Uno puede argumentar que el atributo comunicable de Dios con que los cristianos más batallan en demostrar en su vida es el atributo del amor. El creyente puede leer su Biblia y comprender lo que está leyendo; puede procurar aplicar el mensaje del texto a sí mismo primero y luego explicar a su compañero cómo hacer lo mismo; pero donde tiende a desviarse en cuanto a aplicar un principio a su propia vida es cuando hace lo que debe, pero sin amor hacia la persona a quien está ministrando. Sin duda todos podemos recordar veces cuando corregimos lo malo y defendimos lo justo, pero sin un interés en la persona que estábamos corrigiendo o a quien estábamos ministrando (y antes de defenderte, piensa en la ocasión cuando te jactaste de poner en su lugar al Testigo de Jehová que tocó a tu puerta).

Ahora, ¿cómo podemos trabajar en amar como debiéramos? La respuesta se encuentra en reconocer qué es el amor, ver este atributo en Dios, y depender en la gracia de Cristo para poder crecer en amor.

¿Qué es amor?

Hay pocas palabras que han sufrido tan cruel tratamiento que ha recibido el término “amor”. Por la causa de lo que llaman “amor”, tantas personas han sido abusadas y afligidas. Perversiones que Dios ha condenado han sido perpetuadas en nombre del “amor”. En defensa de un amor “libre,” o sea, la idea de que el amor es algo que no está puesto bajo ninguna limitación en su expresión, gente ha rechazado el matrimonio como el lugar exclusivo por donde Dios ha reservado las relaciones físicas íntimas. Hasta la misma Biblia, y su enseñanza sobre el amor ha sido mal usada por liberales para defender el universalismo, usando una percepción humana falible de qué es amor para gobernar los decretos de Dios.

Dios es amor

En 1 Juan 4:7-8 vemos el término ἀγάπη (ágape) usado para hablar del amor como un atributo de Dios. No solamente nos declara que “Dios es amor” (v. 8), también aclara que, para poder amar genuinamente, hay que conocer a Dios, y si no se ama a otros, no se conoce a Dios. O sea, conocerle verdaderamente es amarle y amar a otros; y para poder amar a Dios y a otros, hay que conocerle. Dependiendo del léxico que uno decida de usar, puede descubrir que la definición sencilla del término ἀγάπη (ágape) es la palabra “amor,” aunque otros entran en más detalle para promover una definición teológica.

A pesar de que un léxico puede ayudarnos en formular una definición teológica del amor, existe un peligro en el intento de comprender una verdad teológica basada meramente en el significado léxico de un término.[1] Debemos derivar nuestra definición de amor,[2] y específicamente el amor como atributo de Dios observando cómo el concepto de amor es empleado en la Biblia.

Un reto que se nos presenta en este estudio del amor de Dios no es solamente consultar pasajes que mencionan el amor, sino ver cómo el amor es usado en estos pasajes.[3] Aparte de la gran cantidad de lugares en que se menciona o se habla del tema, también vemos por toda la Biblia la evidencia del amor sin una descripción explícita del mismo. El estudio de este atributo de Dios, exige que observemos los pasajes en la Biblia que lo mencionan, no para averiguar si el pasaje habla del amor de Dios, sino cómo es que el pasaje lo enseña (por principio, narración, mandato o explicación). Como dice R. C. Sproul, “Nuestro interés no se limita a definir el amor en lo abstracto, sino definirlo específicamente como un atributo de Dios mismo. Si confesamos que el amor es un atributo de Dios, entonces nuestra comprensión de la naturaleza de Dios es tan exacta como nuestra comprensión del amor que le estamos atribuyendo”.[4]

Aunque hay varias definiciones adecuadas y apropiadas de amor como un atributo de Dios, [5] la definición del atributo de amor en este estudio está basada principalmente en la máxima demostración del amor de Dios hacia el hombre, que vemos en Juan 3:16: El amor es la resolución de proveer medidas para el genuino bienestar de otro, sin importar el costo personal, e independiente de cómo la provisión será recibida. El hecho de que esa definición no incluya indicaciones en cuanto a las emociones no significa que el amor genuino no las tenga; sin embargo, no depende de ellas para manifestarse. [6] Dios en su amor por la humanidad asignó el valor y determinó el costo que él estaba dispuesto a pagar, para proveer un escape del infierno y una eternidad con él a quien deposita su fe en Cristo.

“Dios en su amor por la humanidad asignó el valor y determinó el costo que él estaba dispuesto pagar, para proveer un escape del infierno y una eternidad con él a quien deposita su fe en Cristo”.

Dios nos ama por quién es él, no porque merecemos su amor

Aunque debemos reconocer el “amor recíproco entre los tres que conforman a la Trinidad,”[7]  este estudio presente se enfoca en la humanidad siendo el objeto del amor de Dios, porque en la Biblia, la carta de amor que Dios nos escribió, vemos este énfasis por la plétora de versículos que hablan del amor de Dios hacia los seres humanos. También debemos entender que todo lo que hace Dios, lo hace en perfecto amor. El Padre envió al Hijo con base en su amor. Disciplina a sus hijos con base a su amor. Ryrie nos recuerda que “la perfección del amor de Dios no opera aparte de sus otras perfecciones, que incluyen su santidad y su justicia.”[8]

Cuando nos preguntamos por qué Dios ama al mundo, nos podemos beneficiar al considerar argumentos teológicos que se basan en la naturaleza de Dios y en la naturaleza del hombre. Por ejemplo, Arthur Pink argumenta que “no existía nada en la criatura que lo atrajera o lo impulsara a amarlos.”[9] McCune, cuando comenta sobre la conexión entre el amor de Dios y los seres humanos, liga Génesis 2:16 con Juan 3:16 al observar que “Dios ama a todos los pecadores no salvados porque son personas a imagen suya.”[10] McCune concluye sus observaciones de dicha conexión al decir que “Dios no ama al hombre completamente por su propio bien sino que definitivamente lo ama por causa de sí mismo.”[11] Donde no hay ni un leve desacuerdo de énfasis entre teólogos evangélicos, es con la clara verdad de que no hay nada en el hombre que merezca el amor de Dios (Romanos 3:10).

“…no hay nada en el hombre que merezca el amor de Dios”.

La Biblia está repleta de ejemplos del amor de Dios

Aunque terminaremos este estudio con una sección de aplicación, sería demasiado sintético reflexionar en el amor de Dios sin incluir cómo afecta al creyente. Una pequeña selección de porciones de la Biblia que hablan del amor pueden ayudarnos a dirigir nuestra atención en qué tanto Dios ama, y qué tanto Dios quiere que nosotros demostremos amor en nuestras vidas.[12] Por ejemplo, en el libro de Oseas, El Señor manda al profeta a casarse con “una mujer fornicaria.” (1:2) Lo que parece ser un extraño mandamiento de Dios se ve claramente en 3:1 como una ilustración del amor de Dios hacia el pueblo de Israel.

En Juan 21:20, el Apóstol Juan, el autor humano de este evangelio, en lugar de dirigir la atención a sí mismo en su propia narración, dirige su atención a Cristo cuando se refiere a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba.” Aunque son palabras del Autor divino, corresponde con cómo el Apóstol Juan reconoció a su Salvador—como el que amaba a Juan. En el mismo capítulo, Jesucristo, después de su resurrección, cuando aparece a los discípulos señala a Simón Pedro que el amor a Cristo se manifiesta en obediencia (Juan 21:15-17). Por si uno piensa que esa correlación entre el amor a Dios y la obediencia era solamente para Pedro, 1 Juan 5:3 dice abiertamente que “…este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos.”

Cuando meditamos en esta verdad bíblica, que si amamos a Dios le obedeceremos, estamos reconociendo que la obediencia misma también tiene la mira en el amor. El amor hacia otros es obediencia, según Juan 15:12. De hecho, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno dé su vida por sus amigos” (v. 13 RV60). Otra vez, por si hay duda, Cristo dice una vez más en lenguaje inequívoco en el versículo 17, “Esto os mando: Que os améis los unos a otros.” El pasaje en Mateo 22:37-40 resume nuestro deber en esta vida: amar a Dios y amar al prójimo.

1 Juan 4:10 nos explica que el amor que podemos y debemos tener hacia otros (v. 7) viene de Dios, y que fue demostrado al enviar a Cristo a morir en nuestro lugar. Romanos 8:35-39 nos enseña que el creyente es inseparable del amor de Dios. Trata de imaginar algo que “nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 39). Los versículos 35, 38, y 39 nos ofrecen una lista de las cosas y seres que serían los mejores candidatos para quitarnos del amor de Dios, pero cada uno carece de la habilidad de hacerlo.  

¿Cómo el atributo del amor de Dios se relaciona con mi vida de manera práctica?

Meditar en el atributo del amor de Dios nos ayuda a saber cómo hacer lo que debemos hacer. El amor de Dios me sirve como el filtro de una cosmovisión bíblica. Como Casillas lo dice, “Hasta un grado finito, pero aun así sorprendente, fuimos creados para reflejar muchas de las perfecciones de Dios.”[13] Todo lo que hacemos debe ser caracterizado por amor. Como señala Grudem, “Nosotros imitamos este atributo comunicable de Dios primero amando a Dios en reciprocidad, y segundo, al amar a otros imitando la manera en que Dios los ama.”[14]

Nuestro entendimiento del amor de Cristo nos ayuda a aconsejar a otros. Por ejemplo, Efesios 5:25 dice que la manera que el esposo debe amar a su esposa es “como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” El esposo que intenta amar a su esposa en esa manera va a entender mejor el amor que Cristo tiene para su iglesia (v. 32). Cuando aconsejamos al hombre que dice que ya no ama a su esposa, podemos dirigirle a que ame a su esposa, y que la ame como Cristo ama.

Reflexionar en el amor de Dios me ayuda a amar mejor al Señor que me ama tanto. Pink nos anima así: “Que el amor de Dios diariamente atraiga su mente mediante meditaciones devotas para que los afectos de su corazón sean encaminados hacia Él. Cuando esté abatido en espíritu, o en apuros, apele al amor de Dios en oración, y es seguro que Dios no puede negarle nada bueno a usted. Haga que el maravilloso amor de Dios sea el incentivo de su obediencia a Él”.[15]

Pensar en el amor de Dios me ayuda a negarme a mí mismo. El amor busca comprender al otro. Servir al otro. Bendecir al otro. Dar la vida por el otro.” En un artículo llamado, “El amor es inconveniente”, el autor menciona una lista de maneras en que el amor no es conveniente, concluyendo al final que “la inconveniencia es el camino del amor”.[16]

Conclusión

Dios es amor. Dios me ama. Debo amarle y debo obedecerle. Son conceptos sencillos, en un sentido, de comprender. Pero el autor de este humilde estudio, en cada ocasión mientras lo hacía, sintió el fuerte peso de convicción de qué tanto hace falta demostrar apropiadamente este atributo comunicable en su propia vida. Lo que necesitamos para poder amar a Dios y amar a otros como Dios quiere de nosotros, es meditar constante y continuamente en este gran atributo de Dios.

Este artículo es parte de la Serie Conoce a tu Dios. Descubre un atributo nuevo de Dios cada dos semanas, de la mano de teólogos, pastores, maestros y líderes. Lee todos los artículos de esta serie.


[1] https://byfaithweunderstand.com/2018/06/16/pauls-positive-religious-affections/

[2] Aunque 1 Corintios 13 habla tanto del amor, no provee una definición de amor; cuando dice que “el amor es,” está describiendo la función del amor en la vida de un creyente manifestando el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22).

[3] “El significado de una palabra en un momento específico se ve determinado por el uso que tenga en esa época.” Ken Casillas. Mas allá del capítulo y el versículo: Teología y práctica de la aplicación bíblica. (Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente, 2020), 172

[4] R.C. Sproul, R C. God’s Love: How the Infinite God Cares for His Children (Classic Theology). (David C. Cook. Kindle Edition), Location 53-65

[5] Muchas definiciones son semejantes a esta definición: “El amor de Dios es la disposición benevolente o inclinación en Dios que lo mueve a otorgar beneficios tanto físicos como espirituales a aquellos creados a su imagen (y es así en este sentido sinónimo de gracia), el más exaltado de todos estos beneficios es el don desinteresado de Dios a sus criaturas en Jesucristo.” Sam Storms. https://www.thegospelcoalition.org/essay/the-love-of-god/

[6] Dan Olinger describe el amor como algo “más que solamente una emoción, o una decisión, o un entendimiento. El amor es una perspectiva y sus consecuencias; el amor es la forma en que ves algo o alguien, y la decisión de elevar el valor de ese objeto por encima de tus propios intereses.” https://danolinger.com/2021/04/29/on-the-fruit-of-the-spirit-part-2-love/

[7] Rolland McCune. Teología Sistemática del Cristianismo Bíblico (Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente, 2018), 137

[8] Charles C. Ryrie. Teología Básica (Miami: Editorial Unilit, 1993), 42.

[9] Arthur W. Pink. Los atributos de Dios. (Pensacola: Chapel Library, 2020), 83.

[10] McCune, 137.

[11] Ibid.

[12] Podemos extender nuestro estudio del amor de Dios cuando vemos ejemplos bíblicos de la falta de amor. En el libro de Jonás, por ejemplo, observamos la antítesis del amor. Sí, clamó Jonás en el vientre del pez, “…yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí.” (2:9) Y, sí, por fin Jonás avisó a la población de Ninevé del juicio de Dios (3:4); sin embargo, Jonás se molestó cuando Dios mostró misericordia a los de Ninevé cuando se arrepintieron (3:10, 4:1). De hecho, Jehová señaló que Jonás estaba más preocupado con la sombra de una calabacera que con la multitud de gente que vivía en Nínive (Jonás 4:10-11).

[13] Casillas, 45

[14] Wayne Grudem. Teologia Sistematica de Grudem: Introduccion a la doctrina biblica (Vida. Kindle Edition), Locations 5351-5352

[15] Pink, 91

[16] Mike Emlet. El amor es inconveniente. https://ebi-blog.org/el-amor-es-inconveniente/


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