Las estadísticas señalan que muchas personas sufren de depresión en la Navidad, y el porcentaje es más alto entre las mujeres.

Aunque la depresión puede venir por alguna enfermedad, y esto debe ser descartado caminando entre el consejero bíblico y el médico, en este artículo estaré tratando sobre la depresión que viene a nuestras vidas por diferentes motivos y cómo podemos lidiar con esto como hijas de nuestro Señor Jesucristo.

La palabra depresión puede ser muy compleja, ya que se usa para reseñar muchas cosas diferentes. La depresión es espantosa, ella oprime hasta lo más hondo de nuestra alma, se lleva todo lo que se interpone en nuestro camino y te lleva a recordar cuando esto no estaba en tu vida y las cosas eran diferentes.

La etapa de depresión en las navidades llega por la soledad, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, la pérdida de un ser querido, la distancia de seres amados, la poca sensibilidad de otras personas y la auto-compasión, siendo todos estos fieles compañeros del diario vivir.

La vida se hace más difícil, pues solo queda el recuerdo de cuando muchas cosas las dabas por hecho en las navidades, celebrar con toda tu familia, noches de dormir bien, la emoción por el comienzo de un año nuevo. Pero cuando llega la depresión, todo está vacío, sin sentido, te sientes con rabia, dudas del amor de las personas más cercanas y por tanto las relaciones son quebrantadas y existe muy poca esperanza con respecto al futuro.

Ahora bien, podemos decidir continuar así o ir a través de la Palabra y mirar a Jesucristo, en quién debemos poner nuestra esperanza para poder lidiar con la depresión en las navidades.

Quisiera que pudiéramos responder la siguiente pregunta:

¿Cómo lidiar con la depresión en tiempos de Navidad?

1. Acude a Dios y su Palabra 

En vez de mirar la depresión, acude a nuestro Padre y es allí donde debes recordarte el evangelio cada día. Es a través de la Palabra de Dios, de su Espíritu y de la oración que podemos vivir fuera de estos desiertos. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Ro. 8:26-27). 

Dios nos lleva a mirar nuestro corazón para que aprendamos a confiar en él en los momentos buenos y malos. Puedes hacerte varias preguntas: ¿Cómo está mi intimidad con Dios? ¿Lo siento lejos de mí? ¿Estoy enojada con él? ¿Es Dios un desconocido en este tiempo para mí? ¿Hay algún pecado que no he confesado?

Recuerda que Dios también tuvo a su Hijo en tiempos de desierto para poder cumplir la promesa de salvación. Él te ama como su hija y no te dará más de lo que puedas soportar, así como a Elías que luchó con la depresión (1 Re. 19).

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla” (1 Co. 10:13, LBLA).

2. Piensa como Cristo

En este tiempo de depresión debes tener pensamientos correctos acerca de Dios, del pecado y de ti misma. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4:8).

3. Cultiva gratitud hacia Dios y a las personas

“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:18-21).

4. No pienses que eres la única persona pasando por esto.

En la Palabra tienes ejemplo y Dios nunca los dejó (Heb. 11 y 12).

5. Tu propósito de vida no está en ti sino en Jesucristo

“Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Cor. 5:15).

6. Persevera y resiste en medio de la depresión

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Stg. 1:2-4).

7. Conversa con una hermana en la fe que sea madura espiritualmente, y abre tu corazón, así como lo hizo Jesús estando afligido.

“Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse de gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo” (Mt. 26:37-38).

8. Mira a Jesús, que fue quien más sufrió, Marcos 14.

9. Sé intencional al realizar las actividades diarias

“Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros” (Fil. 4:9, LBLA).

10. Derrama tu corazón a Dios, así como lo hizo Jesús.

“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mt. 26:39).

Amada hermana, te animo a que puedas tener esperanza en medio de la depresión en Navidad. Es hermoso recordar que descansamos en la soberanía de nuestro gran Señor, todo lo tiene bajo su absoluto control y voluntad. Nuestra esperanza no está en nuestro dolor, soledad, sufrimiento, etc.; está en Jesucristo.

Te comprendo perfectamente porque yo también he pasado por esos tiempos de depresión en Navidad. Mi oración por ti es igual a la que yo hago por mí. Orando la Palabra: “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no ese ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:16-18).

“Nuestra esperanza no está en nuestro dolor, soledad, sufrimiento, etc.; está en Jesucristo”.

La depresión nos puede visitar en la Navidad; pero recordemos que hoy celebramos la Navidad porque un día nos visitó el Rey de reyes y Señor de señores, y en él debe estar puesta nuestra mirada. En Aquel que dejó su trono para reinar en nuestros corazones.

Qué gran privilegio poner nuestra mirada en Aquel que se hizo hombre, vivió una vida perfecta, murió por nuestros pecados, pero al tercer día resucitó y Él es nuestra esperanza de vida eterna. Un día todo pasará y reinaremos con Él por toda la eternidad.


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