristo» está la seguridad, la confianza y la fortaleza del cristiano. Esa frase es una melodía dulce e inefable para el cristiano. Al contemplar aquella bendita localidad en donde se encuentra el creyente, solamente debería producir alabanzas eternas y adoraciones incesantes. Tristemente, esta realidad espiritual tan crucial en el nuevo pacto es descuidada y hasta desconocida debido a que no hay una profundización en el tema.

Además, la frase puede llegar a ser tan común al lector que se pasa por encima de esta realidad espiritual sin mayor reflexión. La hermosura de la localidad radica en el reconocimiento de donde viene los beneficios espirituales que han sido otorgados a los hijos de Dios, es decir en Cristo. El andar cristiano no se puede hacer uno solo en sus propios esfuerzos, porque solamente se logra en Cristo. Pablo explica el deber de andar apuntando a la esfera del andar cristiano, y es un andar que se hace única y exclusivamente en Cristo.

La justificación teológica del mandato de Pablo es que el caminar cristiano es solamente posible en Cristo porque es un caminar espiritual, es un caminar que va en contra del mundo y contra nuestra carne. Es un caminar que solamente puede ser habilitado por Cristo mismo. Él no solamente es nuestro ejemplo, sino que también es nuestro sostén.

Muchos miran a Cristo, e intentan seguir Su ejemplo y se sienten frustrados cuando sonincapaces de hacerlo o peor aún, piensan orgullosa y erróneamente que en sus propiasfuerzas, están logrando caminar en las pisadas de Cristo. La única manera en la que sepuede andar como Cristo anduvo es en Cristo. «Ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí» (Gá 2:20). Pablo tenía la convicción de que la vida cristiana que él estaba viviendo no era simplemente el resultado de su propio esfuerzo, sino que era habilitado por Cristo mismo.

Es un grave error pensar que el caminar de Cristo es únicamente una mejoría del caminar humano, porque la realidad es que el caminar de Cristo es diametralmente opuesto e infinitamente superior al caminar humano. No es que Cristo anduvo mejor, sino que Cristo caminó completamente diferente. La vida cristiana es vivida en Cristo. No se puede vivir según la Biblia manda fuera de Cristo.

No es que Cristo anduvo mejor, sino que Cristo caminó completamente diferente.

Por eso, solamente quienes están en Cristo viven según la ley de Cristo. No solamente la salvación es una gracia inmerecida, sino que además el caminar en santidad es una gracia inmerecida. Dios salva y Dios santifica. Dios salva y Dios sostiene. El orgullo humano no puede coexistir en quien está andando en Cristo, porque Cristo recibirá toda la gloria. Por eso, Pablo nos recuerda que tenemos que reflexionar sobre cómo recibimos a Cristo Jesús: «Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en Él» (Col. 2:6).

La confianza, la fe, la convicción, la entrega, la esperanza son puestas en Cristo desde el inicio. De la manera inicial que Cristo fue recibido debemos seguir andando o viviendo en Cristo, es decir por la fe plenamente convencidos de la veracidad del evangelio y la autoridad de la persona de Cristo.

Conclusión: Gracias a Dios

La realidad de estar en Cristo es para todo creyente la verdad más preciosa. Ser aceptado, ser amado, ser conocido por Dios debido a nuestra unión a Cristo Jesús es incomparable. ¿Qué más se podría desear que supere esta verdad? Estar en Cristo es lo mejor.

Andar en Cristo es posible porque Cristo nos ha salvado y se ha identificado con los pecadores. El evangelio posibilita el gran intercambio, la gloriosa doble imputación y además la unión mística entre el creyente y su Salvador. El pensamiento carnal piensa que es su deber esforzarse en vivir para complacer a Dios. Sin embargo, se ha olvidado de lo que Pablo escribió en Gálatas 3:3: «Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne?».

Es imposible para la carne corrupta y caída hacer lo que solamente se puede hacer el Espíritu. Por eso, Pablo nos recuerda que «de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en Él» (Col. 2:6). Cómo iniciamos la vida cristiana por fe es la única manera en la que podemos vivir la vida cristiana.

Las figuras de dicción de Pablo no terminan aquí solamente con la imagen de andar, porque él continúa ilustrando la realidad de nuestra unión con Cristo mediante dos figuras adicionales: «firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud» (Col. 2:7). Andando en Cristo se ve no solamente andando como Cristo anduvo, sino además estando firmemente arraigados y edificados en Él. Todavía la necesidad de estar en Cristo es central en la mente de Pablo.

La única edificación cristiana puede ser encontrada en Cristo. Eso proporciona una confirmación en la fe cristiana y produce gratitud. La realidad de andar en Cristo genera gratitud hacia Dios porque todo depende de Dios, todo se debe a Él. Gloria a Dios.


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